El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, rompió seis meses de mutismo respecto de la crisis en la región sudanesa de Darfur al reiterar su creencia de que allí se está registrando un genocidio.
Pero en sus declaraciones de este miércoles, Bush no incluyó ninguna señal de que su gobierno fuera a realizar gestiones más contundentes para detener la masacre.
"Esta es una situación seria", dijo el presidente durante una sesión para los fotógrafos de prensa junto con su par sudafricano Thabo Mbeki.
"Como ustedes saben, el ex secretario de Estado (canciller) Colin Powell, con mi anuencia, declaró la situación genocidio", agregó.
Bush informó que estaba realizando consultas con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y otros aliados occidentales en procura de aumentar el apoyo logístico a los 2.300 integrantes de la misión militar y policial de la Unión Africana (UA) en Darfur.
A numerosos activistas de derechos humanos y por el desarrollo de África, cada vez más preocupados por el acercamiento del gobierno estadounidense con el régimen del Frente Islámico Nacional (NIF), no le impresionaron las declaraciones de Bush.
"Son desesperadamente oportunistas", sostuvo Eric Reeves, profesor del centro universitario Smith College que tuvo un papel destacado en la campaña internacional por llamar la intención sobre las matanzas en Darfur.
"Esto sólo puede tener la intención de revertir la percepción de que este gobierno se ha retractado de su otrora fuerte posición" contra el régimen islámico en Jartum, según Reeves.
"Parece como si Bush tratara de ocultarse detrás de Colin Powell", coincidió Ann-Louise Colgan, subdirectora de la organización estadounidense Africa Action. "Es una respuesta completamente insuficiente a un genocidio decir que estás enviando un avión carguero."
Los informes más aceptados indican que la matanza de negros musulmanes a manos de milicias árabes Janjaweed —patrocinadas por el régimen— continúa, según Colgan.
"La prioridad es proteger a la población. En este momento, nada menos que una intervención multinacional podría lograrlo", sostuvo.
Bush realizó sus declaraciones en medio de una creciente presión sobre el gobierno para que tome acciones tras dos años y medio de campaña contrainsurgente en Darfur a manos de fuerzas gubernamentales y los Janjaweed.
Las acciones en esa región resultaron ya en la muerte de hasta 400.000 personas y en el desplazamiento forzoso de 2,5 millones.
La semana pasada, unas 80 organizaciones religiosas y de derechos humanos reclamaron a la Casa Blanca, a través de una carta pública, que proponga al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) autorizar a la fuerza de la UA el uso de armas para proteger a la población civil.
Con el argumento de que el genocidio era una preocupación mundial, las organizaciones, entre ellas Africa Action, el Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos y Médicos por los Derechos Humanos, también reclamaron a Bush la movilización de una "robusta fuerza internacional" para apuntalar el trabajo de la UA.
Mientras tanto, los promotores de un proyecto de ley que autorizaría al presidente usar la fuerza militar para detener las matanzas anunciaron que 144 representantes —25 por ciento de los miembros de la cámara baja— lo firmaron como copatrocinantes.
Una encuesta publicada este miércoles por el Grupo Internacional de Crisis (ICG) indica que casi cuatro de cada cinco entrevistados estadounidenses están en favor de una fuerte acción de la comunidad internacional para poner fin a la masacre.
Entre otras medidas, los encuestados previeron la instauración en Darfur de una zona vedada al sobrevuelo de aviones sudaneses.
Si bien apenas 64 por ciento de los entrevistados dijeron estar al tanto de la situación en Darfur, 84 por ciento consideraron que Estados Unidos no debería tolerar actos de genocidio o crímenes contra la humanidad a manos de un régimen extremista, y que en ese caso podría desplegar sus tropas para impedirlo.
La mayor presión sobre Bush procede, de todos modos, de fuentes externas a Estados Unidos, fundamentalmente Mbeki, quien aplaudió gentil el apoyo logístico de Washington a la operación de la UA.
"Habrá notado que no hemos pedido a nadie fuera del continente africano el despliegue de tropas en Darfur. Es una responsabilidad africana, y podemos hacerlo", dijo Mbeki.
"La UA ha demostrado su liderazgo, pero no puede afrontar sola esa carga, y no debería, pues el genocidio es un crimen contra la humanidad", agregó.
La semana pasada, el secretario general de la ONU viajó a Darfur para expresar su preocupación. Pero una vez que se retiró de Sudán, las autoridades detuvieron a su intérprete sudanés y a los dos principales activistas en el terreno de la filial holandesa de la organización humanitaria Médicos sin Fronteras.
Mientras, el subsecretario de Estado (vicecanciller) estadounidense, Robert Zoellick, quien visitará Darfur el fin de semana, dijo que el régimen en Jartum "trabajaba duro por hallar una solución política" a la crisis humanitaria. (FIN/IPS/traen-mj/jl/hd ip/05)