Desde hace más de 27 años, Abuelas de Plaza de Mayo busca a personas secuestradas en la última dictadura argentina cuando eran niños o nacidas en cautiverio. En esa tarea, que permitió restituir la identidad a 75 de ellas, el grupo apeló a múltiples estrategias de difusión como ahora la televisión.
Para encontrar a los nietos se necesita una sociedad que conozca lo que pasó y que sea permeable a valorizar el derecho a la identidad, explicó a IPS Irene Straus, encargada de coordinar los trabajos que realiza esta organización de derechos humanos en las escuelas valiéndose de cartillas, videos, programas de radio, largometrajes y programas de televisión.
Desde este mes, el vehículo elegido para esa labor es el programa educativo semanal de televisión Foro 21, que incorporó un bloque mensual llamado Escuelas por la Identidad para difundir en todo el país experiencias con estudiantes para dar a conocer la historia reciente y el derecho que tiene toda persona a conocer su verdadera identidad.
Lo ideal sería tratar del derecho a la identidad en un sentido amplio, que incluya el tema de la diversidad cultural, el derecho de los inmigrantes extranjeros a reivindicar sus orígenes, pero como nos falta encontrar a muchos nietos todavía no podemos darnos el lujo de ser tan amplios en el planteo, admitió Strauss.
En Argentina desaparecieron de modo forzado en la dictadura de 1976 a 1983 casi 11.000 personas, según las denuncias recogidas a poco de recuperada la democracia y que sirvieron para los juicios contra los jefes militares de ese régimen. Pero organizaciones humanitarias elevan esa cifra hasta 30.000.
Muchos de los adultos secuestrados fueron llevados por las fuerzas represoras junto a sus hijos, así como hubo numerosos casos de mujeres detenidas cuando estaban embarazadas y que parieron en cautiverio en campos de concentración.
La gran mayoría de aquellos niños, poco más de 500 según estimaciones de Abuelas de Plaza de Mayo, son hoy jóvenes que viven con la identidad alterada por acción de sus apropiadores.
Hasta ahora sólo 75 de ellos recuperaron la identidad gracias a la persistente labor de Abuelas de Plaza de Mayo, una organización nacida en 1977 para buscar a los nietos desaparecidos junto a sus padres y retenidos por represores o dados en adopción a cómplices o parejas desconocidas que no sabían su procedencia.
Muchos de esos niños y niñas nunca fueron vistos por sus abuelos y abuelas porque nacieron en cautiverio.
En ese recorrido, Abuelas consiguió que se incorporara el derecho a la identidad a la Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas, y realizaron luego una constante trabajo de difusión al respecto a través de los medios a su alcance para llegar a todas las franjas etarias.
Para ello organizaron concursos literarios, muestras de fotografías, convocaron a presentar instalaciones y exposición plásticas, videos, lanzaron certámenes de cortometrajes, festivales de Teatro por la Identidad, ciclos de Música por la Identidad, Rock por la Identidad, y campañas de sensibilización también en el ambiente deportivo.
Las Abuelas participan en todos los programas de televisión, documentales, películas y programas de radio que sirvan a su objetivo, e inclusive se suman con entusiasmo a participar en emisiones de ficción donde surge un problema vinculado a jóvenes que dudan sobre su verdadera identidad.
En los últimos meses, una publicidad titulada El Aplauso vuelve a recordar que aún la tarea principal de Abuelas no está concluida. La idea es tomada de la costumbre argentina de aplaudir cuando un niño se pierde en un lugar público, para llamar la atención sobre su búsqueda.
En ese corto publicitario, la búsqueda y los aplausos comienzan con una escena en la playa y sigue con una imagen donde muchos artistas, actores, escritores, periodistas y deportistas aplauden junto a la presidenta de Abuelas, Estela Barnes de Carlotto, figura emblemática de la agrupación que todavía no encontró a su nieto desaparecido a manos de la represión ilegal.
Es muy común que la gente piense que si los niños fueron criados con amor por una familia apropiadora o que los adoptó de buena fe, no importa tanto que se les haya ocultado su verdadera identidad, y esto es algo que hay que cambiarlo porque se trata de una grave violación de derechos, explicó Strauss.
Por eso, remarcó que la educación no puede ser algo ajeno a la defensa de estos derechos. Con este objetivo, Abuelas desde hace mucho realizan visitas a las escuelas a fin de dar a conocer su experiencia, que es un modo de contar la historia de lo que ocurrió en los años 70.
Pero esa labor quedaba hasta ahora reducida a las instituciones educativas de Buenos Aires. De manera que, con el apoyo del Ministerio de Educación y de un equipo de especialistas de Abuelas se confeccionó un video y cartillas educativas con propuestas didácticas para trabajar las aulas.
Esos cuadernillos, que contienen además un relato resumido de la historia reciente, fueron distribuidos por la cartera educativa en todo el país.
Sabemos que llegaron a muchas escuelas, y que hay docentes que los utilizan, pero también recibimos denuncias de provincias donde las cartillas van a parar a un cajón, reveló Strauss.
En la central provincia de San Juan, la mesa de supervisores educativos del Ministerio de Educación local resolvió no repartir las cartillas. Ese material es un disparador para trabajar asuntos vinculados a la identidad violada, de la forma que cada maestro o profesor determine en el aula, de acuerdo a la edad de los alumnos.
Esas experiencias en el salón son las que luego son recogidas en video y presentadas en un bloque del programa Foro XXI, que se emite a todo el país. A través de ese vehículo, maestros y profesores pueden tomar ideas sobre cómo abordar un tema sensible que todavía no tuvo su capítulo final.