Los incidentes de cariz antimusulmán, incluidos crímenes de odio, actos de discriminación y hostigamiento y abuso policial, aumentaron marcadamente en Estados Unidos el año pasado, según las principales instituciones islámicas de este país.
El Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses (CAIR) aseguró este miércoles haber recibido 141 informes de actos planificados o concretados de violencia contra musulmanes o mezquitas en todo el país, 53 por ciento más de los 93 registrados en 2003. En 2002 hubo 42 casos.
Además, aumentaron los incidentes de abuso a cargo de autoridades oficiales, como arrestos y cacheos irracionales. Éstos fueron más de un cuarto de los casos de abuso o discriminación, según la última edición del informe Protección desigual: El estado de los derechos civiles musulmanes en Estados Unidos.
Los incidentes protagonizados por agentes de la ley y el orden habían constituido apenas siete por ciento de los episodios denunciados en 2003, según CAIR.
Sin embargo, advirtió la propia organización, este estudio no tiene suficiente rigor técnico dado que depende de la denuncia voluntaria de las supuestas víctimas o testigos.
En total, indicó CAIR, se registraron más de 1.900 casos de abuso y discriminación, de los cuales 1.522 fueron considerados lo suficientemente creíbles como para ser incluidos en el estudio. La cifra es 49 por ciento superior a las de 2003.
Estos números tan perturbadores no son una sorpresa, dado el creciente sentimiento islamofóbico y las percepciones erróneas sobre el Islam y los musulmanes, dijo el director legal del CAIR, Arsalan Iftikhar, autor del informe de 62 páginas.
El Comité Antidiscriminación Árabe-Estadounidense (AACD) también percibió un aumento en los abusos, en especial en materia de discriminación laboral, dijo Laila al Qatani, portavoz de la organización.
Continuamos viendo muchos casos de discriminación, por cierto más que en el pasado, dijo. El AACD publicará a fin de año su propio informe, el primero desde 2002.
Ambas organizaciones coincidieron en que los resultados de sus estudios se debe, en parte, a la voluntad de las víctimas y de sus familias en denunciar los incidentes, contrariamente a lo que sucedía en los meses posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Entonces, las personas de apariencia árabe o islámica sufrieron una cantidad sin precedentes de agresiones, mientras el gobierno federal arrestaba y mantenía incomunicados a cientos de inmigrantes musulmanes.
Alrededor de 1,2 millones de estadounidenses se identificaron en el censo de 2000 como de origen árabe. Los que profesan la fe islámica son, en tanto, entre tres y siete millones, según la fuente que maneje el dato.
La actual controversia sobre el destino de las libertades civiles tras los ataques de 2001 alentaron a estadounidenses de origen árabe y musulmán a denunciar las agresiones sufridas, muchos de ellos alentados por organizaciones representativas de sus comunidades, según Iftikhar y Al Qatani.
Pero además del mayor número de denuncias, el estudio del CAIR enfatiza en que la cantidad real de incidentes de islamofobia aumentó, en el marco de una atmósfera de temor en que los musulmanes, árabes y sudasiáticos son considerados una amenaza.
A eso se suma el creciente uso de una retórica antimusulmana por parte de algunos líderes de opinión locales y nacionales.
Noventa y nueve por ciento de los profesionales de los medios de comunicaciones hacen el mejor trabajo posible de acuerdo con los recursos disponibles. Pero una pequeña parte de los columnistas y periodistas se han dedicado a marginalizar a la comunidad musulmana, sostuvo Hooper.
El director ejecutivo del CAIR, Nihad Awad, consideró que la islamofobia continúa siendo un problema crítico, y llamó al presidente George W. Bush a manifestarse una vez más en pro de los derechos de los musulmanes.
Las declaraciones de Bush en ese sentido han cosechado aplausos de activistas islámicos y de derechos civiles. Un discurso más firme por parte del presidente también añadiría credibilidad a la diplomacia estadounidense dirigida al mundo musulmán, agregó Awad.
Los musulmanes estadounidenses son un recurso crucial útil para reducir la distancia entre Estados Unidos y los musulmanes de todo el mundo. No podemos promover la democracia en el extranjero si tenemos tantos problemas aquí. Nuestra comunidad siente temor, advirtió.
Mientras aumentaron los crímenes de odio y abusos policiales contra los musulmanes en 2004, hubo menos denuncias de discriminación laboral y en oficinas del estado que en años anteriores. También se registraron menos incidentes de hostigamiento en la red mundial informática Internet.
Un caso emblemático es el de James Yee, un capitán del ejército convertido al Islam en 1990, arrestado en 2003 y mantenido en confinamiento solitario por casi tres meses por sospechas de que había espiado para Al Qaeda y alguna otra organización mientras trabajaba como capellán para los prisioneros en la base naval en Guantánamo, Cuba.
La acusación de traslado de material reservado se redujo luego a almacenamiento de pornografía en una computadora del gobierno. En abril de 2004, todos los cargos fueron levantados. A falta de una disculpa oficial del gobierno, Yee renunció al ejército.
Otro caso notorio es el del abogado de Oregon Brandon Mayfield, también musulmán convertido, arrestado por el FBI como testigo material de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, al parecer por un análisis erróneo de huellas dactilares.
Mayfield, quien nunca estuvo en España, permaneció detenido dos semanas, mientras la prensa publicaba cientos de informes en que se lo calificaba de terrorista. El abogado fue liberado a fines de marzo, con una disculpa pública del FBI. (