TABACO: Cuando el médico fuma

La primera escaramuza de la guerra contra el tabaco se debe librar entre los profesionales de la salud para alentarlos a comprometerse en la prevención de su consumo y en el abandono de la adicción, dijeron especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero la prevalencia del consumo de tabaco entre los profesionales de la salud a menudo supone un obstáculo para que participen en la ofensiva contra el tabaco, reconoció la misma agencia.

Cuando un trabajador de la salud fuma, se le hace difícil ser consecuente y aconsejar al paciente que abandone la misma adicción que él padece. Algunos estudios exponen que los profesionales de la salud fumadores se muestran menos dispuestos a promover que sus pacientes dejen de fumar, explicó Vera Luiza da Costa e Silva, directora de la Iniciativa para Liberarse del Tabaco, de la OMS.

Investigaciones citadas por los expertos de la OMS demuestran que aún una sucinta explicación de los profesionales de la salud puede aumentar en más de 30 por ciento la tasa de abstinencia del tabaco.

A su vez, los consejos de enfermeras han llegado incrementar en más de 50 por ciento los resultados exitosos de los esfuerzos por abandonar el hábito de fumar.

Reconocido el papel clave que el personal de salud puede desempeñar en la reducción de la adicción al tabaco, de su consumo y de la exposición pasiva al humo, surge el problema del arraigo de esa práctica entre los miembros del mismo grupo.

Los estudios de la expansión del consumo de tabaco entre los profesionales de la salud arrojan resultados muy diferentes. En países como Finlandia y Canadá fuman menos de 10 por ciento de los miembros del sector, que incluye a médicos, dentistas, farmacéuticos, enfermeras, obstetras y otros especialistas.

En cambio, la tasa de fumadores entre los médicos de Rusia se eleva a 63 por ciento, mientras que en toda la población masculina alcanza a 61 por ciento. Entre las médicas, la tasa llega a 13 por ciento, comparada con el conjunto de la población femenina rusa, donde sólo 9,7 por ciento corresponde al sector fumador.

En China, el hábito de fumar se extiende entre 61,3 por ciento de los médicos, en tanto crece hasta 66,9 por ciento en el total de los hombres. Una tasa de 12,2 por ciento de médicas fuman, mientras que en la población femenina ese grupo sólo cubre 4,2 por ciento.

Rusia no forma parte del Convenio Marco de la OMS para la Lucha contra el Tabaco y China solamente lo ha firmado, pero está pendiente su ratificación, dijo Da Costa e Silva.

La funcionaria explicó que en los países con regulaciones y controles más laxos se encuentran los porcentajes más altos de consumo de cigarrillos entre el personal de salud.

En España, la tasa de médicas fumadoras es elevada, dijo la OMS. En el caso de las enfermeras españolas, esa proporción es superior a la del conjunto de la población femenina del país.

El Convenio Marco, que entró en vigencia el 27 de febrero, cuenta en la actualidad con 65 ratificaciones, dijo Da Costa e Silva. El tratado subraya el papel de las organizaciones profesionales del sector en los esfuerzos por incluir la lucha contra el tabaco en las prioridades de la salud pública, dijo la experta.

El personal de salud es importante en esa tarea porque representa modelos para las sociedades. Estos profesionales proporcionan cuidados sanitarios y pueden respaldar a los fumadores para que abandonen el hábito pues son fuente de información y a la vez educadores de la población, sostiene la OMS.

También son líderes en sus comunidades y en la mayoría de los países del mundo disponen de asociaciones de las diferentes profesiones de la salud.

Los profesionales observan el comportamiento de la industria del tabaco y pueden reclamar a gobiernos y universidades que se rehúsen a invertir sus fondos en algunas acciones bursátiles de la industria del tabaco, dijo Da Costa e Silva.

La experta mencionó que durante muchos años la industria del tabaco ha intentado utilizar a científicos y a profesionales de la salud para realizar investigaciones, con enfoques sesgados, engañando al público sobre los efectos del consumo de tabaco en la salud.

La industria del tabaco también se ha mostrado muy activa en el patrocinio de universidades e inclusive de escuelas de medicina. En los últimos tiempos ha aparecido suministrando becas de estudios para distintas facultades, insistió la fuente.

Esas empresas siempre apuntan a grupos que pueden ser útiles para sus operaciones de mercadotecnia y que son importantes desde el punto de vista del control del tabaco, observó Da Costa e Silva.

Para tener una idea basta recordar que en la década de 1940, los médicos aparecían en la publicidad de los cigarrillos, aunque después de la década de 1950, ya no fueron más usados por la industria del tabaco, precisó.

El Día Mundial Sin Tabaco, que se celebra este martes, se dedica en 2005 a resaltar el papel de los profesionales de la salud en la lucha contra esa adicción.

El director general de la OMS, Jog-wook Lee, confirmó que el personal de salud se encuentra en la primera línea de este combate. Por eso, debe contar con los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para ayudar a las personas a dejar de fumar y debe servir de ejemplo, dejando de consumir tabaco, dijo.

Un sondeo efectuado entre estudiantes de tercer año de cuatro disciplinas relacionadas con la salud (odontología, medicina, enfermería y farmacia), en 10 países, estableció que solamente entre cinco y 36,6 por ciento de los encuestados habían recibido alguna información sobre el tabaquismo.

La máxima proporción correspondió a estudiantes de farmacia de Filipinas y la mínima a los de cuatro escuelas de medicina de Buenos Aires, la capital argentina.

En siete de los 10 países, el porcentaje de adictos al tabaco entre estudiantes de esas mismas escuelas era mayor de 20 por ciento.

Como balance de esos datos, Da Costa e Silva mencionó el último informe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, que da cuenta de una disminución del número de fumadores en ese país.

El informe dijo que en 2003 había aproximadamente 21,6 por ciento de estadounidenses adultos, más de 45 millones de personas, que fumaban. Esa cifra representa un descenso pues en 2002 la tasa de fumadores era de 22,5 y en 2001, de 22,8 por ciento.

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