El impacto de los desastres naturales obstaculiza en los países caribeños los objetivos de desarrollo trazados para el milenio por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), admitieron funcionarios del foro mundial en Cuba.
Está demostrado que los desastres afectan de manera dramática las economías en esta región, dijo a IPS Margherita Vitale, directora de la Iniciativa Caribeña de Manejo de Riesgos (CRMI, por sus siglas en inglés), quien mencionó entre los casos más recientes el de Granada.
El azote de Iván, uno de los más poderosos huracanes que sufrió la zona en 2004, causó a esa pequeña isla del Caribe anglófono daños evaluados en 889 millones de dólares, lo cual equivale a más del doble de su producto interno bruto (PIB) de 2003.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio fijados por la ONU incluyen la reducción de la pobreza extrema y el hambre a la mitad, la educación primaria universal, la promoción de la igualdad de género, hacer retroceder la mortalidad materna en tres cuartos y la infantil en dos tercios, combatir el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, el paludismo y otras enfermedades.
Esas metas específicas se programaron para ser cumplidas antes de 2015 y tienen como referencia los niveles de 1990.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indicó que los efectos del desastre se dejarán sentir por muchos años en la economía de ese país, que perdió 89 por ciento de sus viviendas.
Entre las actividades más afectadas figuran el turismo y la producción de cultivos tradicionales. Casi 90 por ciento del costo total correspondió a daños directos y el resto al efecto en la producción doméstica de bienes y servicios, añadió el reporte de Cepal.
Según la evaluación de esta agencia de la ONU, la pasada temporada ciclónica, que va de junio a noviembre, dejó pérdidas superiores a los 2.100 millones de dólares a toda el área caribeña.
En Granada prácticamente no hubo edificio que no fuera tocado, el impacto sobre las metas de desarrollo es dramático, apuntó Ulrika Richardson-Golinski, representante residente adjunta en Cuba del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En ese sentido, ambas funcionarias coincidieron en que los desastres naturales en la región han crecido tanto en número como en intensidad, panorama que obliga a mejorar las capacidades de respuesta de las naciones del área.
La reducción de riesgos es tan importante como la prevención de los desastres y tiene que ver con la agricultura, vivienda, ambiente, el uso de la tierra y muchos otros sectores, señaló Richardson-Golinski.
A modo de ejemplo, la experta señaló que minimizar los peligros de desastres significa construir viviendas con materiales resistentes y en lugares menos vulnerables, o bien, si hay sequía prolongada, utilizar sistemas de riego y cultivos adaptados a la escasez de agua.
En su opinión, esa es una manera de utilizar los recursos de los donantes de una manera más eficiente. Invertir para reducir el riesgo de desastre es proteger los proyectos de desarrollo, señaló Richardson-Golinski.
Para fortalecer sus capacidades nacionales y regionales de mitigar los riesgos ante cataclismos naturales, representantes de países de la Cuenca del Caribe acogieron en La Habana la idea de crear una red para el manejo de esos peligros.
El acuerdo forma parte del Consenso de La Habana, suscrito por representantes de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) al término de un seminario-taller para autoridades nacionales sobre políticas, sistemas y experiencias sobre manejos de riesgos en el Caribe, realizado a comienzos de este mes en la capital cubana.
La red es parte de la CRMI, que tiene como objetivo poner bajo una misma sombrilla las diferentes iniciativas y proyectos que ya existen en el Caribe, dijo Vitale, quien señaló que para el sistema de la ONU es una prioridad el tema de la reducción de los peligros de desastre.
La experta recordó que uno de los resultados principales de la reunión de Kobe, Japón, en enero 2005, fue la decisión de fortalecer la comunicación y la cooperación regional para mejorar la respuesta a desastres naturales.
Esa conferencia mundial adoptó además, entre otros documentos, una declaración sobre el maremoto en el océano Índico de diciembre de 2004 dirigida a reducir el riesgo de futuros desastres.
La CRMI está diseñada para crear capacidades en la región caribeña a fin de enfrentar adecuadamente la creciente ocurrencia de peligros naturales y ambientales, así como enfatizar el concepto de cambio climático y vulnerabilidad social.
Sus actividades son puestas en práctica mediante las oficinas del PNUD en Cuba, Barbados, República Dominicana, Haití y Jamaica.
Informes del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) consideran urgente considerar la vulnerabilidad socioeconómica y ambiental en toda planificación futura del desarrollo sostenible.
Es necesario priorizar a los pobres, quienes generalmente son los más afectados, debido a su mayor vulnerabilidad y porque tienen menores opciones de recuperación, señaló el Pnuma, en su reporte regional de 2003.
Al respecto, Vitale señaló que uno de los objetivos del CRMI es ayudar de modo particular a los países que tienen problemas mayores a nivel institucional y menor capacidad para enfrentar eventos extremos, como es el caso de Haití, de alta vulnerabilidad ante tormentas tropicales, inundaciones y otros desastres.
Tenemos en cuenta las diferencias de desarrollo y sabemos cuales son los países que necesitan más apoyo. Aquí en Cuba hemos hablado con autoridades de la Defensa Civil y están dispuestas a participar en un proyecto de colaboración en Haití, señaló la experta.
Pronósticos de especialistas cubanos para 2005 indican que la actual temporada ciclónica será también intensa en toda el área conformada por el Atlántico norte, el golfo de México y el mar Caribe, con unas 13 tormentas tropicales y huracanes pronosticados.
Entre las causas que explican esa actividad figuran la ausencia del evento ENOS (El Niño/ Oscilación del Sur), al menos durante los próximos cuatro meses, y el notable calentamiento del mar en toda la franja tropical del océano Atlántico, incluido el Caribe.
Se estima que por lo menos uno de los huracanes previstos podría pasar por Cuba, cuyo sistema de alerta y prevención ante esos fenómenos hidrometereológicos figura entre los más eficientes de la región.