Después de siete años de negociaciones, los 191 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acordaron una convención internacional contra el terrorismo nuclear.
Es un gran logro. Estoy seguro de que todas las delegaciones comparten la sensación de que es un significativo y encomiable paso adelante, dijo a IPS Rohan Perera, presidente del Comité Especial de la ONU sobre terrorismo. El acuerdo por consenso se alcanzó el jueves.
El tratado terminó de elaborarse ocho años después de que Alexander Lebed, héroe de guerra soviético y ex consejero nacional de seguridad del ex presidente ruso Boris Yeltsin, informara públicamente del extravío de un centenar de armas nucleares rusas del tamaño de un maletín.
La hoy extinta KGB, agencia de inteligencia de la disuelta Unión Soviética, adquirió una cantidad sin especificar de bombas nucleares de menos de 40 kilogramos cada una, nunca incluidas en ningún inventario internacional sobre desarme al cabo de la guerra fría que enfrentó a Occidente con el campo comunista, según insistentes versiones.
Persiste el temor de los expertos en que algunas de esas armas, cuyo paradero aún se desconoce, puedan caer en manos de terroristas.
El tratado propuesto —titulado Convención sobre la Supresión de Actos de Terrorismo Nuclear— llama a todos los países a ayudar en la localización de las bombas perdidas y a perseguir a los terroristas que puedan utilizarlas.
Es vital negarle a los terroristas acceso a materiales nucleares, dijo el secretario general de la ONU, Kofi Annan, en el informe sobre la reestructura del foro mundial publicado la semana pasada.
Nuestra estrategia contra el terrorismo debe ser exhaustiva y basarse sobre cinco pilares: disuadir a la gente de recurrir al terrorismo o de apoyarlo, negar a los terroristas el acceso a fondos y materiales, impedir a los Estados patrocinar el terrorismo, desarrollar la capacidad de los Estados para derrotar al terrorismo y defender los derechos humanos, agregó en ese documento.
La comunidad internacional ha sido alertada de la posibilidad de un ataque contra una instalación nuclear o de abuso de materiales nucleares.
Rusia, el negociador más activo en la elaboración del tratado, fue la encargada de redactar el borrador de la convención.
El presidente estadounidense George W. Bush y el ruso Vladimir Putin urgieron en febrero a la adopción del tratado, tras deliberar sobre cooperación nuclear.
Se trata de la convención número 13 de la ONU contra el terrorismo, y estará pronto para ser firmado en septiembre, cuando numerosos jefes de Estado y de gobierno realicen su peregrinación anual a Nueva York en ocasión de la sesión inaugural de la Asamblea General.
Los últimos dos tratados de la ONU aprobados en la materia son la Convención Internacional para la Supresión de los Atentados Terroristas con Explosivos (1997) y la Convención Internacional para la Supresión del Financiamiento del Terrorismo (1999).
La número 14 —y tal vez la último—, titulada Convención Completa sobre el Terrorismo, englobará elementos de las 13 primeras y se prevé que su elaboración concluya a mediados de 2006.
Pero las negociaciones de ese tratado están bloqueadas por diferencias en torno de definiciones de términos como terrorismo, terrorismo de Estado y lucha por la libertad.
Urjo con fuerza a los líderes mundiales a unirse en el impulso a la convención, cuya redacción debe concluir antes de finalizar la 60 sesión de la Asamblea General el año próximo, dijo Annan la semana pasada.
Las redes transnacionales de terroristas tienen hoy un alcance mundial y han hecho causa común, sostuvo el funcionario.
Estos grupos desean adquirir armas nucleares, biológicas y químicas, e inflingir bajas masivas, advirtió. Uno de esos ataques y la cadena de acontecimientos que abriría podrían cambiar nuestro mundo para siempre.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU —China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia—, todos ellos poseedores de armas nucleares, se han comprometido a detener su proliferación, aunque no eliminarlos totalmente de sus arsenales.
India y Pakistán han declarado poseer armas nucleares y realizaron sus primeras pruebas en 1998. Numerosas versiones aseguran que también disponen de ellas Corea del Norte e Israel.
La persistencia en los arsenales de unas 30.000 armas nucleares una década y media después del fin de la guerra fría supone un severo riesgo para la humanidad, agravado por el hecho de que 5.000 se encuentran en estado de alerta y pueden ser detonadas en un lapso de 30 minutos.