Cuba erradicó el contaminante bromuro de metilo de sus plantaciones de tabaco, pero aún se afana para eliminar ese plaguicida dañino de la capa de ozono de otras labores agrícolas y de almacenamiento.
Según fuentes oficiales, se aplican unas 40 toneladas de esa sustancia en algunos cultivos, en la fumigación de almacenes de alimentos y en la industria molinera para desinfectar los granos de plagas, ácaros, insectos y roedores.
El bromuro de metilo es un fungicida clasificado entre los gases que agotan la capa de ozono estratosférico por el Protocolo de Montreal, que fijó el año 2015 para su eliminación total. Este convenio también estableció 2010 como plazo para erradicar los gases clorofluorocarbonos (CFC).
La capa de ozono, cuyo adelgazamiento fue percibido por la ciencia en los años 70, es vital para proteger la vida terrestre de las radiaciones solares dañinas.
El bromuro de metilo se usa para esterilizar la tierra antes de plantar fresas, tomates y tabaco, entre otras especies vegetales, pero mata tanto a los microorganismos de acción patógena como a los beneficiosos.
Eduardo Pérez Montesbravo, coordinador del programa de erradicación del bromuro de metilo en Cuba, confirmó que casi 20 toneladas de este producto se siguen empleando en los suelos de los cultivos protegidos.
Dichos cultivos, que se realizan en el país hace unos 10 años, consisten en la siembra bajo túneles techados, lo cual permite disponer de vegetales durante todo el año.
Entre las alternativas recomendadas para sustituir el bromuro de metilo en estos sembrados figuran el tratamiento de los suelos con plaguicidas biológicos, como el Trichoderma spp y las micorrizas, unido a la exposición de las áreas al sol.
Existen también otras opciones químicas, como el dazomet, el dicloropropeno y la cloropicrina, entre otros, o bien el empleo de la técnica de injerto de variedades resistentes a los agentes patógenos del suelo.
Las opciones propuestas por investigadores cubanos incluyen el uso de la técnica del cultivo sin suelo, como se hizo con el tabaco en bandejas flotantes.
En el caso de la siembra de flores y plantas ornamentales, se recomienda la desinfección previa de los suelos mediante un proceso denominado pasterización, en el cual se usa solarización y vapor.
En conversación con periodistas, Pérez Montesbravo mencionó también como fórmula para eliminar el plaguicida en las posturas de cafeto, el injerto de la variedad C. Canéfora, de mayor resistencia ante plagas y enfermedades.
El experto dijo que en los almacenes de alimentos e instalaciones industriales se está generalizando el uso de fosfamina y de dióxido de carbono, variantes que unida al calor permiten reducir las dosis de productos químicos activos.
Todas estas técnicas se han probado con resultados satisfactorios, sólo falta que las empresas e instituciones involucradas en el programa cubano generalicen su uso en sustitución de un gas tan nocivo, indicó Pérez Montesbravo.
Cuba logró reducir en más de 60 por ciento el consumo de bromuro de metilo entre 1998 y 2002, con lo cual adelantó el compromiso internacional de reducción de 20 por ciento en 2005.
El país consumía 120 toneladas del plaguicida antes de 1998, de las cuales 80 correspondían a la desinfección de los semilleros de tabaco en La Habana y Pinar del Río.
En esos cultivos se inició un cambio de técnica, consistente en bandejas flotantes en las que se obtienen posturas de tabaco en sustratos orgánicos producidos en el país, además de la aplicación de plaguicidas biológicos.
Esto posibilitó que, en 2002 se eliminara la aplicación del plaguicida en las plantaciones tabacaleras.
Además de sus efectos en la capa de ozono, investigaciones relacionan el uso de este producto con varios tipos de cáncer que afectan a trabajadores agrícolas. Su uso en Cuba está controlado por normas del Ministerio de la Agricultura, según las cuales sólo puede ser aplicado por brigadas especializadas.
Cuba lleva también a cabo un programa para reducir el consumo anual de CFC, igualmente dañino para la capa de ozono.
El Protocolo de Montreal, ratificado por 184 países, dispuso que cesara en forma gradual el uso del bromuro de metilo, con plazo en 2005 para el mundo industrializado y en 2015 para las naciones en desarrollo.
Los países más adelantados de América Latina en el cumplimiento de los acuerdos del Protocolo de Montreal son Cuba, Brasil y Argentina. Pero en América Central se mantiene aún un elevado consumo de ese plaguicida en las cosechas de frutas para la exportación y en la producción de flores.
En Estados Unidos, el cultivo de la fresa alcanza niveles críticos de uso de bromuro de metilo, y las alternativas de los científicos no satisfacen a los agricultores por su alto costo.
Los avances en el cumplimiento del tratado determinan que el uso actual del bromuro sea 30 por ciento menor al registrado en 1991 y que las concentraciones del gas en la atmósfera baja hayan caído 13 por ciento, de acuerdo a datos de la estadounidense Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.
El efecto del bromuro de metilo, los CFC y otros gases que disocian las moléculas de ozono debilitan la cubierta protectora, permitiendo que llegue a la superficie del planeta más radiación ultravioleta del tipo B y C.
Esta radiación afecta toda la vida terrestre y acuática, reduciendo las cosechas y dañando los ecosistemas marinos. Además, provoca en los humanos cáncer de piel, cataratas y debilitamiento del sistema inmunitario.
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