La elección del cardenal alemán Joseph Ratzinger como nuevo Papa desalentó al ala más progresista de la Iglesia Católica, que pretendía la consagración de un religioso dispuesto a cambiar las tradiciones conservadoras de Juan Pablo II.
Pero la designación de Ratzinger, mano derecha de Juan Pablo II a cargo de imponer una estricta ortodoxia al frente de la poderosa Congregación de la Doctrina de la Fe, apunta a más de lo mismo. O, incluso, a un papado aun más estricto.
Los próximos pasos de Benedicto XVI, como eligió llamarse el cardenal alemán, podrían abrir nuevas brechas dentro la Iglesia, advirtieron activistas y expertos católicos identificados con las visiones más progresistas de esta comunidad religiosa de 1.070 millones de fieles.
Esto ampliará las fisuras, dijo a IPS Frances Kissling, de la organización Católicas por el Derecho a Elegir. Los más conservadores se sentirán satisfechos, porque esto marca una continuidad respecto del papado de Juan Pablo II. El resto, no, por las mismas razones.
La designación de Ratzinger es terriblemente decepcionante, dijo a IPS Rea Howarth, de la organización católica estadounidense Quixote Central. Según ella, era necesario un Papa para el Sur del mundo.
[related_articles]
Nos preocupa mucho que la Iglesia mantenga el centro de atención en la ortodoxia, sin atender los terribles desafíos que afrontan los países en desarrollo, agregó.
Ratzinger no comprende las diferencias culturales dentro de la Iglesia, agregó Howarth. Su designación no es buena para los pobres, no es buena para las mujeres y no es buena para los curas, aseguró.
Los sacerdotes que formulen preguntas difíciles serán obligados a callarse, pronosticó. De hecho, ya se les está pidiendo que se callen.
Con la consagración de Benedicto XVI, los cardenales fijaron la brújula directamente hacia el creciente abismo que media entre la jerarquía, los laicos y los mejores y más brillantes teólogos católicos, indica una declaración de Quixote Central.
Están conduciendo el barco directamente hacia el abismo, alertaron.
Católicas por el Derecho a Elegir se declaró profundamente preocupada, pues la elección del cardinal Josef Ratzinger como Papa constituye una fuerte señal de mantenimiento del disenso interno dentro de la Iglesia.
El rol histórico del cardenal como disciplinador denota que la tradición del padre que castiga se mantendrá dentro de la Iglesia Católica Romana, agregó la organización.
Pero el papa Benedicto XVI tiene la oportunidad y la obligación de enmendar errores cometidos por el Vaticano, sostuvo Católicas por el Derecho a Elegir.
Al mismo tiempo, debe tender un puente a través de la brecha profundizada en el último papado entre clérigos y laicos, hombres y mujeres, Norte y Sur, derecha e izquierda, homosexuales y heterosexuales, indicó.
Del mismo modo que Juan Pablo II fue un ejemplo de espíritu reconciliador al sentarse frente a frente con el hombre que le disparó, el nuevo Papa debe aplicar la misma cortesía, combinada con un genuino espíritu de invitación a aquellos que fueron más lastimados por las políticas eclesiásticas de los últimos años, según la organización.
Católicas por el Derecho a Elegir estableció un programa de lo que el nuevo Papa debería hacer en los próximos 100 días. En primer lugar, debería reunirse de inmediato con las víctimas de abuso sexual a manos de sacerdotes católicos.
También debería crear una comisión para estudiar la política vigente del Vaticano en materia de uso de condones para prevenir la propagación del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.
Además, el Papa, según la organización, debería establecer una academia pontificia sobre derechos de las mujeres dentro de la Iglesia, y abrir un diálogo sobre la posibilidad de que hombres casados ejerzan el sacerdocio.
Pero pocos, muy pocos esperan que Benedicto XVI tome esos pasos, lo cual encaminará a las organizaciones católicas progresistas por una senda de enfrentamiento con el establishment eclesiástico.
En 2001, Ratzinger, en su carácter de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (órgano de la Curia Romana que sustituyó a la antigua Santa Inquisición), exigió al teólogo español Marciano Vidal una retractación de sus tesis sobre métodos anticonceptivos, aborto y homosexualidad, a las que consideró un desvío de la posición vaticana oficial.
El día anterior a su elección como Papa, Ratzinger ofició una misa en que se manifestó contra lo que él denominó modernidad. En ese sermón, pareció que las diferencias entre el Vaticano y los católicos progresistas estaban en el punto más agudo de la historia. Ahora, muchos fieles sienten como si un terremoto estuviera a punto de convertir la falla en la separación definitiva de dos continentes.