Los líderes del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos ofrecieron este viernes muy poco a África, pero siguen exigiendo mucho a cambio.
En la cumbre del grupo, concluida este viernes en la localidad escocesa de Gleneagles, se manejaron muchos números para satisfacer las demandas de las estrellas de rock que lideraron una campaña contra la pobreza, entre ellas el británico Bob Geldof y el irlandés Bono.
Los jefes de Estado y de gobierno del G-8 anunciaron que junto a otros donantes, impulsarán un aumento de la ayuda oficial al desarrollo para África de 25.000 millones de dólares anuales para 2010. Si se considera que hoy se otorgan 25.000 millones de asistencia, la ayuda prometida aumenta a la mágica suma de 50.000 millones.
Pero en África, la cifra no suena tan mágica. Es un aumento en la asistencia, pero no el que se había publicitado con tanto énfasis. Además, mucho de lo anunciado ya había sido prometido antes, dijo a IPS Claire Melamed, de la organización humanitaria Christian Aid.
Sin embargo, era imperioso para los líderes del G-8 hacer algún anuncio sobre África luego de que el desarrollo de ese continente fuera puesto al tope de la agenda de la cumbre, junto al cambio climático.
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El G-8 está integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
En su declaración final, el club de los poderosos defendió el principio de la privatización, a pesar de centenares de estudios, varios de ellos aceptados por el Banco Mundial, dando cuenta de procesos de privatizaciones rápidos y sin limitaciones que han arruinado varias economías.
La iniciativa privada es un motor clave del crecimiento y del desarrollo, dice el comunicado.
Los países africanos necesitan mejorar aun más el clima de inversiones, y nosotros seguiremos ayudándolos a hacerlo. En África, la sociedad entre lo público y lo privado es crucial, añade el texto.
El G-8 ofreció ayuda para construir en África la capacidad física, humana e institucional necesaria para el comercio.
Sin embargo, el grupo no hizo ninguna mención a los millonarios subsidios que otorgan la Unión Europea (UE) y Estados Unidos a sus productores agrícolas, perjudicando a los cultivadores africanos.
¿Y quién aprovechará mejor la privatización en África que las empresas estadounidenses y europeas?
El G-8 pareció decir: 'No preguntes qué podemos hacer por los pobres, sino qué pueden hacer ellos por nosotros', señaló Peter Hardstaff, del Movimiento para el Desarrollo Mundial (WDM, por sus siglas en inglés).
Los líderes del G-8 anunciaron además que instarían a las instituciones financieras internacionales a considerar una asistencia adicional a los países para que desarrollen su capacidad comercial y adapten sus economías.
Aquí se vio presente una vez más la sombra de los programas de ajuste estructural impulsados para que los países pobres liberalicen sus economías a ritmo acelerado.
El grupo además ofreció apoyo a iniciativas para impulsar al sector privado a través del Banco Africano de Desarrollo.
Los países del G-8 enviaron un claro mensaje de que sólo considerarían actuar en los países pobres si éstos se liberalizan a cambio, señaló el WDM en un comunicado.
La organización sostuvo que los países poderosos ofrecen sobornos de ayuda por comercio, pues sólo prometen asistencia extra si las naciones avanzan en los procesos de privatización.
Según la declaración del G-8, depende de los gobiernos de los países en desarrollo tomar el liderazgo hacia el crecimiento.
Tienen que decidir, planear, y ser consecuentes con sus políticas económicas para cumplir con sus propias estrategias de desarrollo, por las que serán responsables ante su propio pueblo, añade.
Para Christian Aid, este pasaje del comunicado no es más que un trozo de sentido común.
Mientras, WDM sostuvo que el comunicado es un desastre para los pobres del mundo.
Estamos furiosos, pero no sorprendidos, dijo Hardstaff.
Las pequeñas sumas de dinero ofrecidas como ayuda no son nada más que un vendaje sobre las profundas heridas que causa el G-8 presionando con políticas económicas fracasadas como la privatización, la liberalización del comercio y la desregulación en África, añadió.
De hecho, el G-8 ha endurecido su postura sobre el comercio, sostuvo John Hilary, del grupo War on Want (Guerra a la Pobreza).
El grupo obliga a más países a abrir sus mercados, amenazando a millones con la miseria. Cuando llega el momento de actuar, el G-8 da la espalda a los pobres del mundo, señaló.
La declaración incluyó compromisos específicos para apoyar la educación en África, como un programa de educación para todos impulsado por el presidente estadounidense George W. Bush.
Los líderes del G-8 también se comprometieron a redoblar la lucha contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y a lograr para 2010 un acceso universal al tratamiento para todos los que lo necesiten.
A pesar de que las promesas son pocas, seguiremos muy de cerca los acontecimientos para constatar que se cumplan, dijo Melamed.