SIRIA: Amortiguador para la reforma política

El partido gobernante en Siria no acelerará las reformas políticas y económicas en su congreso de esta semana, pese a las presiones externas entre las que se destacan las de Estados Unidos y la ONU.

El presidente Bashar el-Assad urgió a los dirigentes del denominado Comando Regional del Partido Socialista por la Resurrección Árabe (Baath) a deliberar con tranquilidad sobre las reformas políticas en ciernes, pero les resultará muy difícil abstraerse de las influencias externas.

Tanto Estados Unidos como la ONU (Organización de las Naciones Unidas) advirtieron que Siria deberían esperar un clima internacional más borrascoso que el de los últimos 12 meses.

El senador estadounidense Patric Leahy dijo tras una reunión con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, que no tenía dudas de que Damasco estaba detrás del asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, que en febrero desató en Beirut una ola de protestas populares antisirias.

Como consecuencia de las manifestaciones, cayó el gobierno prosirio y las tropas de Damasco se retiraron luego de 29 años de presencia militar en el país.

La ONU había anunciado que el enviado para la supervisión de la resolución 1.559 del Consejo de Seguridad que exigía la retirada de los 14.000 soldados sirios en Líbano, Terje Roed-Larsen, se aprestaba a viajar a Damasco.

Roed-Larsen emprende su viaje ante la preocupación que despierta en Estados Unidos el avance en Líbano del movimiento islámico prosirio de origen chiita Hezbolá (Partido de Dios) en las elecciones parlamentarias sirias.

Este partido obtuvo la mayoría de los votos en la fase de los comicios celebrada el domingo en el sur de Líbano.

Siria ha estado sometida a intensa presión internacional en los últimos años, especialmente desde que el presidente Assad, un médico formado en Occidente que sucedió en 2000 a su padre Hafez el-Assad, no logró imponer reformas en materia de política nacional y relaciones exteriores.

Cuando Damasco manifestó su oposición a la invasión de Iraq, encabezada en 2003 por Estados Unidos y Gran Bretaña, las relaciones de este país árabe con el mundo occidental se deterioraron aun más.

Al menos en las primeras instancias de la guerra, Siria permitió abiertamente a combatientes árabes cruzar su territorio hacia Iraq para unirse a la resistencia a la invasión.

Desde entonces, Washington acusa periódicamente a Damasco de involucrarse en la insurgencia en Iraq, ya sea permitiendo el cruce de sus fronteras como el uso por parte de baathistas iraquíes de Siria como base financiera y logística.

Estados Unidos también asegura que Siria apoya a organizaciones combatientes palestinas que rechazan las negociaciones de paz con Israel. El gobierno de George W. Bush ya ha comenzado a aplicar ciertas sanciones contra Siria previstas en una ley aprobada en 2004.

La resolución 1.599 fue aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU luego de que el régimen de Assad obligó a las autoridades de Líbano a cambiar su constitución de modo de permitir la reelección del presidente prosirio Emile Lahoud.

Rafiq Hariri, quien era entonces primer ministro y se opuso a la reforma, renunció poco después y fue asesinado con un atentado explosivo el 14 de febrero en Beirut.

Libaneses antisirios tomaron las calles para acusar a Damasco del asesinato y reclamar el fin de la presencia de tropas sirias, que ya llevaba 29 años.

El gobierno de Assad negó estar involucrado en el crimen, pero presionado por la opinión pública libanesa e internacional retiró sus tropas a tiempo para las elecciones de Líbano, que se celebraron en cuatro rondas entre el 29 de mayo y el 19 de junio.

Es en este contexto que se celebra el congreso partidario del Baath sirio, un partido panárabe fundado en 1953 y cuya rama en Iraq gobernó ese país hasta la caída del presidente Saddam Hussein en 2003.

La población supo que se avecinaba un gran debate interno cuando Assad anunció en marzo ante el parlamento un ”salto hacia adelante” en materia de política interna.

El ministro de Asuntos de los Expatriados, Buthayna Shaaban, quien suele actuar como portavoz del gobierno, declaró el lunes que ese salto era posible.

Pero la población es escéptica, y pocos en Damasco se molestaron en presenciar el enardecido discurso con que el presidente Assad abrió el congreso. En marzo, en cambio, muchos se pararon frente a escaparates en las calles para escuchar por los televisores su intervención ante el parlamento.

Assad advirtió el lunes contra la adopción de cambios bajo presión externa, léase Estados Unidos y Europa. ”Cualquier decisión o moción debe reflejar necesidades internas y no dañar nuestros intereses ni nuestra estabilidad”, sostuvo.

Algunos disidentes interpretaron que las reformas democráticas, la apertura de la sociedad y el fin del férreo control del poder a cargo de Baath ingresarán, en la mejor de las posibilidades, en una fase glacial.

Reformistas del Baath consideran que los líderes retrasarán las reformas al menos dos años, con el fin de permitir una candidatura única de Assad a la presidencia en 2007. Pero, agregaron, el gobierno podría emitir algunas señales simbólicas de apertura.

Los dirigentes intentan cambiar el eje del debate hacia la reforma económica, donde entienden que habrá más posibilidad de avances.

Antes del congreso se registró una serie de arrestos de opositores, algunos de los cuales fueron liberados más tarde. ”Es lo de siempre”, dijo el abogado de derechos humanos Haitham Maleh, defensor de varios dirigentes de la clandestina Hermandad Musulmana.

”La reunión del Comando Regional está dominado por las mismas caras viejas de siempre. Se eligieron a sí mismos”, dijo Ayman Abdel Nour, editor de un boletín electrónico sobre política y él mismo miembro activo de Baath.

Abdel Nour dijo que, al fin y al cabo, hubo cierto éxito: algunos reformistas lograron ser invitados al congreso.

La expectativa por un ”salto hacia adelante” aumenta por la existencia de una ”gran corrupción” de naturaleza ”económica y política”, dijo el empresario Firas Tlass, también miembro activo de Baath, quien reclama un mejoramiento del vínculo con Estados Unidos.

El apoyo a los combatientes en Iraq debería terminar, pero ”difícilmente haya ni siquiera 100 sirios” que estarían de acuerdo con el cese del respaldo al movimiento libanés Hizbolá, que lucha contra Israel.

Abdel Nour y Tlass se pronunciaron en favor de elecciones multipartidarias y por el fin del monopolio del poder en manos de Baath. ”La competencia te mantiene saludable. Sin competencia, te mueres”, indicó Abdel Nour. (

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