PINTURA-RUMANIA: Recuerdos de Ceausescu

Unas 160 pinturas del dictador rumano Nicolae Ceausescu, depuesto y ejecutado en 1989, lo muestran como a un semidiós que departe con personajes históricos y legendarios. Por primera vez, el arte del período comunista es exhibido y observado por quienes eran niños en aquellos años.

Daniel Vasilescu tenía sólo nueve años cuando cayó el régimen comunista de Rumania, en diciembre de 1989, tras una sangrienta revuelta popular contra Ceausescu (1918-1989).

Ahora, con 25, visita la gigantesca Casa del Pueblo, construida precisamente para acrecentar el culto a la personalidad del entonces líder, y que ahora es sede del Museo Nacional de Arte Contemporáneo.

Allí el arte de los años comunistas es desplegado por primera vez en una exposición destinada a iluminar uno de los períodos más sombríos de la historia de este país de Europa oriental.

El Partido Comunista gobernó Rumania desde 1947, pero el ascenso al poder de Ceausescu se produjo en 1965.

Unas 160 obras pictóricas despliegan la imagen del entonces líder, de su esposa Elena y de sus hijos. A un tiempo aduladoras y kitsch, muestran a un Ceausescu endiosado, compartiendo escena con otras figuras de la historia rumana.

En una de las pinturas aparece bebiendo con el héroe del medioevo Esteban el Grande, en otras, caminando idílicamente junto a Elena. Hay retratos glorificadores, como varios en los que el ex dictador es un apuesto y joven revolucionario, y su esposa un hada buena con la llama olímpica en una mano y una paloma de la paz que la sigue.

"No siento nostalgia del régimen comunista, pero me gusta recordar mi infancia. Es asombroso revivir todo aquello, en especial si estás seguro de que no volverá a repetirse", dice Vasilescu.

Las memorias del joven sobre aquel período son escasas pero vívidas. "Recuerdo sobre todo un estadio lleno de carteles, con legiones de atletas corriendo, danzando y contorneándose para crear formas y eslóganes. Entonces esas miles de personas se vuelven hacia el público y aplauden. Y el público es un solo espectador, Ceausescu, a veces con su esposa", rememora.

En los años 80, cuando la economía del país quebró y la población comenzó a padecer hambre, el régimen intentó ocultar su mala administración detrás de un culto a la personalidad del líder que involucró a todos los medios de comunicación y a escuadrones de coreógrafos y artistas dedicados a fraguar una interminable puesta en escena de lujosos "shows" de la estética socialista.

"La gente, sobre todo los jóvenes, deberían conocer más de esa etapa del pasado", opina Maria Tudoran, ingeniera de 45 años que también visitó el museo. "Muchos aún hablan de Ceausescu como de un patriota y sienten simpatía hacia él, pues perciben que el capitalismo no les dio nada. Tienen mala memoria sobre cuestiones como la policía secreta y la hambruna de los 80", dijo.

"Es como si prefirieran el tiempo en que no había nada para comprar en las tiendas a la actualidad, llena de ofertas y productos que ellos no pueden pagar", arguyó.

Ceausescu es popular en la juventud. Según una encuesta, casi la mitad de los jóvenes cree que su gestión fue mejor que las de sus sucesores. Los sociólogos explican esa actitud por la inmadurez política que lleva a los adolescentes a repetir lo que oyen decir a sus padres.

El curador del museo, Florin Tudor, afirma que uno de los objetivos de la muestra es recordar el pasado para comprenderlo mejor.

"Esto no es una caza de brujas. Las obras exhibidas son representativas del culto a la personalidad de Ceausescu, que incluyó canciones pop, epopeyas teatrales y, especialmente, las espectaculares rutinas en los estadios", explicó.

Pero la actual muestra es también una exploración del lado oscuro de la plástica rumana de las últimas décadas. "El proyecto es sólo un intento de reabrir el debate sobre el arte en el contexto comunista, y puede considerarse preámbulo de un amplio análisis crítico y teórico que debería iniciarse en los próximos años", agregó Tudor.

Algunos de los artistas cuyas obras se exhiben en el Museo no sólo gozaron del mecenazgo del régimen, sino que continúan ocupando cargos de importancia., como el ex ministro de Cultura, Viorel Marginean, y el presidente del Sindicato de Artes Plásticas, Zamfir Dumitrescu.

Este último dijo a medios de comunicación locales que no le avergonzaba haber retratado a la familia Ceausescu a cambio de buena paga y vida confortable. "Es cierto que me pagaron muy generosamente, pero sólo hice mi trabajo, como artista intenté describir la realidad de ese tiempo", se justificó.

La tradición del Estado paternalista que sostenía las artes y los comunistas que financiaban generosamente a los artistas —dentro de estrictas fronteras creativas— hoy son historia. Una nueva generación de creadores intenta acomodarse a las nada comprometidas demandas del libre mercado.

La mayoría de los nuevos artistas no está de acuerdo con la muestra, alegando que no es arte, sino una manera útil de explicar el pasado.

"Seguramente la exhibición refresca las memorias de quienes vivieron los tiempos comunistas u ofrece una lección de historia para los jóvenes", sostuvo Rarita Szakats, administradora artística de la Fundación AltArt.

"Pero el escenario artístico rumano atestigua ahora el conflicto entre quienes pintaron a Ceausescu y los jóvenes artistas", afirmó.

Y, en ese sentido, "la muestra ensancha la brecha entre las dos generaciones, la vieja que aún está a cargo de la administración de los recursos destinados a las artes, y la nueva, que reclama la apertura de espacios para la creación contemporánea", concluyó. (

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