La nominación del juez John G. Roberts a la Corte Suprema de Estados Unidos muestra otra vez la destreza del presidente George W. Bush: ya se elevan voces de adhesión y rechazo al magistrado, pero no tan estridentes como para desatar una guerra política.
Como era previsible, grupos izquierdistas como la Liga Nacional de Acción por el Derecho al Aborto y People for the American Way se lanzaron contra la designación, cuyo análisis a cargo del Senado comenzará en septiembre con miras a su confirmación en octubre.
En cambio, otras instituciones, pero derechistas, como el Consejo de Investigaciones sobre la Familia, aplaudieron al candidato.
Pero el clamor, tanto desde la izquierda como desde la derecha, fue mucho más tenue de lo habitual en estos casos.
Ocurre que Roberts es el nominado del que no se sabe nada, como lo caracterizó el centro de estudios liberal Centro para el Progreso Estadounidense (CAP) que encabeza quien fuera jefe de gabinete del ex presidente Bill Clinton (1993-2001).
[related_articles]
Más allá de sus credenciales legales, poco más se sabe sobre la coincidencia de John Roberts con las opiniones predominantes en el mundo jurídico, evaluó el CAP en un boletín por correo electrónico.
Graduado en la Universidad de Harvard, Roberts, de 50 años, fue abogado de empresas en Washington y colaborador de quien hoy es el más antiguo miembro de la Corte Suprema William Rehnquist. Luego, en carácter de abogado del gobierno, participó en 39 casos ante el tribunal.
Trabajó en varios periodos en el Departamento (ministerio) de Justicia, y como colaborador en el área jurídica de la Casa Blanca entre 1982 y 1986, durante la presidencia de Ronald Reagan.
En 2003 se incorporó al Tribunal Federal de Apelaciones de la ciudad de Washington. En esa ocasión, su nominación fue confirmada por el Senado por unanimidad de 99 legisladores.
El poco conocimiento que se tiene sobre sus opiniones personales no frenó las manifestaciones de apoyo y rechazo habituales de las organizaciones, aunque sin mucha referencia a la trayectoria del aspirante a integrar la Corte Suprema.
El presidente del antiabortista Consejo de Investigaciones sobre la Familia, Tony Perkins, consideró a Roberts un nominado excepcionalmente bien calificado e imparcial.
Creo que es una gran victoria para cualquiera que piense que la Corte Suprema se ha excedido en su autoridad en las últimas décadas, dijo Sean Ruston, director ejecutivo del conservador Comité por Justicia.
Del otro lado del espectro ideológico, y minutos después del anuncio de Bush, MoveOn.org, organización progresista financiada por el multimillonario demócrata de origen húngaro George Soros, lanzó una virtual declaración de guerra.
Al nominar a John Roberts, el presidente se inclinó por un ideólogo y abogado corporativo derechista para integrarlo en el principal tribunal de la nación, indicó MoveOn.org.
En lugar de un jurista de la corriente mayoritaria con una carrera distinguida en la protección de los derechos del pueblo estadounidense, Bush eligió a otro compinche derechista, agregó.
La más tradicional de las organizaciones humanitarias de este país, la Unión para las Libertades Civiles (ACLU), manifestó profunda preocupación sobre posiciones de Roberts respecto de la especialidad.
Por su parte, la Liga Nacional de Acción por el Derecho al Aborto pronosticó que si Roberts es confirmado en una designación vitalicia, hay poca duda de que trabajará para anular (el fallo de la demanda) Roe versus Wade, pues ha argumentado ante la Corte Suprema que fue erróneamente decidida.
Con la sentencia del caso Roe versus Wade, la Corte Suprema removió en 1973 las restricciones al derecho de las mujeres a someterse a un aborto.
Ralph G. Neas, líder de la organización liberal People for the American Way, consideró extremadamente decepcionante que el presidente no haya elegido a un nominado de consenso.
Para Neas, el candidato de Bush debía tener aristas similares a las de Sandra Day O'Connor, la veterana jueza moderada cuya renuncia dejó libre el cargo que ocuparía Roberts.
La organización La Mayoría Feminista sostuvo: Todo lo que sabemos sobre los antecedentes del juez Roberts indica que será un voto sólido contra los derechos de las mujeres y (el fallo) Roe versus Wade.
Esta institución también se manifestó decepcionada porque Bush no hubiera nominado a una centrista como O'Connor, primera mujer que integró el alto tribunal.
O'Connor, propuesta en 1981 por el entonces presidente Ronald Reagan, es una conservadora que con frecuencia desempataba los fallos muy discutidos en la Corte Suprema, que tiene nueve miembros que permanecen en el cargo hasta que renuncian, mueren o son destituidos.
Pero las instituciones, tanto derechistas como izquierdistas, afrontan cierta incertidumbre porque las opiniones expresadas por Roberts en los estrados judiciales no son necesariamente las del propio magistrado.
En los casos más connotados en que intervino, fue como abogado en representación del gobierno y, en ese carácter, presentaba la postura oficial. Y en la práctica privada representaba los intereses de quienes lo contrataban.
Para espesar la nebulosa, Roberts se integró en un tribunal de apelaciones hace poco tiempo, por lo que carece de antecedentes que permitan vaticinar su posición en discusiones de carácter constitucional.
Los editoriales de los principales medios de comunicación de Estados Unidos destacan tanto la certidumbre ideológica como la ambigüedad que refleja su postulación.
Durante más de una década, integrantes conservadores de la Corte Suprema como Antonin Scalia y Clarence Thomas hicieron sin éxito campaña contra la sentencia del caso Roe versus Wade. Todo indica que Roberts será el clon que Scalia y Thomas necesitan para completar sus maquinaciones, indicó la revista izquierdista The Nation.
Mientras, el diario The New York Times consideró que hay razones para estar preocupados por las posiciones de Roberts sobre federalismo, el problema sobre cuánto poder debe tener el gobierno federal.
Según el periódico, la extrema derecha trata de resucitar antiguas y desacreditadas teorías sobre el asunto, y el Senado deberá ser minucioso en su interrogatorio a Roberts.
Si los extremistas toman el control de la Corte Suprema, terminaremos con un país en que el gobierno federal carecerá de poder para proteger el aire, las condiciones laborales y el trabajo infantil, sostuvo.
Y el habitualmente liberal diario Los Angeles Times advirtió, cautelosamente: Aunque algunos grupos liberales de interés se apresuraron a retratar a Roberts como un peligroso extremista, su nominación parece señalar el deseo de la Casa Blanca de evitar una desagradable batalla por su confirmación.
Del mismo modo, The Washington Post señaló que Roberts es un conservador, y al parecer virará la Corte Suprema hacia la derecha, pero su nominación no es un aprovocación para los demócratas. Bush merece el crédito por seleccionar a alguien con potencial para atraer amplio apoyo.