Si un seleccionado mundial de arquitectos e ingenieros alertara sobre el peligro de derrumbe de una casa que ya muestra grietas y goteras, sus moradores no dudarían en adoptar medidas urgentes para evitar el colapso. Todo lo contrario ocurre cuando se trata del alerta del cambio climático.
Las advertencias científicas sobre el impacto del cambio climático sobre el planeta son minimizadas y los compromisos gubernamentales para reducir riesgos se diluyen, como si se esperara una solución mágica.
Los resultados de las reuniones que preceden a la próxima Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se realizará en Montreal del 28 de noviembre al 9 de diciembre, muestran muy escasa voluntad de avanzar en esos compromisos.
Será la XI Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y la primera de los Estados firmantes del Protocolo de Kyoto, que entró en vigor en febrero sin la ratificación de Estados Unidos.
El Protocolo establece que los países industrializados deben lograr que sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2012 sean 5,2 por ciento inferiores a las de 1990. En Montreal debería comenzar a discutirse que deberían hacer los países luego de 2012.
Un estudio realizado este año por la Agencia de Evaluación Ambiental de Holanda advierte sobre la necesidad de que todos los países, y no sólo los industrializados, asuman algún compromiso de reducción de emisiones para 2020.
De lo contrario no podrán alcanzarse las metas de reducción de emisiones que los miembros del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático consideran imprescindibles para neutralizar el impacto adverso del recalentamiento del planeta.
Antes de Montreal, los jefes de gobierno del Grupo de los Ocho países más poderosos (G-8, integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) se reunirán del 6 al 8 de julio en la central localidad escocesa de Gleneagles para discutir sobre el cambio climático y el desarrollo de África.
Los países del G-8 suman 13 por ciento de la población mundial, pero son responsables de 45 por ciento de las emisiones de gases que causan efecto invernadero, al retener calor en la atmósfera.
Esos gases se liberan a la atmósfera con la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo. Su emisión también se asocia, en menor medida, con la ganadería (debido al proceso digestivo de los animales) y la deforestación en gran escala (por la combustión de árboles talados).
Pero los preparativos de la cumbre anticipan dificultades para el consenso, aun en temas asumidos frente a la evidencia científica como por ejemplo el reconocimiento de un aumento de la temperatura global a causa de la actividad humana.
Ese incremento gradual de la temperatura provoca más frecuentes y severas inundaciones, sequías, huracanes, derretimiento de glaciares, aumento del nivel del mar, incremento de enfermedades tropicales y pérdida de especies animales y vegetales.
Las academias de ciencias del G-8, Brasil, China e India destacaron este mes en una declaración conjunta que hay fuerte evidencia de que el cambio climático está ocurriendo y consideraron vital que para frenarlo los países adopten medidas ahora.
Pero ya trascendió que los delegados del G-8 son reacios a incluir ese diagnóstico en el documento de conclusiones que firmarán los jefes de gobierno.
Un seminario internacional sobre la cuestión de expertos gubernamentales, realizado en mayo en Bonn, arrojó un balance paupérrimo, dijo a IPS Roque Pedace, de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra.
Fue indicativo de la falta de voluntad de avanzar de Estados Unidos y también de países como Brasil, China o India, que boicotean el proceso, observó.
Para Pedace, es poco probable conseguir mayores compromisos en Montreal.
Existe un serio riesgo de que no haya continuidad en el proceso de comprometerse a reducir emisiones, y de que todo quede librado al avance tecnológico que se pueda desarrollar en un futuro lejano para detener el recalentamiento del planeta, alertó.
Para Pedace, lo que falta para la reducción de emisiones es voluntad política.
En Bonn, la Red de Acción sobre el Clima (CAN, por sus siglas en inglés), que representa a 287 organizaciones ambientalistas de todo el mundo, señaló a los expertos gubernamentales que el cambio climático es un problema urgente que requiere un claro mandato para Montreal.
No podemos esperar que Estados Unidos cambie de posición para comenzar a discutir los compromisos de reducción de emisiones luego de 2012, opinó.
La continuidad entre el primer y el segundo periodo de compromisos es crucial para asegurar que los mercados de emisiones y las políticas de cada país sobre mitigación no vacilen sobre inversiones futuras, sostuvo la CAN.
Pero hasta el momento, las voces de alarma caen en el vacío, igual que las iniciativas para generar espacios alternativos de debate.
El embajador argentino Raúl Estrada Oyuela, mentor de la convocatoria a un seminario de expertos que incluya a Estados Unidos para analizar escenarios posteriores a 2012, admitió que el encuentro no dio los resultados esperados y se manifestó poco entusiasta respecto de las posibilidades de éxito de la conferencia de Canadá.
Falta poco en tiempo y mucho en ideas para llegar a Montreal, sintetizó para IPS el diplomático, que es director de Asuntos Ambientales de la cancillería y uno de los actores principales de las negociaciones internacionales sobre cambio climático.
Estrada se reunió este mes en Buenos Aires con una delegación del gobierno de Canadá que viajó para intentar tender puentes entre la última Conferencia de Cambio Climático, realizada en diciembre de 2004 en la capital argentina, y la próxima en su país.
Con ese objetivo viajaron el embajador para el Cambio Climático, Jacques Bilodeau, y la viceministra adjunta de Asuntos del Clima Global, Norine Smith, a quienes se sumó el asesor en temas ambientales de la embajada canadiense en Argentina, Jean Boutet.
Los delegados comentaron con Estrada que tienen previsto realizar próximamente una reunión de consulta con representantes de 40 países, y que viajarán a Arabia Saudita para convencer a ese país de no boicotear iniciativas que están en la agenda.
Pero Estrada apuntó que si Canadá, que ejercerá la presidencia de la conferencia, no elige un tema dominante para impulsar en Montreal, la cumbre se realizará sin ningún contenido relevante.
En este sentido, recomendó poner en movimiento el debate sobre el próximo periodo de compromisos. Estrada piensa que los empresarios necesitan un marco legal para hacer inversiones en tecnologías limpias con un horizonte de largo plazo.
En la cumbre de Montreal se avanzará en la creación de un fondo que financie programas de adaptación al cambio climático en los países menos desarrollados, pero hay incertidumbre respecto del plan quinquenal de adaptación para todos los países.
La financiación de ese plan se frena cuando la Organización de Países Exportadores de Petróleo, con Arabia Saudita a la cab eza, reclama compensaciones por el impacto que causan a las economías de sus Estados miembros los llamados a reducir el consumo de combustible fósil.
En definitiva, los debates previos a la próxima conferencia están lejos de responder a las demandad de acción urgente que plantean científicos y organizaciones ambientalistas. Al menos hasta ahora, cuando faltan menos de seis meses para el gran encuentro.