– El francés Marcel Marceau, mito viviente del mimodrama que acaba de cumplir 82 años, emprendió una nueva gira de despedida de los escenarios, por Venezuela y Argentina, pero con una advertencia: Nunca me retiraré.
Con apenas un hilo de voz, pero sosteniendo intacta la vitalidad y gracia de sus gestos, Marceau, quien cumplió años el martes, dijo a periodistas en Caracas que el silencio no tiene límites, los límites los pone la palabra.
Hace años, yo decidí emocionar sin decir una sola palabra. La palabra tiene más posibilidades de expresión: puede mentir, tener doble sentido y doble intención, en tanto que el mimo debe sujetarse a un proceder claro y visible, no debe proponer enigmas, sostuvo el maestro.
El artista que no habla debe ser inmediatamente entendido y atrapar al espectador por las formas, por la belleza y el contenido del mensaje. Yo sólo doy gritos de silencio, algo muy difícil en un mundo donde todos hablan como metralletas, comentó.
Esos silenciosos gritos llegan en su espectáculo de este año. Lo mejor de Marcel Marceau, dividido en pantomimas de estilo como El artista pintor, Adolescencia, madurez, vejez y muerte o El parque público, junto con las de Bip, el candoroso personaje de sombrero de copa y camiseta a rayas que el mimo creó en los años 50, y que deleita al público al buscar empleo, fabricar máscaras o domar imaginarias fieras.
Bip está inspirado en Chaplin. De niño, yo imitaba el inconfundible modo de andar de ese Charlot (uno de los nombres con los que se conoce al personaje de las películas mudas de Charles Chaplin) tan popular. Gracias a él, y a mis profesores Charles Dullin y Etienne Decreaux, que inventó la gramática del mimo, opté por el arte del silencio, evocó.
Marceau rememoró sus inicios, apenas concluida la Segunda Guerra Mundial (durante la cual participó en la resistencia francesa), y cómo se dedicó primero a divertir y hacer reír, para olvidar él mismo y ayudar a otros a superar los traumas de la guerra, aunque pronto se dio cuenta de que con esas propuestas quedaba en la superficialidad.
Lentamente, al madurar, escogí volver a acordarme de lo que había pasado y dar un reconocimiento a todos los desaparecidos. Comprendí que no había que olvidar, y comencé a presentar temas más profundos. El arte del silencio hace madurar a la gente, explicó.
En esa línea, defiende la repetición. Cuando críticos venezolanos le señalaron que hallaban semejanzas en sus muchas presentaciones desde que vino a Caracas por primera vez, hace 37 años, replicó que si se quiere imponer un arte hay que ser clásico.
Por eso repetimos. Oír mucho a Mozart no es aburrido, siempre nos emocionamos, arguyó.
También reivindicó la enseñanza del mimodrama y el desarrollo de escuelas y seminarios sobre ese arte como los que ha impulsado en Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Italia y la República Checa, pero no para los niños ni los aficionados, que harían imitaciones y no profundizarían, argumentó.
¿Cómo ve al público de América Latina?, le preguntó IPS. Para mí, todos los públicos son iguales. He estado en Japón, China, Europa, Australia, Sudamérica y África del Sur, a menudo con la impresión de estar en un único país, respondió.
Quizá por ello Marceau es de los que se definen como ciudadano del mundo, y exhibe con orgullo la credencial que le confirió en 2001 la Organización de las Naciones Unidas, como embajador de buena voluntad para la tercera edad.
Acepté bajo una premisa filosófica: la gente de la tercera edad ¿no merece reconocimiento?. En su caso, la nitidez, precisión y gracia de sus movimientos recibe en cada jornada reconocimiento en la forma de una riada de aplausos. En Caracas, la ovación vino de 2.000 personas que llenaron el teatro Teresa Carreño.
A mi edad, todavía abro el periódico cada mañana y veo que no entiendo nada de política. ¿Será que me estoy atrasando mentalmente? Hay líderes en el mundo que matan personas con la excusa de salvar gente o a la democracia. Para salvar la democracia se necesita divulgar la cultura, alegó.
A menudo pienso en la muerte, y la asumo como algo santificado, aunque no soy religioso, sino espiritual y con fe. Pero no pienso en el retiro, no lo haré nunca, moriré de pie, aseguró el artista. (