Tóxica o inocua, biodegradable o no, la enorme cantidad de basura que dejan a su paso montañistas y turistas en los picos del norte del Pakistán preocupa al ambientalista Aisha Khan.
Khan, que practica trekking (caminata) de montaña, dirige la Organización para la Protección de las Montañas y los Glaciares y decidió tomar en sus propias manos el rescate del frágil ecosistema montañoso.
Así, comenzó una guerra contra la degradación ambiental causada por deportistas y turistas. Unos 35.000 de ellos atraviesan el paso de las llamadas Áreas del Norte entre mayo y septiembre de cada año.
Las Áreas del Norte tienen la mayor proporción de los picos más altos del mundo, entre ellos el famoso y temido K-2, el segundo más alto después del Everest.
Tres de los mayores ecosistemas montañosos (Hindukush, Karakoram e Himalaya) adornan el paisaje de la región. El segundo pico más alto del Himalaya se llama Nanga Parbat (Montaña desnuda) y se encuentra del lado de Pakistán.
El grupo que dirige Khan organizó su primera expedición de limpieza en agosto de 2000, y la segunda un año después.
Pagamos a los porteadores locales un salario por recoger la basura a diferentes altitudes y dinero adicional por peso, explicó Khan a IPS.
Los limpiadores ascendían hasta una base a 5.669 metros del altura y luego descendían hasta los campamentos del K-2 (2.624 metros), Gashebrum I (2.459 metros), Broadpeak (2.452 metros), Gashebrum II (2.449 metros) y otras bases más pequeñas.
Las expediciones duraban seis semanas, y en ellas trabajaban 150 porteadores o sherpas, que recogieron en total cinco toneladas de desechos no degradables, 1.200 kilogramos de residuos para quemar y otros 1.000 kilogramos de excrementos humanos.
Además, bajaron y enterraron los cadáveres en descomposición de cuatro mulas, contó Khan.
El año pasado, la Organización para la Protección de las Montañas y los Glaciares (OPMG) se asoció con el montañista surcoreano Wang-yong Han, que escaló los 14 picos superiores a 8.000 metros de altura, para limpiar de basura el K-2.
La expedición de limpieza contó con cinco escaladores profesionales surcoreanos, entre ellos el propio Han, dos nepalíes y 10 porteadores pakistaníes. El grupo ascendió 7.500 metros para recoger la basura dejada por otros montañistas y luego descender con ella.
Fue la primera vez que se realizó ese tipo de limpieza, resaltó Khan.
Pero luego de las dos primeras expediciones, Khan se dio cuenta de que estas medidas paliativas no iban a resolver nada, porque los montañistas y turistas seguían arrojando residuos en las montañas, a sabiendas de que luego pasaría alguien a recogerlos.
Entonces, la OPMG realizó consultas con el gobierno local, el Comando de Fuerzas de las Áreas del Norte y, más importante, las comunidades locales, e integró a todos a su campaña.
El equipo decidió que, además de limpiar los campamentos sobre las principales rutas que llevaban a los picos más frecuentados en las cadenas de Karakoram, Himalaya e Hindu Kush, era necesario construir servicios sanitarios e instalar recipientes para desperdicios.
Además, se precisaba crear conciencia entre turistas, deportistas y comunidades locales sobre el daño que causa la basura a los ecosistemas de altura.
Elaboramos entonces un plan y lo presentamos al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que nos dio los fondos para construir dos campamentos con instalaciones adecuadas de disposición de residuos, explicó Khan.
El Ministerio de Educación prometió fondos para un tercer campamento, pero finalmente se retractó. Me rescataron Pak Souvenirs y la fundación Alí Khan Afridi, con los cuales estoy en deuda, reveló.
Comenzaron entonces los trabajos a más de 3.300 metros de altura en Jhula, Payo y Urdokas.
Para su crédito, la OPMG es la única organización que ha establecido campamentos de montaña con zonas para lavado de vajilla y ropas, gabinetes higiénicos, recipientes de residuos, luz a energía solar y farmacias. Todavía no ofrecen agua caliente, pero la organización está buscando formas de calentar agua con energía solar.
No he visto campamentos como éstos en todo Pakistán, comentó un joven montañista.
Los tres campamentos son administrados por comunidades locales, y no tienen fines de lucro.
El personal de mantenimiento procede de las aldeas cercanas y se les paga su salario de los ingresos, explicó Khan.
En los campamentos hay recipientes separados para basura degradable y no degradable. Los residuos no degradables son compactados y enviados a Askole, una aldea cercana, donde al final de la temporada son comprados por comerciantes de chatarra, y los otros son incinerados bajo la supervisión del administrador del campamento.
El dinero generado por los residuos es usado para el mantenimiento del campamento y también regresa a la comunidad local. Este año, Askole invertirá esos ingresos en educación, explicó Khan. (