Con El vano ayer, retrato de una época de posguerra civil que no vivió, el español Isaac Rosa, de 31 años, ganó este viernes la decimocuarta edición del premio internacional de novela en castellano Rómulo Gallegos, que otorga Venezuela y viene con 100.000 dólares.
La obra presenta claves literarias y referenciales de la historia y cultura españolas de posguerra y convoca a observar críticamente los modos posibles de leer la realidad, sin dejar de lado las tensiones que produce el encuentro con las ambigüedades provocadas por las distintas versiones de los hechos narrados, asentó el jurado en su veredicto.
La desaparición de un estudiante sale a la luz en medio del incidente que provoca la expatriación de un viejo profesor, en plena agitación universitaria de la década del 60. Los testimonios de reprimidos y represores, víctimas y beneficiarios del régimen, ambientan una controversia sobre la memoria, que envuelve al autor y al lector.
El vano ayer conjuga historia, juego e imaginación, construyendo la novela como posibilidad para desmontar la época del autoritarismo franquista (1939-1975), que estremeció al mundo con sus complejidades, violencias y falsificaciones, según el jurado.
Es una novela muy rica. Hay un examen de la dictadura de Francisco Franco ûsupongo que puedo llamar a Franco dictador, ¡hay tantas almas sensibles!— pero no la repetición de cosas que ya sabemos, sino mostrando cómo es la vida bajo una dictadura en la que la prensa está amordazada y desconfías hasta de tu hermano, comentó uno de los jurados, el chileno Nelson Osorio.
El jurado se integró con Osorio, el cubano Antón Arufat, el ecuatoriano Jorge Adoum y los venezolanos Cósimo Mandrillo y Alberto Rodríguez. Tres votaron por la obra de Rosa y dos lo hicieron por Fumando espero, del cubano Jorge Ángel Pérez.
Otras finalistas, entre 203 obras presentadas y que se publicaron en el último bienio, fueron El último lector, del mexicano David Toscana, La gula del picaflor, del boliviano Juan Claudio Lechín, El testigo, del mexicano Juan Villoro, y Castillos de cartón, de la española Almudena Grandes.
Fue una escogencia difícil. La decisión dividida, lejos de desvirtuar el galardón, refuerza la idea de que competían muchas obras de gran valor, dijo Mandrillo a IPS. La unanimidad pudo significar decir que había una gran novela y 202 perfectamente desechables, y eso no es verdad, agregó..
Según Osorio, la novela en lengua castellana está en un buen momento. Esta es una competencia entre obras, no entre naciones y ni siquiera entre autores. El jurado sólo escogió la que encontró mejor en este momento y el juicio de la historia puede ser otro.
Son obras ya editadas. No trabajamos sobre manuscritos inéditos. Nadie va a decir que por ejemplo Almudena Grandes necesitará de este premio para estar entre las grandes escritoras de España y de Europa, abundó Mandrillo.
El premio fue creado en los años 60 y rinde homenaje a Rómulo Gallegos (1884-1969), el autor de Doña Bárbara (1929) y otras novelas telúricas sobre el paisaje y el carácter de los venezolanos. Durante un tiempo, los críticos apodaron el galardón como el premio Nobel castellano.
Su primer ganador fue el peruano Mario Vargas Llosa en 1967 por La casa verde, seguido en 1972 por el colombiano Gabriel García Márquez con Cien años de soledad, en 1977 por el mexicano Carlos Fuentes con Terra Nostra, en 1982 por el también mexicano Fernando del Paso con Palinuro de México, y en 1987 por el argentino Abel Posse con Los perros del paraíso.
Luego el premio se hizo bienal y según los críticos se impuso más de una vez la novela menor, por contraste con las grandes obras del denominado boom latinoamericano premiadas al inicio.
Los siguientes ganadores fueron el colombiano Manuel Mejía Vallejo, en 1989, con La casa de las dos palmas, el venezolano Arturo Uslar Pietri en 1991 con La visita en el tiempo y el argentino Mempo Giardinelli en 1993 con Santo oficio de la memoria.
El Rómulo Gallegos cruzó el océano Atlántico en 1995, con Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías, y la única mujer ganadora fue la mexicana Ángeles Mastretta, en 1997, con Mal de amores, seguida por el chileno Roberto Bolaño en 1999 con Los detectives salvajes.
En 2001 ganó el español Enrique Vila-Matas con El viaje vertical, y en 2003 el colombiano Fernando Vallejo con El desbarrancadero, quien protagonizó la entrega más peculiar del premio, pues, amante de los animales, donó los 100.000 dólares a la institución caraqueña Mil Patitas, que brinda refugio a perros y gatos de la calle.
En esta XIV edición, apuntó Rodríguez, otro de los jurados, teníamos muchas buenas y vitales novelas, pero de acuerdo a las bases del premio debíamos premiar una sola, sin menciones para otras y así lo hicimos. Creemos que el resultado, que premia a Rosa, tiene toda la estatura del Rómulo Gallegos.
El galardón, que incluye el dinero, medalla, diploma y la edición de la obra, será entregado en Caracas el 2 de agosto, aniversario del nacimiento de Gallegos, en la sede del centro de estudios latinoamericanos que lleva su nombre y que se erige sobre una casa que alguna vez perteneció al escritor. (