El periodista antisirio Samir Kassir fue asesinado este jueves en la capital de Líbano con una bomba instalada en su automóvil, en una zona residencial de mayoría cristiana. La condena al crimen resonó en todos los sectores del país.
La bomba fue ubicada debajo del asiento del conductor. El automóvil de Kassir estaba estacionado frente a la casa del periodista, y, al parecer, fue detonada por control remoto. La explosión mató de inmediato al periodista e hirió a un peatón.
Kassir, de 45 años, es la personalidad más célebre de Líbano asesinada desde el atentado que acabó con la vida del ex primer ministro Rafik Hariri. Aquel crimen desató una ola de furia popular contra Damasco y el gobierno libanés prosirio, que a la postre cedió a las presiones y cayó.
Esas manifestaciones pusieron fin a los 29 años de fuerte presencia militar siria en Líbano.
Organizaciones antisirias se apresuraron a acusar a Damasco y a sus aliados libaneses, en particular al presidente Emile Lahoud, por el asesinato.
Samir Kassir fue asesinado por los remanentes de las agencias de seguridad que controlan el país y que son encabezadas por Lahoud, dijo el dirigente opositor Walid Jumblatt.
Mientras la cabeza de la serpiente permanezca en (el palacio presidencial) de Baabda, los asesinatos continuarán, advirtió.
Lahoud condenó el crimen. Mientras, un funcionario del Ministerio del Interior sirio negó en declaraciones anónimas a la agencia estatal de noticias SANA el involucramiento del gobierno de Bashar el Assad.
Kassir, popular columnista del diario An-Nahar, era conocido por sus implacables críticas al régimen sirio y al control que éste ejercía sobre su país.
Sus ataques virulentos contra las autoridades libanesas, que solían figurar en la portada del periódico, lo hicieron objeto de amenazas y actos de intimidación a manos de servicios de seguridad, la prohibición de que apareciera en la televisión pública y la confiscación temporaria de su pasaporte en 2001.
Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de San José en Beirut, el periodista escribió varios libros sobre historia y política libanesa y árabe, y también contribuyó en la fundación del movimiento Izquierda Democrática.
Kassir jugó un papel activo en las manifestaciones originadas tras el asesinato de Hariri y expresaba su confianza en que los acontecimientos tuvieran eco en el mundo árabe.
En una entrevista reciente, manifestó su intención de viajar a Damasco para colaborar con el movimiento reformista sirio.
En su último editorial, publicado el viernes, Kassir criticó el proceso de reformas en que se había embarcado el partido gobernante en Siria, Baath.
La reforma de los baazistas no implica la aceptación de las opiniones opositoras. El régimen en Siria se comporta del mismo modo que el decapitado en Líbano, con una metida de pata atrás de otra.
Las calles de Beirut estaban emocionalmente en llamas este jueves. Muchos se acercaron a la escena del crimen para manifestar su ira y su angustia.
El escritor Elias Khouri estalló en lágrimas mientras abrazaba al también desolado Elias Atallah, líder de Izquierda Democrática. Lo mataron Emile Lahoud, el jefe de Estado, y las fuerzas de seguridad, decía Atallah.
Este es el clímax del proceso de agravamiento del panorama político libanés, tras la primera ronda de las elecciones parlamentarias del domingo, las primeras sin el tutelaje sirio.
La campaña hacia los comicios estuvo marcado por la desintegración del movimiento opositor antisirio. El diseño de las leyes electorales aplicadas correspondió en 2000 a una dirigencia política que cedió a fuertes presiones sirias.
La ley establece grandes distritos electorales, que, según políticos cristianos, no ofrecen representación adecuada a las comunidades minoritarias libanesas.
El asunto dividió al movimiento opositor. Algunos partidos llamaron al boicot y otros se beneficiaron de esa ausencia. Pero las alianzas que originó la peculiar situación resultaron muy inusuales.
El general Michel Aoun, un dirigente antisirio que regresó recientemente a Líbano tras 14 años exiliado en Francia, se alió el miércoles para la segunda vuelta electoral con el legislador prosirio Talal Arslan en varios distritos.
Pero Aoun llamó, además, a boicotear las elecciones en la capital.
El propio Jumblatt, aliado con organizaciones prosirias en el distrito de Baabda, cuenta en sus listas con Bahia Hariri, hermana del asesinado primer ministro.
Las elecciones se han transformado en una competencia de intereses y rivalidades personales, declaró el influyente Consejo de Obispos Maronitas presidido por el patriarca Nasrallah Sfeir.
Apenas 28 por ciento de los ciudadanos habilitados participaron en la primera vuelta en Beirut, y se prevé que 30 por ciento votarán en las elecciones en el sur del país, este domingo.
El desaliento tras el levantamiento popular que originó el asesinato de Hariri es considerado por analistas como la señal de los problemas estructurales libaneses, que, aseguran, van mucho más allá del dominio militar y político sirio. (