BOLIVIA: Tras las huellas de los dinosaurios

– (Tierramérica) Más de 5.000 huellas de dinosaurios descubiertas en Cal Orko, al sur de Bolivia, obligan a reconstruir la prehistoria del planeta y corregir errores científicos sobre esos inmensos animales que dominaron el paisaje hasta hace unos 65 millones de años, cuando desaparecieron de la faz de la Tierra.

Tal es la principal conclusión del equipo científico internacional encabezado por el paleontólogo suizo Christian Meyer, director del Museo de Historia Natural de Basilea y decano de la Facultad de Paleontología de la Universidad de esa ciudad, que certificó en 1998 la existencia de las huellas a tres kilómetros de Sucre, sede del Poder Judicial de Bolivia.

El yacimiento paleontológico, hallado en una cantera de una fábrica de cemento, es ”de lejos el sitio con huellas de dinosaurios más grande conocido hasta ahora”, dijo

El descubrimiento es una enorme contribución a la humanidad y a la ciencia, que revela datos no conocidos hasta ahora sobre el final del periodo Cretácico y el inicio del Terciario, hace unos 66 millones de años, ”documentando la alta diversidad de dinosaurios mejor que cualquier otro sitio en el mundo”, enfatizó el experto, quien recorre el mundo desde hace más de 15 años buscando y descubriendo huellas de dinosaurios.

Hasta ese hallazgo, el sitio más grande conocido era Khjoda-Pil-ata, en Turkmenistán, y hay otros grandes en Portugal, Gran Bretaña, España y Suiza, ”pero Cal Orko es varias veces mayor que cualquiera de ellos”, explicó. En otras partes del mundo se habían hallado hasta 220 huellas de dos especies.

El inmenso yacimiento boliviano está en un farallón con pendiente de 73 grados, de 80 metros de altura y 1.200 metros de largo. Allí hay huellas de 294 especies de dinosaurios de diferentes especies impresas en el Cretácico Superior (la segunda mitad de ese periodo).

La primera constatación de su existencia se remonta a 1985, pero fue de1994 a 1998 cuando un equipo de 25 paleontólogos, bolivianos, europeos y estadounidenses encabezado por Meyer estudió y certificó el yacimiento.

Cal Orko era parte en el Cretácico de un inmenso lago poco profundo. En el Terciario, cuando se formó la cordillera de los Andes, los movimientos tectónicos llevaron ese antiguo lecho a una posición vertical. No muy lejos se descubrieron en los últimos años otros ocho yacimientos, actualmente en estudio.

Meyer, vicepresidente de la Asociación de Palenteólogos de Europa, explicó a Tierramérica que antes del descubrimiento se sostenía que los dinosaurios fueron desapareciendo paulatinamente desde el periodo Jurásico al Cretácico, y que al término de éste las pocas especies sobrevivientes sucumbieron en forma masiva.

Pero ”la dino-diversidad es muy alta en Orko y enmienda el debate acerca del declive gradual hasta el fin del Cretácico. Hemos descubierto que en este último periodo, cuando ocurrió su extinción masiva, la existencia de los saurios era muy alta y su variedad mucho más grande de lo que se suponía hasta ahora. Todo el muestrario está allí ”, afirmó Meyer.

Uno de los descubrimientos que lo asombró fue el de huellas de anquilosaurio, un cuadrúpedo herbívoro que se creía inexistente en América del Sur. Ese animal era representado como un torpe y gigantesco armadillo de unas ocho toneladas, pero ”el estudio de sus huellas dejadas en Orko nos describe un saurio mucho más alto y esbelto, de piernas más largas y más ligero”, apuntó.

Ahora es preciso incluso reconstruir modelos de esqueletos que se exhiben en los museos del mundo, rehacer fichas explicativas y crear nuevas, destacó el científico.

En Cal Orko también fueron encontrados rastros de los herbívoros sauropodos, incluyendo al gigantesco titanosaurio, de 25 metros de alto y huellas de 70 centímetros de largo, y de grandes depredadores como los terópodos, con huellas de 35 centímetros.

También se hallaron restos de tortugas, cocodrilos, peces y algas del Cretácico Superior, que permitirán a los paleontólogos estudios más exactos sobre esa época, sobre la que se disponía de datos relativamente escasos.

Se piensa que los dinosaurios llegaron a América del Sur desde América del Norte al final del Jurásico (hace unos 145 millones de años), o según otra teoría desde África, antes de que los continentes se separaran hace 235 millones de años.

Para la conservación de este yacimiento se prevé abrir en marzo de 2006 un espectacular Parque Cretácico, en el que réplicas de dinosaurios de diferentes especies darán la bienvenida a los visitantes y habrá un museo audiovisual para transportarlos a la prehistoria.

Los responsables de ese proyecto informan que se realizan trabajos para proteger el farallón, pero Meyer advierte que ”antes de construir el parque es esencial asegurar la muralla, porque en el medio de ella existe una gran falla tectónica activa, y si no se la estabiliza, el muro colapsará, el futuro parque se quedará sin su mayor atracción y la humanidad perderá una parte de la historia del planeta”.

* El autor es colaborador de Tierramérica. Publicado originalmente el sábado 11 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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