COMUNICACIONES-PORTUGAL: El factor Mourinho

«Alemania tiene un Papa, nosotros tenemos un Dios», es la expresión popular más usada en la actualidad por orgullosos portugueses. Más discreto, pero no menos eufórico, el matutino italiano La Gazzeta dello Sport sostiene que «José Mourinho es el nuevo rey de Inglaterra».

En efecto, Mourinho, el entrenador del club de fútbol inglés Chelsea, se ha convertido en el mayor fenómeno de proyección externa mostrado por Portugal en los últimos años, superando con creces a todos los casos precedentes. Por eso, analistas coinciden en la necesidad de capitalizar esa imagen para mejorar la presencia de la producción del país en el mundo.

Es amado u odiado, sea por su trabajo exitoso en el Chelsea, por su arrogancia, por su excesiva elegancia en el vestir, por su barba de tres días o por su físico, que le da un aspecto más de actor o modelo que de un director técnico de fútbol y que lo llevó a ser elegido por las lectoras de la prensa inglesa como el símbolo sexual de Gran Bretaña.

Una fotografía de Mourinho firmada por él ya se vende en 130 dólares y la tendencia es al alza, en especial luego que el club Chelsea conquistara el 30 de abril la copa de Inglaterra, lo cual no sucedía desde hace 50 años.

Su figura ni siquiera fue afectada por la derrota sufrida por sus dirigidos el 3 de este mes a manos del club Liverpool, por un gol de dudosa legitimidad, y que les impidió disputar con el Milan, de Italia, la final de la denominada Liga de Campeones de Europa.

"Nunca dije que ganaría ese partido", sino que lo prometido ûy cumplido— fue ser el campeón del máximo campeonato inglés, dijo frente a periodistas y con su habitual arrogancia Mourinho, el primer entrenador extranjero en alcanzar ese galardón en la historia de esta liga.

Ese éxito fue retribuido con la renovación de su contrato hasta 2010, con nuevas cláusulas económicas que llevan su salario a 13 millones de euros anuales (casi 17 millones de dólares) y la posibilidad de revisar el monto de esos ingresos en 2007.

Todo comenzó en 2003, cuando el multimillonario ruso Roman Abramovich compró el Chelsea por 58 millones de dólares y decidió gastar otros 390 millones para convertir a ese club en declive entonces en una de las mejores formaciones futbolísticas del mundo en la actualidad.

El acaudalado hombre de negocios de Siberia, al tiempo de iniciar negociaciones para contratar algunos de los mejores jugadores del mundo, centró la mira en Mourinho el año pasado, cuando era por esos días entrenador del F.C. Porto, el equipo portugués que ganó en esa oportunidad la copa europea de clubes.

La inmensa fortuna de Abramovich permitió en pocos meses convertir al Chelsea en el club de fútbol más gastador del planeta, con un dueño ruso, un entrenador portugués y una plantilla de jugadores donde conviven 14 nacionalidades.

La remuneración del técnico portugués es la más alta del mundo entre sus pares, un valor "plenamente justificado", según fuentes del club.

Este resultado favorable "no es sólo una cuestión futbolística, (sino que) es mucho más que eso y debe ser capitalizado por Portugal", opinó el subdirector del semanario Expresso, de Lisboa, Nicolau Santos.

Tras sostener que tal vez sean excesivas recientes declaraciones de Mourinho ("Soy el rostro de Portugal en el mundo"), apunta que "no hay dudas de que hoy es el portugués de mayor éxito mediático en todo el mundo".

Santos entiende que Mourinho supera en proyección periodística a otros portugueses célebres, como el jugador del club español Real Madrid Luis Figo, "cuya estrella comienza a empalidecer", y hasta el presidente de la Comisión Europa, el órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE), José Manuel Durão Barroso, con una gestión "que cosecha más críticas que elogios".

En referencia a la prensa británica, que lo etiquetó de "arrogante", el subdirector del principal semanario portugués recordó que lo conseguido por Mourinho "fue llegar (a Inglaterra), decir que él era muy bueno y que iba a vencer, o sea, mostró total confianza en sus capacidades y en la calidad de su trabajo y, luego, probó en la cancha que lo que había dicho era verdad".

En diversas oportunidades, Mourinho ha sorprendido a sus interlocutores de los medios de información, al responder a preguntas con excesiva autoestima y total ausencia de falsas modestias.

A comienzos de cada año, la Asociación de la Prensa Extranjera en Portugal (AIEP) otorga el galardón "Personalidad del Año" a la figura pública que más se destacó en proyectar la imagen de su país en el exterior. Tras una reñida votación entre Durão Barroso y Mourinho, los corresponsales se decidieron por el primero.

Consultado en Bruselas por periodistas portugueses, el presidente de la Comisión de la UE agradeció la decisión, pero aclaró que si él fuese corresponsal extranjero en Portugal, "habría votado por Mourinho".

Un canal de televisión le pidió un comentario al entrenador sobre la frase pronunciada por el presidente de la Comisión respecto de la elección de la AIEP. "Yo creo que el Dr. Durão Barroso tiene toda la razón, porque yo también hubiese votado a José Mourinhoà", respondió ante la mirada atónita del reportero.

Entretanto en Londres, su fama crece con una mezcla de admiración por su trabajo y frecuentes críticas por su aire de infalibilidad, lo que indujo al periódico local Daily Mirror a considerar como "el acontecimiento del año" a la oportunidad en que Mourinho admitió que él también podía cometer errores.

El abogado inglés de origen indio Raj Parker, dijo al semanario lisboeta Visão, que a Mourinho "se le debe comparar con la comida picante o con el vino robusto: sólo se puede amar o detestar".

Citado por el mismo semanario, el portugués João Magueiro, doctorado en Cambridge y radicado hace dos décadas en Gran Bretaña, donde es profesor en el Imperial Collegue, asevera que la mentalidad inglesa es "xenófoba, conservadora y hasta colonialista, y por eso, Mourinho entró como debía entrar: con arrogancia".

A pesar de esta características de la personalidad del exitoso técnico de fútbol, de pocas palabras y sonrisa difícil, la opinión generalizada de los analistas portugueses coincide con la de Santos en términos de capitalizar el "factor Mourinho" para la imagen del país.

En otras palabras, trabajar para lograr probar que el calzado, los textiles, los componentes para automóviles, los vinos, las tecnologías de información, las herramientas de alta precisión, la industria del vidrio, cerámica y azulejos son del mismo nivel que la victoria de Mourinho.

En efecto, los productos portugueses sufren de un descuento en los mercados internacionales solamente por tener el sello de este país, pese a que algunos de ellos están a nivel de sus competidores de otras latitudes.

Los expertos coinciden que es necesario aprovechar los éxitos de Mourinho para mostrar que Portugal es un país donde aún hay mucho por recorrer en el camino del progreso, pero donde existen grandes islas de modernidad y que no es más aquel país rural, con la anciana vestida de negro en una carreta de tracción animal cargada de fardos de paja.

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