Muchos vecinos corrieron a bañarse bajo la lluvia, otros quisieron recoger toda el agua del mundo en palanganas, ollas y tanques de plástico, y no faltaron quienes disfrutaron del momento como si fuera uno de los más felices de su vida.
Hace falta que siga lloviendo. Si no llueve no sé qué va a pasar con nosotros, dijo a IPS Vivian Aguiar, trabajadora del sector del turismo, mientras se registraba el primer aguacero en meses en la oriental ciudad cubana de Holguín, a unos 740 kilómetros de La Habana.
Para esta joven, madre de un niño de 11 meses, la situación se ha vuelto muy difícil y cada día se pone peor.
Ahora hace más de 15 días que no ponen el servicio de agua en la zona donde vivo. Y cuando hay agua no tiene fuerza para subir y llenar los tanques que están en el techo de la casa. Hay que llenarlo todo a mano, cuenta.
Así, la vida se va detrás de los carros cisternas, que el gobierno distribuye lo más equitativamente posible por las distintas área de esta ciudad de 300.000 habitantes, y por los puntos de agua, donde se vende el líquido potable a un centavo de peso el litro.
Los pozos se han ido contaminando. En la ciudad hay unos pocos que son confiables, pero se hace difícil llegar hasta ellos. Sólo se puede tomar el agua de los puntos de venta y no siempre hay, detalla Aguiar.
Yo me preocupo porque tengo un niño chiquito, pero la gente está desesperada y toma el agua que aparezca. Eso es muy peligroso, agrega.
Explica, además, que el agua embotellada, en tanto, no es una opción para ella ni para casi ningún habitante de la ciudad. La cuenta está clara: la botella de agua cuesta como un dólar. Una persona que viva de su salario no puede darse ese lujo.
Fuentes oficiales indican que se han secado en la ciudad más de 5.000 pozos, pero aún existen 71.438 que abastecen del líquido a la población. La empresa estatal Perforación y Construcción de Pozos ha abierto más de 200 desde el comienzo de la sequía.
La apertura de nuevos pozos no garantiza que el agua sea potable y la realidad es que estas primeras precipitaciones en muchos meses en la provincia de Holguín fueron insuficientes para los ríos, presas secas y campos marchitos.
Según el primer secretario provincial del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC), Miguel Díaz Canell, Holguín vive ahora la situación más dramática de los últimos tres años.
Desde comienzos de los años 80, las precipitaciones superaron la media histórica de 1.323 milímetros anuales sólo en 1987 y en 2001. Ahora, la sequía afecta a la provincia desde hace ocho años y en 2003 comenzó a amenazar a la ciudad.
Fuentes del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en Holguín indican que antes de los problemas de abastecimiento provocados por este fenómeno, la ciudad recibía 1.100 litros de agua por segundo, o sea 95.000 metros cúbicos por día.
Ahora la urbe recibe apenas 67 litros de agua por habitante cada día, sumando la trasportada desde el río Cauto, el más extenso de esta isla caribeña, por tren desde comunidades cercanas y por el sistema de carros cisternas, según cifras oficiales.
Pero cada vez que la tubería que lleva el agua desde el Cauto hasta Holguín sufre roturas, algo que ocurre con asiduidad, la disponibilidad desciende a unos 13 litros por persona.
La construcción de los más de 50 kilómetros un caño transportador de agua del río Cauto a Holguín fue vista como la salvación holguinera a mediados del pasado año, pero un lote de tubos adquiridos a una empresa italiana resultó defectuoso y no soportan la presión del agua.
Cada vez que un tubo se rompe, hay que sacarlo y cambiarlo por otro. La obra puede extenderse por varios días y son días de menos agua. La prensa te lo informa, pero qué hacemos con eso, comentó Alvaro Martínez, artesano de 43 años.
Díaz Canell anunció este mes la creación de una nueva estructura de dirección a nivel municipal, que pretende hacer más efectiva la entrega de agua a la población, según un reporte publicado el día 18 por el semanario provincial Ahora.
El primer secretario del PCC en Holguín precisó que se observa un agotamiento progresivo de las reservas del subsuelo y una disminución importante de la producción agrícola por el efecto de la sequía en los suelos.
A su juicio, los habitantes del territorio han resistido un fenómeno climático sin precedentes en la historia reciente de la región y han aprendido a vivir con la sequía buscando, incluso, formas increíbles para sobrellevarla.
Se lava (ropa) una vez a la semana o cada quince días y el agua de lavar se usa para limpiar o para descargar el baño. Yo he llegado a guardar hasta el agua con la que lavo los alimentos antes de cocinarlos, enumera Aguiar.
Al principio, a mi esposo le tocaba salir a buscar el agua y a toda la familia inventar con la que logramos conseguir. Ahora todos buscamos agua. Ningún esfuerzo es suficiente y uno se vuelve obsesivo con esta historia, asegura.
Enrique Guzmán, maestro de 47 años, ve las cosas de otra manera: dicen que estamos en el peor momento, pero a mí me parece que estamos mejor. Quizás nos cansamos de la agonía y tratamos de resolver el problema sin pensar mucho
Si hace unos meses en Holguín sólo se hablaba del problema del agua y las personas se veían todo el tiempo cansadas y tensas, ahora la ciudad parece empezar a recuperar la calma y su compás cotidiano.
Los cambios han venido también de parte de las autoridades que han trabajado en la creación de opciones recreativas y de servicios, en moneda nacional. No sólo hay que dar opciones de consumo sino de enriquecimiento espiritual, comentó Guzmán. (