UGANDA: La ira del norte no es de Dios

El rebelde Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés) de Uganda se envuelve en un aura de misticismo y posturas religiosas ortodoxas, pero su encono con el gobierno se debe en especial a la marginación que ha sufrido por años la población del norte del país.

Por esto que se requerirán cambios profundos para poner fin al prolongado conflicto civil, alertan observadores.

El LRA, liderado por el ex catequista y autoproclamado profeta Joseph Kony, combate desde hace 18 años contra el gobierno de Yoweri Museveni para instaurar un estado teocrático basado sobre los 10 mandamientos bíblicos..

”El norte de Uganda como un todo se siente marginado”, afirmó el analista Paul Omach, del Departamento de Ciencia Política y Administración Pública de la Universidad de Makerere en Kampala, la capital ugandesa.

El experto explicó que dentro del LRA, formado por extremistas cristianos, también hay muchos miembros de la etnia acholi, que representa a cuatro por ciento de los 24 millones de ugandeses, así como de los grupos étnicos lango, karamojong y teso.

Sesenta y dos por ciento de los habitantes de Uganda son cristianos, 19 por ciento siguen cultos tradicionales africanos y el resto son musulmanes.

Museveni, en el poder desde que depuso al comandante Tito Okello Lutwa en 1986, mantuvo siempre una actitud severa con los rebeldes, lo que aumentó la división entre el sur y el norte.

Desde la independencia del colonialismo británico en 1962 y hasta el ascenso de Museveni, todos los gobernantes de Uganda provinieron del norte: Idi Amín, Milton Obote, Basilio Okello y Tito Okello Lutwa.

El ejército, como legado del colonialismo, estuvo siempre integrado en su mayoría por soldados procedentes de las ciudades septentrionales, mientras que en el sur residía la elite económica y cultural, opositora a Gran Bretaña.

Sin embargo, el régimen colonial y las posteriores administraciones de la Uganda independiente marginaron a las poblaciones del norte. La mayor parte de la infraestructura vial, los hospitales y centros educativos creados por Gran Bretaña están concentrados en el sur, indicó Omach.

Poco después de que Museveni llegara al poder, los acholi lo acusaron de lanzar una salvaje campaña contra ellos. Muchos fueron asesinados, las mujeres violadas y sus casas destruidas, sólo por haber apoyado anteriormente a los gobernantes procedentes del norte.

Museveni despidió a todos los soldados acholi, que representaban 60 por ciento del total de tropas, con el propósito de dar una nueva imagen étnica al ejército, explicó Peter Mulira, funcionario de Buganda, uno de los cinco estados federados de Uganda.

”Los acholi sentían que tenían un papel especial en el ejército. Algunos incluso tenían cargos altos. Es por eso que están enojados. Los hombres acholi que perdieron sus empleos en el ejército ahora están con Kony”, señaló.

La marginación de la población del norte también se ve en las principales oficinas de gobierno, indicó el analista Yasin Olum, también de la Universidad de Makerere.

La Autoridad Ugandesa de Fauna y Flora, la Autoridad de Aviación Civil, la Autoridad Ugandesa de Renta y los ministerios de Salud, Recursos Naturales, Agua y Relaciones Exteriores están dirigidos por funcionarios procedentes de distintos puntos del país, pero ninguno del norte.

”Son personas en puestos estratégicos y con la responsabilidad de brindar servicios clave, pero ignoran a esa zona”, señaló Olum.

Por su parte, Mulira sostuvo que la guerra civil en Uganda ha durado casi dos décadas debido al profundo sentimiento de frustración de los acholi. ”No luchan contra el gobierno en sí, sino contra Museveni, quien simboliza la marginación”, afirmó.

A pesar de sentirse ignorados y desplazados por el gobierno, muchos habitantes del norte también condenan las actividades del LRA, que ha masacrado a miles de civiles y arrastrado a niños y niñas a la esclavitud entre sus filas.

Esta reacción violenta del LRA fue provocada en especial por la ministra de Gobierno, Betty Bigombe, quien llamó a los acholi a unirse a la lucha contra los extremistas cristianos, sostuvo el analista Douglas Kilama, del grupo no gubernamental Físicos Canadienses para la Asistencia, con sede en la septentrional ciudad ugandesa de Gulu.

En su momento, muchos pobladores del norte apoyaron al insurgente Ejército por la Defensa del Pueblo de Uganda, integrado por soldados acholi que fueron expulsados del ejército por Museveni. Pero este grupo pronto firmó un acuerdo de paz con el gobierno.

El LRA actualmente cuenta con mucho apoyo de la diáspora acholi en países como Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña, según Olanya.

Cerca de 1,4 millones de personas, en su mayoría acholis, viven en pobres condiciones en campamentos de desplazados instalados en el norte de Uganda, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Algunos creen que el LRA podría abandonar las armas si Museveni deja el poder el año próximo, cumpliendo con el mandato constitucional que prohíbe más de dos períodos consecutivos para cada presidente. El régimen de facto de Museveni fue confirmado en las elecciones que él mismo convocó en 1996, siendo reelecto en 2001.

”No importa si la persona que reemplaza a Museveni no es del norte, mientras propicie cambios tangibles. Uganda necesita la integración nacional”, sostuvo Omach.

Para Mulira, la paz sólo llegará cuando se conceda a la población del norte más potestades para decidir su futuro, poniendo fin a la centralización del poder en Kampala y dando más autoridad a gobiernos regionales. (

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