Ana Gutiérrez y Carlos García abandonaron hace años el intento de vivir sólo del salario en pesos cubanos que cobran como profesionales de una empresa estatal, pero ahora no saben qué hacer porque los pocos dólares que consiguen por trabajos independientes se van como el agua.
Antes la gente decía que la vida no estaba fácil. Ahora todo el mundo tiene la certeza de que está difícil y se va a poner mucho peor, comentó Gutiérrez, una economista que para aumentar los ingresos de su empleo formal limpia casas los fines de semana por dos o tres dólares de paga.
Los pesos que gano en mi trabajo con el Estado no alcanzan para nada. Mi hermano vive en Estados Unidos y me manda algo de vez en cuando, pero es muy esporádico e inseguro y en Cuba cada vez los dólares valen menos, explicó la mujer, de 39 años.
En los últimos meses, el gobierno de Fidel Castro anunció aumentos del salario mínimo y de los ingresos de jubilaciones y pensiones, además de tomar medidas para ayudar a los sectores vulnerables y a los núcleos familiares más empobrecidos.
En particular, el jueves 23 el gobierno informó del aumento promedio a partir del 1 julio de 57 pesos para los trabajadores de la salud y de 43 pesos para los del sector de educación.
Pero las resoluciones anunciadas hasta ahora no son suficientes en un país donde buena parte de los productos de primera necesidad pueden adquirirse sólo en pesos cubanos convertibles (CUC), más conocido como chavito y que se venden a 25 pesos cubanos o 1,20 dólares. La oferta se deprime y los precios suben constantemente.
Te suben cinco centavos por aquí, 10 por allá. Viajar por la ciudad en taxis colectivos privados (automóviles de transporte público con recorridos preestablecidos) cuesta el doble que hace un año. Todo el mundo, hasta el médico o el dentista, espera que le des algún dólar por su atención, se queja García, un ingeniero que debe apelar a trabajos extras como Gutiérrez para subsistir.
Economistas consultados por IPS consideran que los niveles adquisitivos de la población están disminuyendo de forma acelerada a juzgar por el marcado descenso de las compras de alimentos en los mercados agropecuarios en todo el país.
Fuentes oficiales indican que entre enero y abril los 11,2 millones de cubanos adquirieron en promedio 42,6 por ciento menos de alimentos que en igual período del 2004. Las cifras incluyen las compras a empresas estatales, cooperativas y campesinos privados.
Los valores de las carnes, los frijoles, frutas y verduras subieron en todo el país. Sólo la malanga, un tubérculo de alta demanda, no sufrió un alza en el promedio nacional, pero en La Habana se vende a 3,50 pesos la libra (más de siete pesos el kilogramo).
El aumento de los precios en los mercados libres de alimentos contrarresta el efecto de las mejoras, que el gobierno esperaba lograr a través del incremento de los ingresos, afirmó un economista que pidió reserva sobre su identidad.
Aunque no se han dado nuevas alzas generalizadas de precios en las tiendas de venta en divisa, sí se observa el aumento selectivo de algunos productos como el puré de tomate de fabricación nacional o el café instantáneo importado.
En Cuba, la educación y la salud pública son gratuitas para toda la población, mientras que las tarifas de los servicios básicos y un grupo limitado de productos de primera necesidad están subvencionados por el Estado.
Pero, así y todo, hay una amplia gama de necesidades no cubiertas y, en los últimos años, se aprecia un aumento de las diferencias sociales.
La gran mayoría de las familias cubanas, que viven sin privilegios de ningún tipo ni altos ingresos, han sido las más afectadas por las medidas dictadas el año pasado por Estados Unidos contra Cuba y por la consecuente respuesta del gobierno de este último país.
Un plan diseñados por el gobierno de George W. Bush, con la intención declarada de obligar a una transición política institucional en la isla caribeña, restringió los viajes de la comunidad cubana residente en Estados Unidos a su país natal y el envío de remesas de dinero a familias o amistades.
Washington también aumentó los controles sobre los viajes de los propios estadounidenses a Cuba e impulsó un grupo de iniciativas en terceros países para frenar el flujo de recursos financieros que mantiene al gobierno de Castro.
La Habana, por su parte, decretó en respuesta un alza generalizada de precios en las tiendas de venta en divisa, sacó el dólar estadounidense de la circulación y estableció un gravamen de 10 por ciento al cambio de esa moneda por el peso cubano convertible (CUC).
A comienzos de este año, se sumó al gravamen una tasa de cambio de ocho por ciento, que el Banco Central redondeó en 10 por ciento. Si el cambio se estableciera por el peso que yo gano en mi trabajo estaríamos muy bien, pero no es así, comentó García.
La Cámara de Representantes de Estados Unidos anuló la semana pasada una iniciativa legislativa que habría flexibilizado el envío de paquetes postales desde ese país a la isla, limitado en la actualidad a productos médicos.
La realidad es que, aunque el dólar no circula, los salarios que la mayoría de las personas ganan en pesos apenas alcanza para pagar las cuentas del mes (luz, teléfono, gas y agua), comprar los alimentos más necesarios y pagar el transporte.
Al mismo tiempo, estudios especializados advierten sobre los efectos negativos que podría enfrentar la economía cubana en caso de que el gobierno decidiera decretar un alza generalizada de salarios.
Sólo en la esfera financiera, se estima que un incremento salarial generalizado podría elevar la liquidez acumulada a unos 19.000 millones de pesos.
Para enfrentar este fenómeno, el país tendrá que aumentar de forma inmediata la oferta en moneda nacional o disponer de volúmenes importantes de divisas para responder a la demanda sobre la compra de CUC.
De lo contrario, estaremos ante la presencia de un nuevo aumento de los precios y un posible repunte inflacionario, pronostica el especialista consultado por IPS.