AMBIENTE-CUBA: Huracanes al acecho

Cuba ajusta al comienzo de cada temporada ciclónica un sistema de prevención de catástrofes que le permite minimizar cada vez más el número de víctimas fatales, aunque los daños materiales siguen siendo importantes, con el consecuente grave retraso para su desarrollo.

En la última década, el impacto de ciclones tropicales provocó a este país pérdidas valoradas en 4.500 millones de dólares por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Sólo el huracán Michelle, de noviembre de 2001, causó perjuicios estimados en 1.000 millones de dólares.

Cosechas arrasadas, árboles arrancados de cuajo, casas destruidas, calles desbordadas por las inundaciones y servicios básicos paralizados, a veces por varios días, pintan un desolador panorama cuando la tormenta escampa y comienza el conteo de daños.

El mal estado de las viviendas obliga a la evacuación de miles de familias que podrían morir aplastadas por los derrumbes. ”Yo diría que ese es el peor problema que tenemos. Mira estos balcones, cualquier día se caen”, advirtió Juana Hernández, vecina del barrio capitalino El Vedado.

La mujer, jubilada de 65 años, es presidenta del Consejo de Vecinos de su edificio, construido en 1953 y que, sin ser de los peores de la zona, ya deja ver las heridas del tiempo que dentro de pocos años podrían convertirlo en inhabitable.

”El mal estado de las viviendas continúa siendo uno de los elementos más vulnerables del país ante los ciclones tropicales”, concluyó una investigación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas de Cuba (INIE).

El estudio añadió que los factores más determinantes son la ubicación de numerosos asentamientos en zonas frágiles, especialmente las costeras, y el deterioro de las edificaciones, entre otros problemas.

De acuerdo con esa investigación publicada en 2004, las viviendas consideradas inhabitables o de muy baja calidad, y de hecho más débiles ante el impacto de los huracanes, sumaban a fines de 2001 unos 162.000.

Esa cifra representa cerca del cinco por ciento del fondo habitacional del país y 32 por ciento del fondo total en mal estado. En tanto, el Instituto Nacional de la Vivienda estima en unas 530.000 unidades el déficit de viviendas de este país de más de 11,2 millones de habitantes.

”Iván nos hizo pasar mucho susto. Estuvimos entre los posibles evacuados, pero como finalmente no entró a La Habana, como se temía, pudimos permanecer en el apartamento”, contó Hernández, quien vive a dos cuadras de la costa norte de la capital cubana.

Ese poderoso huracán que devastó en septiembre del pasado año la pequeña isla caribeña de Granada, se acercó peligrosamente al archipiélago cubano, destruyó totalmente 935 viviendas y ocasionó destrozos parciales en otras 22.510.

Un mes antes, el 13 de agosto, el Charley causó estragos en la región occidental del país, destruyó totalmente 4.425 viviendas y dañó parcialmente otras 76.821. El costo total de los perjuicios provocados por ambos eventos fue calculado oficialmente en poco más de 1.000 millones de dólares.

Sin embargo y pese a la destructiva fuerza de los dos huracanes, sólo se reportaron tres muertos y seis heridos. Ese bajo número de víctimas humanas” se debe a la eficiencia desplegada por el Sistema Nacional de la Defensa Civil en todo el país”, señaló un informe del PNUD. El menor costo en vidas diferencia a la mayor isla de las Antillas de países de la región donde factores como la pobreza extrema y la degradación ambiental agravan la vulnerabilidad de la población.

El huracán Mitch, que azotó América Central en 1998, causó en Honduras la muerte de 7.000 personas, heridas a otras 12.000 y más de 600.000 fueron afectadas directa o indirectamente. En Nicaragua, el costo fue de 3.000 víctimas fatales.

La protección de la población y la economía de Cuba en situaciones de desastres está a cargo de la Defensa Civil, un organismo adscrito al Ministerio de las Fuerzas Armadas y bajo cuya batuta se activa el sistema de prevención en cuanto se avizora la formación de una depresión tropical en el área.

Las fases que se establecen ante la amenaza de un ciclón tropical, informativa, alerta, emergencia y recuperativa, permiten poner en marcha una serie de medidas para enfrentar el fenómeno.

”Lo primero es estar atento a los informes del Instituto de Meteorología. Para aplicar las medidas, que incluyen la evacuación si hay peligro de derrumbes, la Defensa Civil se apoya mucho en las organizaciones de masas”, relató Hernández.

El 2 y 3 de julio próximo, la Defensa Civil pondrá a prueba el programa de organización y disposiciones de emergencia para la actual temporada ciclónica, que va de junio a noviembre inclusive.

Mediante el ejercicio ”Meteoro”, se evaluará en la práctica la preparación de las fuerzas especializadas y la ciudadanía para enfrentar catástrofes naturales, dijo a periodistas el jefe de operaciones del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, teniente coronel Miguel A. Puig.

En las prácticas participan órganos de mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, así como directivos de organizaciones sociales y entidades económicas. Un seminario taller para autoridades nacionales: políticas, sistemas y experiencias en gestión de riesgo en el Caribe, realizado en La Habana a principios de junio, hizo especial énfasis en la necesidad de fortalecer las capacidades para enfrentar catástrofes en el área.

En esa ocasión, Jan Egeland, subsecretario de la Organización de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios y Coordinación del Sistema de Emergencias, elogió el sistema cubano de prevención y lo consideró una experiencia aplicable a otras naciones del área.

Meteorólogos cubanos pronostican para esta temporada la formación de 13 ciclones en la cuenca del océano Atlántico, siete de los cuales serían de gran intensidad y uno de ellos podría impactar a Cuba.

Entre 1970 y 2001 los desastres naturales provocaron en América Latina y el Caribe 246.569 muertes, afectaron en diverso grado a 144 millones de personas y causaron pérdidas materiales estimadas en cerca de 68.600 millones de dólares, indicó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

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