IRÁN: Influyente pese a todo

Pese a los mejores esfuerzos del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para convertir a Irán en un paria internacional, la república islámica acumula un triunfo diplomático tras otro.

Un mes después de la sorpresiva victoria en las elecciones presidenciales iraníes del ultraconservador Mahmoud Ahmadinejad, Teherán se encuentra en una posición mucho más fuerte para resistir la campaña de Washington para aislarlo, como parte de una estrategia de ”cambio de régimen”.

La última muestra de la creciente influencia regional de Teherán fue la visita de tres días a la capital iraní del presidente de Iraq, Ibrahim Jaafari, la semana pasada.

Jaafari, respaldado por Estados Unidos, fue calurosamente recibido por los máximos líderes religiosos y de gobierno de Irán, después de una serie de reuniones bilaterales de alto nivel que produjeron un acuerdo de cooperación militar, entre otros.

La visita incluyó un peregrinaje a la tumba del ayatolá Jomeini (fundador de la República Islámica y archienemigo de Estados Unidos, al que llamaba ”el Gran Satán”), para disgusto de los neoconservadores y otros halcones estadounidenses, quienes suponían que un Iraq ”liberado” cooperaría con gratitud en la expulsión de los mulás de Teherán.
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Los halcones, figuras unilateralistas y de línea dura en materia de política exterior, celebraron la victoria de Ahmadinejad, en la creencia de que su triunfo pondría fin a la idea de que en Irán había una facción ”moderada” con la que Occidente podía tratar.

Esas figuras no han renunciado a la esperanza de lograr el cambio de régimen, sea mediante una ”revolución democrática” respaldada por Estados Unidos, al estilo de Ucrania, o mediante ataques militares contra objetivos nucleares o políticos específicos, que puedan alentar un levantamiento popular.

Aunque Ahmadinejad y sus ideas ultraconservadoras obtuvieron el 24 de junio casi 62 por ciento de los votos, los halcones de Washington siguen afirmando que ”el país está maduro para la revolución”, como escribió esta semana en The Weekly Standard el director del Instituto Aspen en Berlín, Jeffrey Gedmin.

Aunque el descontento con el régimen islámico haya llegado a un máximo dentro de Estados Unidos, el contexto internacional es significativamente más favorable para Irán en un eventual enfrentamiento con Washington de lo que ha sido por mucho tiempo.

Si bien uno de los objetivos de la campaña militar de Washington en Afganistán y la invasión de Iraq fue intimidar a Irán, Teherán emergió como ganador, coinciden observadores de la región.

”Sus dos mayores enemigos regionales, el gobierno del Baas (de Saddam Hussein) en Iraq y el régimen extremista sunita en Afganistán, fueron aplastados sin que Irán tuviera que disparar un tiro”, observó Anatol Lieven, analista del gabinete de expertos New America Foundation, con sede en Washington.

”Ahora, el gobierno de Afganistán y más aún el de Iraq son básicamente afines a Teherán y a su visión de los asuntos regionales”, agregó.

Aunque Irán se encontró de repente con 160.000 soldados de Estados Unidos en la casa de al lado, el efecto de esa presencia militar no fue tan amedrentador como los halcones pensaban que sería. Después de todo, el potencial implícito de Irán para dificultar la vida de sus nuevos vecinos siempre le ha dado cierta ventaja.

Pero en los últimos tiempos, la posición de Teherán se fortaleció todavía más, en ocasiones con la ayuda involuntaria del propio Bush.

El acuerdo firmado el lunes 18 entre Bush y el primer ministro indio Manmohan Singh en Washington para la venta de avanzada tecnología nuclear estadounidense a India es un ejemplo.

La firma del pacto pese al boicot de Nueva Delhi al Tratado de no Proliferación Nuclear revela un doble discurso de Washington que Irán probablemente utilizará en su propio beneficio en las negociaciones con Gran Bretaña, Francia y Alemania sobre el programa nuclear iraní.

Teherán también puede utilizar ese argumento a fin de contrarrestar los esfuerzos de Estados Unidos para que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas sancione a Irán por su supuesta violación del Tratado de No Proliferación.

”Irán preguntará cómo es que puede ser castigada por transgresiones menores al Tratado que suscribió, cuando India, una potencia nuclear que ni siquiera lo firmó, obtiene plena cooperación nuclear de Estados Unidos”, señaló Arjun Majijani, director del Instituto de Investigación sobre Energía y Ambiente.

”¿Cómo se puede argumentar que Rusia no debe vender reactores (atómicos) a Irán después de esto?”, preguntó Joseph Cirincione, experto en proliferación nuclear de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. ”Irán contará con eso”, concluyó.

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