DESARROLLO: Wolfowitz a la cancha con la pelota de Bush

El ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos, Paul Wolfowitz, se convertirá este miércoles en el nuevo presidente del Banco Mundial, en medio de insistentes versiones de que conducirá a la agencia por una senda cada vez más politizada.

En la cuenta regresiva de la investidura de Wolfowitz, docenas de organizaciones no gubernamentales e instituciones académicas especializadas en cuestiones de desarrollo manifiestan esa preocupación.

El recién llegado, aseguran, debe modificar su prédica, o despeñará la credibilidad del Banco Mundial.

Wolfowitz, considerado el planificador y principal promotor de la invasión de Iraq, debe restaurar la legitimidad del Banco y mejorar su eficacia, advirtieron expertos convocados por el Centro para el Desarrollo Global (CGD), institución con sede en Washington.

La agencia también deberá recuperar su influencia sobre los mercados emergentes y de mediano ingreso que solicitan su asistencia, en especial los de Asia y América Latina, según los especialistas en finanzas y desarrollo que participaron en el panel del CGD.
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Ministros de finanzas de Asia afirmaron en abril que estaban apartándose de las recomendaciones del Banco y el Fondo Monetario Internacional (FMI), al participar en abril en la reunión conjunta anual de ambas instituciones en la capital estadounidense.

Los ministros se quejaron de que estas organizaciones, fundadas en 1944 por las naciones victoriosas en la segunda guerra mundial, favorecían demasiado los intereses de los países industrializados a expensas del Sur en desarrollo y de miles de millones de pobres.

Los expertos del CGD, incluidos veteranos funcionarios de instituciones financieras multilaterales, propusieron que el Banco Mundial iniciara evaluaciones de todos los proyectos de asistencia realizados.

Esa iniciativa coincide con la demanda estadounidense de que el Banco debe orientar sus operaciones sobre la base de los resultados de sus proyectos.

Wolfowitz deberá combinar encanto, presión y talento negociador para obligar a los miembros del Banco, incluido su principal accionista —Estados Unidos—, a apuntalar la credibilidad, influencia y eficacia de la institución, dijo la presidenta del CGD, Nancy Birdsall.

”Para alcanzar el éxito, debe hacer los máximos esfuerzos en sus primeros meses de gestión, aprovechar la luna de miel”, consideró Birdsall.

Otra señal de alineamiento de las fuerzas del Banco con de la agenda de Bush, según activistas, es el informe del Departamento de Evaluación de Operaciones de la institución según el cual ésta debe dedicarse a alentar el crecimiento económico más que a priorizar los servicios sociales.

En su informe de 2004, el Departamento afirmó que el crecimiento económico debe concentrar el énfasis estratégico de las operaciones del Banco, no la educación o la salud.

El documento también refleja la importancia de instaurar en el Banco un ”enfoque basado sobre resultados”, como propuso el gobierno de Bush en su primer periodo (2001-2005), y renovar la importancia asignada al desarrollo de infraestructura y al crecimiento del sector privado.

”Se trata de un esfuerzo del Banco para comenzar a corregir la dirección antes de que Wolfowitz asuma el cargo hacia la que él impondrá, de modo que él pueda decir: 'Esto empezó antes de que yo llegara'”, dijo Soren Ambrose, de la red Cincuenta Años son Suficiente, que propone la condonación de la deuda externa de los países pobres.

”De hecho, las direcciones sugeridas en el informe son las que ha alentado el gobierno de Bush en los últimos dos años”, sostuvo Ambrose.

Numerosas organizaciones no gubernamentales que vigilan de cerca las operaciones del Banco Mundial consideran que la intención de Bush al proponer a Wolfowitz era presionar a gobiernos débiles y desacreditados que podrían priorizar los derechos sobre sus ciudadanos sobre los intereses de las corporaciones transnacionales.

”Él se encargará de impulsar al agenda del gobierno” de Bush dentro del Banco ”en nombre de la democracia”, dijo Doug Hellinger, de Development GAP, organización no gubernamental radicada en Washington.

”Abrirá aun más el acceso de las compañías a los mercados, a recursos como el petróleo, a bienes como los sistemas bancarios y al trabajo barato”, agregó Hellinger. ”No sólo se enfrentará con grandes resistencias en Asia y en América Latina, sino también en África y Medio Oriente.”

Por su parte, Wolfowitz ya ha adelantado que considera la presión económica como una herramienta para acabar con lo que Estados Unidos percibe como tiranías.

Eso es lo que preocupa a los activistas. Wolfowitz, dicen, usará palabras como ”democracia” para promover la hegemonía estadounidense, particularmente en Medio Oriente.

”El equipo de relaciones públicas del Banco debe convencer a la gente de que el nuevo presidente es independiente del gobierno de Bush y de sus controvertidas políticas”, indica una carta pública firmada por numerosos activistas.

Se prevén para este miércoles protestas fuera de la sede del Banco en Washington y en otras partes del mundo.

Pero un portavoz de la institución dijo a IPS que el compromiso de Wolfowitz con la sociedad civil será una prioridad del nuevo periodo, así como el desarrollo de África. Se trata de dos asuntos caros a las organizaciones no gubernamentales especializadas en desarrollo.

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