El gobierno de China se encuentra bajo creciente presión para aprobar el lanzamiento al mercado del arroz transgénico, pero teme que el costo social y la reacción internacional contrarresten los beneficios económicos de la medida.
Por un lado, la comercialización del arroz genéticamente manipulado ayudaría al autoabastecimiento de alimentos, considerado un asunto de seguridad nacional por Beijing, pero por otro, el aumento de la producción haría caer los precios y desplazar a más campesinos de sus tierras.
Ahora, recientes pruebas previas a la producción otorgaron a las autoridades el aval científico que precisan para comercializar ese cultivo.
Los agricultores que cultivaron arroz transgénico en campos de prueba informaron que su rendimiento aumentó 10 por ciento, y el uso de pesticidas decreció 80 por ciento, junto con los problemas de salud que éstos acarrean.
"Una de las principales razones por las que aún no se ha comercializado el producto es que había pocas pruebas independientes de que los cultivos transgénicos aumentaran los ingresos de los agricultores y la productividad del arroz", comentó Huang Jikun, el investigador agrícola que dirigió el estudio.
Los resultados del estudio, publicados en abril en la revista Science, colocaron al gobierno chino a punto de aprobar del arroz transgénico para uso comercial.
Ningún país lo ha hecho hasta ahora, y la decisión de Beijing podría afectar el futuro de los cultivos transgénicos en el resto del mundo.
Pese al optimismo reinante, fuentes de la industria sugirieron que el arroz modificado genéticamente no entraría en la cadena comercial antes de 2007.
"No es una medida tan fácil", dijo un ejecutivo extranjero que trabaja en agronegocios en China.
El gobierno "teme que el aumento de la producción arrocera empuje los precios hacia abajo y expulse a los agricultores de sus tierras. También está la oposición de las fábricas nacionales de plaguicidas, que perderían si se difunde el arroz resistente a las pestes", explicó.
Además, las autoridades temen por las implicaciones sociales de la comercialización del nuevo cultivo.
La rápida urbanización en China en las últimas dos décadas hizo que millones de chinos pobres debieran abandonar sus terrenos en busca de empleos en las ciudades. Otros tantos millones dejaron de cultivar granos porque ya no es rentable.
En un esfuerzo por revertir esta tendencia, el gobierno central recortó impuestos rurales. Existe confianza en que el aumento de los precios de los granos atraiga a los campesinos de vuelta a sus tierras.
Aunque los ingresos rurales aumentaron más de 10 por ciento este año, todavía existe mucha tensión en las áreas rurales que podría estallar fácilmente.
Un detonante podría ser un abrupto aumento de la producción del arroz, que deprimiría los precios del producto y frenaría la tendencia a la recuperación.
El estudio más reciente sobre el arroz transgénico, publicado en la revista Science, concluye que habría un incremento de 10 por ciento en el rendimiento. Pero científicos chinos hablan de un aumento de producción de hasta 20 por ciento.
Unas 2.000 fábricas nacionales de fertilizantes también se resisten al cambio, con el argumento de que el cultivo comercial del arroz transgénico provocaría pérdida de empleos e ingresos fiscales.
China ha probado dos cepas de arroz modificado genéticamente: el Shanyou 63 y el Youming 86, resistentes a diversas plagas. En las pruebas realizadas en granjas individuales, se comprobó que los agricultores utilizaban 80 por ciento menos de pesticidas que con las variedades convencionales.
"El rendimiento el arroz resistente a los insectos en las pruebas ha sido impresionante", destacó el profesor Hung, director del Centro de Políticas Agrícolas de la Academia China de Ciencias Sociales.
Pese a la oposición a los transgénicos a diversos niveles, el gobierno central está bajo intensa presión para explotar comercialmente el arroz transgénico.
El autoabastecimiento de alimentos es como una prueba de legitimidad y un asunto de seguridad nacional para la nueva generación de líderes comunistas.
"La seguridad de la producción de granos está directamente relacionada con el sustento de la nación y su estabilidad social", declaró el primer ministro Wen Jiabao, citado en la publicación Farmer's Daily.
En 2000, China ratificó el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Eso coincidió con un pico de la oposición a los transgénicos en Europa, y Beijing decidió suspender el proceso de comercialización de todos los transgénicos.
Sin embargo, las investigaciones continuaron. La organización ambientalista Greenpeace afirmó recientemente que el arroz transgénico ya ingresó en forma ilegal en la cadena alimentaria en China.
Según Greenpeace, el arroz se cultiva ilegalmente en la central provincia de Hubei y luego se comercializa sin la aprobación de las autoridades. (