CINE-BRASIL: Tres ciegas nacidas para ser cantantes

El ambiente en que viven y sus propias vidas se destacan por la precariedad, más allá de la pobreza, hecho que amplía la sorpresa y la ternura que despiertan al presentarse con toda naturalidad ante las cámaras. Se trata de un trío de mujeres cantantes con la calle como escenario.

Las tres ”Cieguitas cantantes” constituyen un singular fenómeno de la cultura popular brasileña, rescatada por el filme ”A pessoa é pra o que nasce” (un ejemplo de la flexibilidad del portugués para decir que ”Uno es lo que nació para ser”), en exhibición comercial desde comienzos de este mes en Río de Janeiro.

Maroca, Poroca e Indaiá son tres hermanas que nacieron ciegas, entre 1943 y 1950, en una familia muy pobre del nororiental estado de Paraíba, hijas de un campesino sin tierra y alcohólico que las dejó huérfanas cuando eran niñas.

Pasaron, para sobrevivir, a pedir limosna y cantar en las calles, ferias o iglesias de Campina Grande, gran ciudad del interior de Paraíba. Hubo un período en que sus ingresos alimentaban a 14 parientes, según Maroca, la líder del trío que en el filme destaca la paradoja. En la casa eran los discapacitados quienes sostenían a los demás, ”el feo trabajando para que coma el bonito”.

No se lamentan, atribuyendo el destino a la voluntad de Dios y al dicho ”Uno es lo que nació para ser”.

El talento de las hermanas, como cantantes de ”cocos”, un tipo de música popular del nordeste brasileño, solo fue reconocido cuando la mayor ya tenía 54 años. Una emisora de televisión estatal las mostró en 1997, despertando el interés del cineasta Roberto Berliner.

Este las buscó enseguida en Campina Grande parta hacer entonces un documental de cortometraje que sirvió de impulso inicial de ”A pessoa é para o que nasce”, su primer largometraje, que ganó este mes el premio de mejor filme en el Festival de Fortaleza, capital de Ceará, otro estado del nordeste.

”Cieguitas Cantantes” capta el trío cantante en cinco momentos desde 1998, además de aprovechar, de un archivo, algunas escenas filmadas en blanco y negro de los años 60, cuando ellas eran muy jóvenes.

Empieza por revelar la vida precaria, en una casa pobre y pequeña, en que ellas dependen de la ayuda de una vecina que les hace la comida. Sobreviven con una pensión de 300 reales (unos 120 dólares actuales), más de mitad destinada a la compra de alimentos por la vecina, y las limosnas.

Pero luego de ”descubiertas”, en 2000 ellas son invitadas al festival internacional de música de percusión en Salvador, la capital del también nororiental estado de Bahía, y en Sao Paulo, siendo aplaudidas por miles de personas. En 2004 ellas son condecoradas por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, como reconocimiento por su contribución musical.

La película invade la intimidad de las cieguitas, exponiendo sus vulnerabilidades y un dilema ético de los documentales sobre hasta donde se puede invadir la vida de las personas. La escena final las desnuda literalmente, para un baño en el mar, un viejo sueño.

Sus tragedias se cuentan naturalmente. Maroca, la única que se casó, tuvo una hija que le fue quitada por parientes del marido y sólo la recuperó ya con nueve años. Ella y testigos cuentan como le asesinaron su segundo marido a cuchilladas. De Poroca se menciona un estupro sufrido y de Indaiá la frustración al ser abandonada por un novio.

Pero hay también mucho humor ingenuo. Maroca, la que más habla, hace chistes con sus desgracias. Con el primer marido vivió 11 años y con el segundo dos, por lo tanto ”si arreglo otro nuevo, viviré con él sólo un mes”.

La misma Maroca, a los 60 años, se dice enamorada del director Berliner, quien sorprende al aparecer como personaje para aclarar que tiene mucha amistad, y sólo eso, por las tres hermanas.

El cine documental vive un período creativo y de reconocimiento público, en Brasil. Sus producciones conquistaron un nuevo status en esta década, ganando la exhibición comercial que antes les era negada.

Berliner sigue una vertiente fértil, como es registrar en película personalidades o manifestaciones de la rica y diversificada música brasileña. En su caso trató de revelar a un público más amplio, en todo el país, las cantantes que emocionan por la autenticidad y la sencillez de una expresión netamente popular.

Las ”Cieguitas cantantes”, que marcan el ritmo de sus canciones con ganzás, especie de maracas cilíndricas, se hicieron celebridades después de los 50 años de edad, como ya ocurrió con varios otros músicos populares últimamente, en parte gracias a los documentales. Pero dos de ellas siguen cantando como limosneras en las calles de Campina Grande.

Pero el filme abrió paso también al lanzamiento de un disco doble en que las tres hermanas cantan sus cocos tradicionales, que también son reinterpretados por otros cantantes y músicos conocidos. (

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