Cuando los tsunamis de diciembre de 2004 se tragaron la costa del meridional estado indio de Tamil Nadu, la muerte actuó como niveladora social.
Pero los esfuerzos de rehabilitación y el desembolso de ayuda económica posteriores a la tragedia no lograron superar la discriminación social imperante en India según el antiguo sistema hindú de castas, inconstitucional pero existente en los hechos.
El sismo submarino ocurrido el 26 de diciembre frente a la isla indonesia de Sumatra, en el océano Índico, provocó olas gigantescas que barrieron pueblos enteros y centros turísticos en las costas del sur de Asia y llegaron hasta Somalia, dejando atrás unos 280.000 muertos y millones de personas sin vivienda ni medio de sustento.
Los damnificados de Tamil Nadu, el estado de India más devastado por los tsunamis, aguardan con ansias la ayuda del gobierno y agencias humanitarias para poder reconstruir su vida, pero los dalits o intocables, excluidos del sistema de castas hindú, no la reciben.
No hay un camino hasta nuestra aldea. Nadie sabe que vivimos aquí y por lo tanto nadie viene ni trata de venir, se quejó Poongavanam, un residente dalit de la aldea de Pattinacherry, en el distrito de Nagapattinam. En este distrito con importante población dalit vivían la mayoría de las 10.000 víctimas fatales del maremoto en Tamil Nadu.
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Estamos muriendo de hambre, literalmente. Nuestra cosecha se arruinó, nuestra tierra está llena de sal y nuestras reservas de granos se acabaron. Algunos de nuestros vecinos acudieron a familiares que viven en otras partes, pero ¿hasta cuándo los van a mantener?, dijo Pitchai, de la aldea vecina de Kuppam.
¿Hasta cuándo se puede vivir de las limosnas de otros? Necesitamos trabajar para mantenernos, agregó.
Organismos de gobierno, partidos políticos, organizaciones no gubernamentales (ONG), grupos religiosos y asociaciones comunitarias distribuyen ayuda entre las víctimas desde el pasado diciembre.
Pero los dalit, en su mayoría pobres y analfabetos, no pueden documentar su situación económica ni reivindicar sus propiedades, y por lo tanto no reciben ayuda de emergencia ni compensación, y también quedan excluidos de los programas de reubicación.
En su mayoría, los dalit carecen de influencia local o política y sirven a personas de castas superiores.
En los distritos de Tamil Nadu con importante población dalit (Chennai, Cuddalore, Kanyakumari y Nagattinam), 10.000 personas murieron, 650.000 fueron desplazadas y 200.000 casas quedaron destruidas por el maremoto de diciembre.
Sólo en Nagapattinam, se registraron 6.065 muertes. En este distrito, más de 130.000 dalit viven en 24 aldeas, en una población total de 1,5 millones.
Muchas familias dalit no recibieron compensación porque no estaban en la primera lista de beneficiarios elaborada tras el maremoto.
Mientras, grupos de castas superiores frenaron esfuerzos grupales o individuales para ayudar a los dalit, y las autoridades locales no han hecho nada por impedirlo.
Yo vi con mis propios ojos cómo distribuían ropa y alimentos sólo a los miembros de una comunidad en Nagapattinam, mientras al final de la misma calle, los dalits esperaban en vano, declaró Solomon Bernard Shaw, del Programa de Servicio Nacional, dependiente de la Comisión Universitaria de Becas.
Cuando fui con mi equipo de voluntarios a algunas aldeas cerca de Colachel y Nagercoil, funcionarios locales me impidieron distribuir la ayuda personalmente. Querían que les entregáramos todo el material a ellos, afirmó T. Karunakaran, vicepresidente del Instituto Rural de Gandhigram, en la ciudad de Dindigul, Tamil Nadu.
Últimamente se han registrado algunas iniciativas de asistencia a los dalit, a medida que se acercan las elecciones legislativas estaduales, previstas para febrero de 2006.
En algunas aldeas de Nagapattinam, los dalit obtuvieron refugios temporales, pero la discriminación sigue siendo evidente por la ubicación y la calidad de los materiales que se les ofrece.
Típicamente, los refugios de los dalit están cerca de cementerios o vertederos de basura, sin saneamiento ni energía eléctrica, mientras que los ofrecidos a comunidades de pescadores son de mejor material, tienen un suministro regular de agua y electricidad, e incluso centros comunitarios con televisores.
Varias ONG donaron tanques de agua potable para uso comunitario, pero a los dalit no se les permite beber de esos tanques, porque miembros de castas superiores sostienen que contaminan el agua.
La intención del gobierno de combatir la discriminación por castas no se nota en absoluto, salvo en el discurso, dijo Henri Tiphagne, director ejecutivo de Peoples' Watch, una organización de derechos humanos con sede en la meridional ciudad de Madurai.
(*Soma Basu escribió este artículo para Asia Media Forum, un proyecto auspiciado por IPS/Asia-Pacífico.)