El papa Juan Pablo II sorteó otra crisis de salud, esta vez después de una traqueotomía que lo ayudó a respirar. Su salud empeora día a día, pero sigue siendo el guía espiritual de más de 1.000 millones de católicos.
Ningún papa ha renunciado en siglos. Esa posibilidad está hoy sobre la mesa, porque la grey católica teme que este Papa, vivo, no pueda operar como tal.
No existe en el derecho canónico (la ley de la Iglesia Católica y del Vaticano) mención a la posibilidad de que un Papa quede incapacitado mentalmente para cumplir con su función, ni tampoco hay antecedentes.
Los católicos de todo el mundo se limitan a orar por su vida, mientras se preguntan qué significaría para la Iglesia una larga agonía.
El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, intentó calmar esos temores diciendo que el Papa se sentía mejor y que habló durante su internación.
La fuerte constitución del líder espiritual católico lo ayudó a recuperarse de los disparos que recibió del fanático turco Mehmet Alí Agca el 3 de mayo de 1981.
En los años siguientes, se le extirpó un tumor de colon y el apéndice y se recuperó de la fractura de un hombro y del fémur. Además, sufre hace 10 años la enfermedad de Parkinson, un desorden neurológico progresivo.
La administración diaria de los asuntos papales está hoy en manos de funcionarios cercanos a Juan Pablo II, como su secretario privado, el arzobispo Stanislaw Dzwisz, y el secretario de Estado y número dos del Vaticano, Angelo Sodano.
Pero el otrora dinámico papa ha perdido buena parte de su vigor, y los asuntos sin resolver se apilan a la espera de su sucesor.
Los fieles católicos esperan que el papa les muestre el camino, tanto en términos religiosos como seculares.
La gestión de Juan Pablo II tiene claros y oscuros. La Iglesia Católica se expandió durante su papado en Asia y África, pero perdió seguidores en el mundo industrial, en Polonia, su país natal, y en América Latina, donde viven la mitad de los fieles.
El papado de Juan Pablo II ha sido muy criticado, en particular por su inflexibilidad en asuntos como el control de la natalidad, al que se opuso a pesar de constituir un obstáculo para el desarrollo de África, y su rechazo del divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual y el concubinato.
El principal pronunciamiento del Vaticano sobre esas cuestiones fue en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo en 2001
El Papa no le deja nada a la Iglesia, excepto el intento de encubrirla, dijo a IPS el periodista Gianni Avena, director de la agencia noticiosa Adista, especializada en asuntos religiosos.
El papa, bautizado Karol Jozef Wojtyla, encontró la Iglesia en un fermental estado de apertura cuando asumió el pontificado en 1978. Pero revirtió el proceso.
Según Avena, el Papa restauró una férrea ortodoxia, consolidó el poder temporal de la Iglesia sobre los fieles y la puso al servicio de la derrota de los regímenes comunistas.
Para acallar el mensaje renovador que había lanzado el segundo Concilio Vaticano en los años 60, también apeló, entre otros grupos conservadores, al poderoso Opus Dei, una especie de orden religiosa independiente fuera del control de los obispos.
Pocos años después de hacerse con el poder, los principales cargos de la Curia Romana (que dirige la administración vaticana) y las diócesis de todo el mundo fueron cubiertos con religiosos oficialistas.
En el 25 aniversario de su elección como papa, Adista publicó una larga lista de funcionarios, teólogos, curas y monjas perseguidos, removidos o suspendidos de sus funciones.
Ningún pontífice antes que él reprimió el disenso tan sistemáticamente, según la agencia.
El experto en asuntos vaticanos Giancarlo Zizola dijo a IPS que el Papa no ha aceptado los intentos de diversos obispos para integrar el mensaje del Evangelio en las culturas nacionales, en especial en África y en India.
Avena advirtió que el Papa también se negó a responder a las reivindicaciones de derechos femeninos.
Ningún Papa antes que él fue tan duro al referirse al papel de las mujeres. Impuso doctrinas estrictas, como negarles la oportunidad de ejercer el sacerdocio. Llegó a decir que no eran iguales a los hombres, recordó.
En el futuro, la Iglesia Católica deberá cambiar, según los críticos.
La Curia Romana está actualmente dominada por teólogos de la escuela greco-romana, basada sobre la autoridad del Vaticano, una tradición que deberá reformarse, sostuvo Zizola.
Las iglesias del Sur en desarrollo deberían desempeñar un papel más importante, pues representan más de dos tercios de la grey católica. Es posible que ese peso se exprese en el cónclave que elegirá al sucesor de Juan Pablo II. (