El gobierno de Estados Unidos se muestra cada vez más a la defensiva por las prácticas de su personal en el centro de detención de supuestos terroristas instalado en la base naval de Guantánamo, Cuba.
El Comité de Asuntos Judiciales del Senado iniciará esta semana audiencias sin precedentes sobre las políticas de detención del gobierno, que también incomodan a legisladores del oficialista Partido Republicano.
Hasta el presidente George W. Bush manifestó dudas sobre las acciones a seguir al respecto.
El último que manifestó su malestar es el ex precandidato a la Presidencia, senador John McCain, para quien Washington debería someter a juicio a los 520 detenidos en Guantánamo o, de lo contrario, dejarlos libres.
Creo que la clave de esto es avanzar en el proceso judicial para que estos individuos sean juzgados por cualquier delito de que se los acuse, y no mantenerlos como residentes perpetuos en la instalación de Guantánamo, dijo McCain.
El senador republicano, él mismo un ex prisionero de guerra en Vietnam, realizó estas declaraciones en una conferencia de prensa convocada en el Capitolio, sede del Poder Legislativo en Washington, por el líder de la mayoría republicana en el Senado, Bil Frist.
McCain recordó que él y dos senadores del opositor Partido Demócrata enviaron, luego de visitar Guantánamo hace dos años, una carta al secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld para pedirle que juzgue o libere a los detenidos.
Frist, quien había llamado a la prensa para presionar a los demócratas con el fin de que no bloquearan la confirmación del nombramiento de John Bolton como embajador en la ONU, se apresuró a defender al gobierno ante las manifestaciones de McCain.
Washington no debería ceder al clamor de cerrar la base en Guantánamo, reflejado por destacados demócratas y al menos un cercano colaborador del presidente George W. Bush la semana pasada, sostuvo Frist.
Huir por problemas de imagen es algo equivocado, advirtió el legislador, si bien admitió que la situación en la base naval le había creado un problema de relaciones públicas al gobierno.
El diálogo registrado en la conferencia de prensa en el Capitolio refleja las crecientes tensiones dentro del Partido Republicano sobre diversos asuntos, incluida la conducción de la guerra en Iraq.
Tras un periodo de relativa calma, la situación de los prisioneros en Guantánamo volvió a la luz pública el mes pasado, cuando la revista Newsweek informó sobre un supuesto incidente en que interrogadores en la base naval arrojaron un ejemplar del Corán al retrete para enfurecer a detenidos musulmanes.
Poco después, la organización de derechos humanos Amnistía Internacional caracterizó el sistema de detención implementado por Estados Unidos a nivel planetario como el Gulag de nuestros tiempos, en alusión a los centros de reclusión para disidentes de la hoy disuelta Unión Soviética.
Tanto en el caso del informe de Newsweeek como en el de la declaración de Amnistía, el gobierno de Bush y sus simpatizantes reaccionaron con indignación, y en principio lograron salvar su imagen.
Pero no dejaron de surgir datos sobre presuntos abusos en las prisiones militares estadounidenses que estallaron en la cara de los funcionarios, entre ellos un artículo de la revista Time sobre la detención e interrogatorio de un sospechoso de secuestro.
Los escándalos tuvieron consecuencias políticas.
La aprobación de la gestión de Bush por parte de la opinión pública cae. El mandatario no logra acelerar su proyecto de reforma de la seguridad social, la violencia en Iraq continúa y se manifiestan roces dentro del Partido Republicano por la candidatura a la presidencia de 2008.
La situación ha alentado a los demócratas y a los medios de comunicación a mostrarse más críticos del gobierno.
El ex presidente estadounidense Jimmy Carter y el principal demócrata de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Joseph Biden, propusieron el cierre de la prisión de Guantánamo. La iniciativa ha logrado un inesperado impulso.
El presidente del Comité Judicial del Senado, Arlen Specter, anunció el comienzo para esta semana de audiencias con el fin de analizar el eventual cierre del centro de detención estadounidense en territorio cubano.
El viernes, un senador republicano leal a Bush, Mel Martinez, quien fue secretario (ministro) de Vivienda en el anterior periodo presidencial, sugirió que el cierre de Guantánamo sería una medida correcta.
Uno se pregunta cuál es la relación costo-beneficio, sostuvo Martinez.
Mientras, el senador Chuck Hagel —quien, al igual que McCain y Frist, aspira a la candidatura republicana a la presidencia— sostuvo que los acontecimientos en Guantánamo configuraban un serio problema de imagen.
Al igual que McCain, Hagel rechazó la posibilidad de mantener para siempre a los prisioneros en confinamiento e incluso hasta que mueran de viejos.
El presidente del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, el republicano Duncan Hunter, consideró que ni siquiera en en filas del gobierno existe unanimidad al respecto.
Creo que están divididos, dijo, entrevistado el domingo por la televisión.
El propio Bush manifestó sus dudas. El miércoles pasado, consultado por el posible cierre de la prisión de Guantánamo, contestó: Estamos explorando todas las alternativas para lograr el principal objetivo, que es proteger a Estados Unidos. Lo que no queremos es dejar libre a alguien que pueda perjudicarnos.
Por su parte, el vicepresidente Dick Cheney aseguró el lunes, en una extensa entrevista con el canal de televisión FoxNews, que los detenidos en Guantánamo recibían un trato humano, y que esa prisión era parte esencial de la estrategia de prevalecer y ganar en la guerra contra el terror.
Lo importante es entender que la gente que está en Guantánamo es mala, concluyó Cheney. (