El primer ministro de Israel, Ariel Sharon, mantiene firme su plan de desmantelar los asentamientos judíos de Gaza y Cisjordania, pero la retirada no está en la agenda de los colonos.
A lo largo de la carretera por la que se ingresa en Gaza se puede ver un sinnúmero de carteles señalando que la presencia israelí en los territorios ocupados será eterna, y afirmando que un judío no debe expulsar a otro de su hogar.
La expansión del bloque de asentamientos Gush Katif, en el sur de Gaza, parece no detenerse pese a las amenazas de Sharon. Por todo lugar se ven construcciones incipientes y máquinas y obreros trabajando.
En Neve Dekalim, el asentamiento más grande, se acaba de construir una sinagoga de madera. Los fieles ultraortodoxos que van a rezar allí aseguran que en ese lugar fue asesinado un colono judío por palestinos.
Hace poco llegó un grupo de jóvenes ultraortodoxos que quieren construir un nuevo asentamiento. Por ahora duermen en tiendas de campaña cerca de la sinagoga.
Estamos aquí para construir, no para ser evacuados, dijo Raziel Shevaz, de 19 años, procedente de Holon, una localidad cercana a Tel Aviv.
A veces, las oraciones de Shevaz en la sinagoga son interrumpidas por las fuertes explosiones que se escuchan cerca del asentamiento. Son cohetes de los grupos militantes palestinos, que continúan con sus ataques a pesar del cese del fuego acordado en febrero. Los soldados de Israel tampoco han respetado la tregua.
Shevaz asegura que no prepara una suerte de resistencia a los soldados israelíes cuando vengan a evacuarlos, pero señala que se siente igual que los judíos de Europa cuando los nazis venían por ellos.
Las últimas encuestas indican que la mayoría de los israelíes están de acuerdo con el llamado plan de desvinculación de Sharon, por el cual se desmantelarán 21 asentamientos judíos en Gaza y cuatro en Cisjordania, desplazando a unos 9.000 colonos.
La operación se realizará a comienzos de agosto, tres semanas después de la fecha fijada inicialmente, pues Sharon no desea que coincida con el período anual de duelo por la destrucción del templo judío.
La franja de Gaza es parte de los territorios árabes ocupados por Israel desde la guerra de los Seis Días, en 1967. Un repliegue israelí sería un hito importante en la lucha palestina por un estado propio.
El plan de desvinculación, anunciado por Sharon en el marco de un acercamiento con el presidente palestino Mahmoud Abbas, generó oposición aun el gobernante partido israelí Likud, y sobre todo en los grupos ortodoxos, para quienes los territorios palestinos son parte del Israel bíblico.
Es la primera vez que un gobierno israelí decide desmantelar colonias en territorios que los palestinos reclaman como su futuro estado.
Mientras, los colonos se movilizan, buscando apoyo de la derecha en Israel, organizando manifestaciones en Gush Katif en días festivos e incendiando neumáticos en las carreteras del centro de Gaza.
En un día festivo reciente, un grupo teatral montó una obra titulada Escenas de la vida en Gaza en un anfiteatro abierto de Neve Dekalim. Un actor vestido de árabe y usando bastón se presentó como Abu Ziad, un palestino de la ciudad de Gaza.
Si la Autoridad (Nacional) Palestina supiera que yo estoy aquí diciéndoles lo que en verdad piensan ellos de los judíos, me matarían, dijo apenas ingresó al escenario.
El actor se dirigió a los niños y les dijo que nunca debían confiar en los palestinos, a pesar de los acuerdos, que ni siquiera tienen el valor del papel en que están escritos.
La obra de teatro era parte de una campaña para reflejar la posición oficial del consejo de Gush Katif.
Algunos habitantes de Neve Dekalim están dispuestos a irse, pero sólo si el gobierno les da más tiempo para que puedan conseguir un hogar donde vivir en Israel.
El asentamiento de Rafiah Yam, al sur de Neve Dekalim y cerca de la frontera con Egipto, es célebre por su hermosa vista al mar Mediterráneo.. Pero muchas de las casas que lo conforman están deshabitadas como consecuencia de la violencia que lo rodea desde su creación en los años 80.
Socrate Soussan vive en Rafiah Yam desde 1989. Tiene una casa frente al mar y una pequeña empresa pesquera con su socio Martin Ganor. También cultiva tomates en un invernadero que está a la entrada del asentamiento. No llegó a Rafiah Yam por convicciones políticas o religiosas, sino simplemente porque se enamoró del paisaje.
No podemos seguir así. Sólo por nuestros hijos tendríamos que irnos, dijo Soussan, quien perdió cuatro amigos desde que se radicó en el asentamiento, asesinados por palestinos.
Soussan y Ganor están molestos con el gobierno israelí porque no se ha contactado con ellos para ajustar detalles de la evacuación. Están dispuestos a irse, pero quieren una compensación para poder continuar con sus negocios en otro lugar.
La idea de una compensación es rechazada por la izquierda israelí, pues sostiene que los colonos ya han recibido en el pasado suficiente apoyo del gobierno.
No quiero más de lo que merezco. Soy granjero y pescador. Sólo quiero poder seguir trabajando. No quiero recibir caridad y vivir como un parásito, dijo Soussan.
Ganor sabe que no tiene otra opción que irse, pero está preocupado por el futuro de la pequeña empresa textil que estableció con su esposa hace casi 20 años, y en la que ofrece empleo a varios palestinos de la cercana localidad de Rafah.
Hemos pensado entregársela a ellos (a los empleados palestinos), pero aún no está claro si vamos a tener una compensación. Nada está claro, afirmó.
El gobierno anunció que las casas de los colonos serán destruidas tras la evacuación, pero está reconsiderando esa posibilidad dado que la operación tomaría muchos meses.
Soussan no se preocupa por lo que le pasará a su casa, sino a él. Si el gobierno hubiera venido a nosotros antes para hablar sobre nuestro futuro, la oposición a la evacuación sería mucho menor, afirmó. (