Líderes de las cinco mayores naciones en desarrollo desafiaron abiertamente este jueves al Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos, que intentó proponer un abandono del Protocolo de Kyoto, el único instrumento internacional para frenar el cambio climático.
La primera señal sobre un cambio respecto del Protocolo apareció menos de una hora antes de que explotara la primera bomba en el transporte público de Londres. Lejos de convertir al presidente estadounidense George W. Bush (renegado de Kyoto desde 2001), lo que ocurrió en la cumbre del G-8 fue todo lo contrario.
El primer ministro británico Tony Blair reconoció en un comunicado que Estados Unidos no aceptaría nunca el Protocolo, y que no tenía sentido volver a repetir el debate sobre Kyoto.
Bush dijo que naciones de rápido desarrollo, como China e India, debían ser parte de un futuro acuerdo, y por tanto saludó la presencia de autoridades de esas dos naciones asiáticas en la cumbre del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), que se celebra desde el miércoles en la pequeña y lujosa localidad escocesa de Gleneagles.
Ahora es tiempo de ir más allá de la etapa de Kyoto y establecer una estrategia inclusiva de las naciones en desarrollo, dijo Bush.
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Esta afirmación podría tener consecuencias de gran alcance.
Estados Unidos contribuye con una cuarta parte de la contaminación mundial vinculada por los científicos al cambio climático, y configurada por los gases de efecto invernadero (que recalientan la atmósfera), como el dióxido de carbono emitido por diversas actividades humanas, en especial la combustión de petróleo, gas y carbón.
Reducir la emisión de esos gases es esencial para contener las consecuencias del cambio climático.
El acuerdo de Kyoto, que entró en vigor en febrero, obliga a las naciones industriales que lo ratificaron a reducir sus volúmenes de gases invernadero 5,2 por ciento debajo de los de 1990, con plazo en 2012.
El Protocolo, tampoco ratificado por Australia, no contempla obligaciones para los países en desarrollo, sobre la base de que la mayor parte de la contaminación fue causada por las naciones industriales.
Aunque los países en desarrollo deben cumplir su parte, no están obligados a adoptar reducciones antes de 2012, según el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas.
La propuesta de Bush y Blair de incluir a los países en desarrollo en un acuerdo más allá de Kyoto podría tener un efecto devastador en las economías del mundo pobre, que se vería obligado a invertir en costosas nuevas tecnologías, elevando sus costos de producción y haciendo menos competitivas sus exportaciones.
Los gobernantes de cinco naciones en desarrollo invitados a la reunión del G-8 estaban claramente preparados para resistir estos intentos de conducirlos a compromisos similares a los que ya tienen los países ricos en el Protocolo.
Asistieron a la cumbre el presidente de China, Hu Jintao, el primer ministro de India, Manmohan Singh, y los mandatarios Thabo Mbeki, de Sudáfrica, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Vicente Fox, de México.
En un comunicado conjunto que divulgaron una hora después de los comentarios de Bush y Blair, los cinco líderes del Sur afirmaron que el Protocolo de Kyoto aborda de forma adecuada los aspectos ambientales, sociales y económicos del desarrollo sostenible.
Los países industriales deben conducir la acción internacional para combatir el cambio climático implementando en forma total sus obligaciones de reducir emisiones y suministrando financiación adicional y transferencia de tecnologías más limpias, menos contaminantes y de costos razonables a las naciones en desarrollo, afirma el comunicado.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que condujo a la adopción del acuerdo de Kyoto, establece el desarrollo social y económico y la erradicación de la pobreza como prioridades excluyentes para los países en desarrollo, agregaron los cinco líderes.
Por tanto, hay una necesidad urgente de desarrollar y financiar políticas, medidas y mecanismos para adaptarse a los inevitables efectos adversos del cambio climático que caerán mayoritariamente sobre los pobres, sostuvieron.
Deben aplicarse cambios en los insostenibles modelos de producción y consumo de los países industriales, dijo el grupo de las cinco naciones industriales.
Al mismo tiempo, los países desarrollados deben asegurar que las tecnologías con impactos positivos sobre el cambio climático sean tanto accesibles como adquiribles para los países en desarrollo, agregaron.
Grupos ambientalistas saludaron la firmeza de las cinco naciones, que son también la columna vertebral del Grupo de los 20 países en desarrollo, contrarios a los subsidios agrícolas del Norte industrial y muy activo en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio.
Los grandes países en desarrollo han mostrado que un único líder mundial en Gleneagles cree que el Protocolo de Kyoto es el camino equivocado, y ese es el presidente Bush, dijo en una declaración el activista Tony Juniper, de la organización Amigos de la Tierra.