INFANCIA-INDONESIA: Espacios para la esperanza

Riisa se mueve sin esfuerzo aparente mientras ondea sus brazos en armonía con otras seis niñas. Sus vestidos bordados y velos rojos brillan bajo el sol del mediodía, seis meses después del maremoto que cambió sus vidas para siempre.

La coreografía se ajusta al tiempo que les indica su maestra Sri, quien con su voz de mezzosoprano canta un ”bine” que habla de días felices en Takenon, una aldea cercana.

”Amo esta canción, me recuerda a mi ciudad natal”, dice Riisa, de 15 años.

Riisa es una de 107 niños, niñas y adolescentes de una comunidad de 1.000 personas que se trasladaron a un barrio improvisado en este rincón de la provincia indonesia de Aceh, arrasada por las olas gigantes del maremoto del 26 de diciembre pasado.

Desde hace algunas semanas, las niñas practican los ”bines” todos los miércoles, el día asignado a danzas tradicionales por el proyecto Espacios para los Niños, de la organización internacional Child Fund (Fondo de la Infancia).
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”Antes de la llegada de Child Fund no teníamos nada que hacer, más que pensar en el pasado. Estábamos tristes, pero ahora tenemos algo que esperar cada día”, dijo Riisa.

El pasado 26 de diciembre, la tierra se estremeció durante 15 minutos frente a la isla indonesia de Sumatra, en el océano Índico. El sismo provocó olas gigantescas que barrieron pueblos enteros y centros turísticos en las costas del sur de Asia y llegaron hasta Somalia, dejando al menos 280.000 muertos.

Indonesia fue el país más afectado, con 168.000 víctimas fatales, en su mayoría en la occidental provincia de Aceh. Según cifras oficiales, un tercio de los muertos o desaparecidos eran niños.

Seis meses después de la catástrofe, los niños constituyen cerca de la mitad de las casi 500.000 personas que viven en muy malas condiciones en tiendas o barracas. Se estima que los huérfanos suman entre 2.000 y 3.000.

Sin contar las pérdidas directas, muchos niños quedaron traumatizados de por vida por las olas gigantes, y después, por la visión y el olor de la muerte. Algunos no hablan ni ríen, mientras que otros ocultan su trauma bajo un velo de normalidad.

”Algunos padecen el estrés postraumático, pero otros simplemente lo reprimen. Necesitan ayuda, pero no la reciben. Esto aflorará después”, advirtió Christine Louw, de la organización no gubernamental Global Relief (Socorro mundial), con sede en Sudáfrica.

En esta situación, Child Fund dirige espacios diseñados con los niños en mente, donde éstos pueden jugar, aprender, y lentamente, recuperar la normalidad.

”Es importante que estos niños sean protegidos y se les ayude a recuperar cierto tipo de normalidad”, dijo Jessica Lenz, directora de protección a la infancia de Child Fund/Indonesia.

En una zona donde abundan los megaproyectos millonarios en dólares, la iniciativa de Child Fund puede parecer pequeña, pero no lo es: las bases de un futuro major radican también en el canto y la danza con los niños, dicen sus promotores.

El proyecto Espacio para los Niños puso el foco sobre la infancia y llamó la atención de los mayores. De esa forma, también ha ayudado a proteger a los niños de los peligros del tráfico, el matrimonio precoz, la esclavitud y otras amenazas que aumentan en el clima de confusión reinante tras un desastre natural.

Sin ir más lejos, el día 20 destacadas personalidades de Nias, una pequeña isla frente a las costas de Aceh, afirmaron que decenas de niños fueron llevados de su comunidades ilegalmente desde el tsunami.

Según un reciente informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, unos 100.000 niños, niñas y mujeres son víctimas de tráfico en Indonesia cada año.

”Si alguien viene a ofrecer un empleo en Yakarta o una beca en algún otro lugar, los adultos deben abrir los ojos”, advirtió Lenz, reiterando el mensaje que su personal difunde entre los Comités para el Bienestar Infantil.

Los Comités son 101 grupos integrados por ocho miembros de cada comunidad que reciben entrenamiento para la protección de la infancia. A través de ellos, la ONG llega a más de 12.000 niños.

”Los niños deben permanecer en su comunidad”, destaca Lenz, haciéndose eco de la consigna de su organización, que integra el Christian Children's Fund (Fondo Cristiano de la Infancia), un grupo de caridad estadounidense.

En los 115 Espacios para la Infancia que Child Fund conduce en Banda Aceh, Aceh Besar, Aceh Barat, Aceh Jaya y Bireuen, los niños cantan y bailan, pero también practican deportes, leen el Corán y aprenden inglés.

”Las actividades se desarrollan en diversos lugares, incluso tiendas y mezquitas”, explicó Lenz. Agregó que su organización comenzó a construir ”jambos”, estructuras de Madera que se transformarán en nuevos sitios de juego y aprendizaje.

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