En mayo de 2001, 26 mexicanos indocumentados se internaron en el desierto de Arizona, Estados Unidos. Tras caminar cuatro días, 14 murieron de sed, bajo un sol inclemente y un intenso calor. Su tragedia, cruda pero no excepcional, llegará pronto al cine.
El Camino del diablo, nombre con el que se conoce la zona desértica por la que transitaron y murieron los inmigrantes, será el título la cinta que empezará a filmarse en septiembre y a proyectarse en 2006.
La historia será contada desde el punto de vista de los inmigrantes, de los traficantes de personas que los abandonaron en el desierto y de los agentes fronterizos estadounidenses que los hallaron, explicó el mexicano Rodolfo Joffroy, director del filme.
Los 14 bebieron su orina, se enterraron en la arena y se lastimaron manos y bocas por comer cactus. Fueron parte de los 391 mexicanos que murieron en 2001 cuando intentaban emigrar a Estados Unidos.
Como parte de la pre-producción, el equipo de Joffroy visitó el desierto y locaciones en Veracruz, estado mexicano de donde procedía buena parte del grupo de 26 inmigrantes.
Joffroy se estrenará como director en el Camino del diablo, impresionado por la historia que vivieron sus paisanos en el desierto de Arizona. En la investigación previa, el director contó con el apoyo de los consulados mexicanos en zonas fronterizas del sur de Estados Unidos, lo que le facilitó adentrarse en el mundo de la migración.
La muerte de los 14 hombres provocó en su momento airadas reacciones en México y Estados Unidos, cuyos gobiernos culparon a los traficantes de personas, conocidos como polleros o coyotes, de abandonar a sus clientes en el desierto, y acusaciones de activistas contra Washington por imponer una estrategia policial en la frontera.
Pero el hecho también generó manifestaciones artísticas en pintura y teatro, ámbitos en los que las historias de inmigración se repiten de forma periódica en México.
La nueva cinta basa su guión en el exitoso libro del escritor mexicano-estadounidense Luis Urrea, The Devil's Highway (La autopista del diablo).
Estos filmes tienden a ser crudos, pues reflejan una realidad que se pierde como estadística sobre tal o cual número de muertos, pero que es tan dura que siempre esperamos que llamé la atención de las autoridades, dijo a IPS el crítico de cine Gustavo Palacios.
Le auguramos éxito, ello asegurará que haya oídos y ojos hacia el drama de los inmigrantes, apuntó.
Por las zonas desérticas de Arizona ingresan gran parte de los inmigrantes mexicanos a Estados Unidos. Informes oficiales indican que cerca de la mitad de los poco más de un millón de inmigrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza en 2004 habían cruzado por esos lugares.
Ingresar a Estados Unidos por las zonas menos vigiladas es equivalente a jugarse la vida, pues se trata de ríos turbulentos o de desiertos con temperaturas de más de 40 grados, en los que es fácil perderse.
Pero unos 400.000 mexicanos logran cada año burlar los estrictos controles migratorios de Estados Unidos e integrarse al sistema productivo de ese país, mientras más de un millón fracasan y regresan.
También cientos mueren en su intento. Reportes oficiales indican que entre 1995 y 2004, los fallecidos a lo largo de los 3.200 de kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos sumaron 2.952. Los años con más mortandad fueron 2000, con 491, y 2003, con 422.
México demanda un acuerdo que regularice y ordene la permanencia de los emigrantes mexicanos indocumentados en Estados Unidos, pero Washington advierte que sólo promoverá un esquema basado en permisos temporales de trabajo, y que continuará aplicando férreos controles en su frontera.
En Estados Unidos viven cerca de 40 millones de personas de origen latinoamericano, la mayoría de ellas procedentes de México.
Antes de 1993, se podía ingresar a Estados Unidos por zonas cercanas a las ciudades fronterizas, pero desde ese año los caminos fueron cerrados con muros, rejas y controles de todo tipo, reforzados aun más luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.
Entonces los inmigrantes y sus guías, la mayoría traficantes de personas, intentan el ingreso por lugares cada vez más inhóspitos.
Si logran pasar, son transportados al interior del territorio estadounidense en camiones y vagones de tren sellados, dentro de maletas o a pie, una aventura en la que pueden dejar la vida, como sucedió a los 14 que siguieron el camino del diablo. (