MEDIO ORIENTE: Vientos de democracia débiles y cambiantes

Iraq tiene nuevo gobierno, Arabia Saudita celebró elecciones municipales limitadas, el control de Siria sobre Líbano está terminando y miles de personas salen a las calles de El Cairo para pedir la renuncia de Hosni Mubarak, presidente de Egipto desde 1981. En apariencia, soplan vientos de democracia en Medio Oriente.

Pero aquellos que celebran la nueva tendencia se hacen tres preguntas: ¿Cuántas de las concesiones que esos gobernantes hicieron bajo presión estadounidense desaparecerían si Washington moderara el tono de sus advertencias? ¿Adónde conducirán estos movimientos democráticos? Y si alguno se derrumba, ¿provocará un efecto dominó?

Algunos analistas creen que, aunque existe cierta conexión entre los movimientos democráticos en diferentes países de Medio Oriente, el resultado en cada uno será determinado por condiciones internas.

”Sí, los árabes estamos hablando de democracia porque Estados Unidos lo hace, pero al final, cada país tiene sus propias características, y si un movimiento triunfa o no dependerá de lo que suceda en cada país, no en Washington”, dijo a IPS el columnista Jihad Khazen, establecido en Londres.

”Es por eso que sospecho de la sinceridad de estos discursos (sobre democracia), porque quienes los pronuncian lo hacen por presión y no porque lo sientan”, agregó.

Desde los primeros días de su primer mandato, en 2001, el presidente estadounidense George W. Bush dejó claro que la democratización de Medio Oriente era parte esencial de su política exterior. Más tarde, anunció que la invasión de Iraq sería el primer paso en esa dirección.

En un discurso pronunciado el martes ante soldados estadounidenses, Bush comparó la caída de Bagdad en abril de 2002 con la caída del muro de Berlín en 1989, y dijo que si Iraq logra construir un sistema democrático, abrirá las compuertas de la democracia en todo Medio Oriente, de Damasco a Teherán.

Pero pocos analistas comparten el optimismo de Bush. Muchos desconfían, por ejemplo, de la autenticidad del movimiento democrático en Egipto, donde Mubarak pidió al parlamento que reforme la Constitución para que los votantes puedan elegir entre varios candidatos en las elecciones presidenciales de este año, en lugar de confirmar en el cargo al mismo presidente una vez más.

Los críticos señalan que, al mismo tiempo que adopta esta iniciativa, Mubarak reprime a la oposición.

”Mientras Mubarak hablaba de democracia, la policía secreta allanó la casa de mis padres, interrogó a mis familiares y quiso detener a mi padre por un artículo que escribió y nunca llegó a publicarse”, dijo Mohamed Fadel Fahmy a IPS.

Fahmy contó que su padre, un ingeniero que tiene ciudadanía egipcia y canadiense, es miembro del opositor partido Waftd y suele escribir columnas para el periódico partidario y otras publicaciones.

El artículo que provocó la ira del gobierno ”llamaba a realizar manifestaciones contra Mubarak y lo acusaba de ser un dictador con traje de liberal”, explicó.

El diario de Wafd no publicó el artículo porque los editores ”lo consideraron demasiado directo”.

Fahmy dijo que su padre estaba en Kuwait, donde trabaja, cuando llegaron las fuerzas de seguridad. Posteriormente, fue detenido en Kuwait, pero las circunstancias no fueron claras y no se sabe si la breve detención fue a pedido de las autoridades egipcias.

La policía egipcia arrestó el mes pasado a decenas de activistas políticos que pedían la renuncia de Mubarak.

El caso de Egipto es importante porque muchos países árabes lo toman como modelo político.

”Egipto es un caso delicado. Siempre guía al resto de la región, para bien o para mal. Si hubiera un movimiento en Egipto, sería más fácil que lo hubiera en otros países”, dijo Khazen.

Por otra parte, ”si esos experimentos con la democracia no prosperan, digamos en Iraq o en Líbano, también afectarán la dinámica interna de la región, porque líderes de otros países dirán que se intentó y sólo produjo inestabilidad”, vaticinó el profesor Nizar Hamza, de la Universidad Americana en Beirut, en declaraciones a IPS.

”Hubiera sido preferible que esto ocurriera por iniciativa de los propios árabes, no por presión externa”, expresó Hania Refaat, ejecutiva de marketing en Egipto. (

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