Setenta y ocho periodistas fueron muertos el año pasado a causa de su trabajo. El denominador común es la impunidad de sus asesinos, afirmó el Instituto Internacional de la Prensa (IPI), con sede en Viena.
El informe del IPI correspondiente a 2004, Impunity Lives, while Journalists Die (La impunidad vive, los periodistas mueren) condena la inercia de las autoridades de diversos países del mundo para investigar y procesar a los asesinos de periodistas.
El año pasado fue uno de los peores desde que el IPI comenzó a llevar registro de las muertes de periodistas en 1997, dijo a IPS el director del Instituto, David Dadge.
El peor fue 1999, cuando murieron 86 periodistas. Hasta 2004, el segundo peor era 2003, con 64 periodistas muertos, señaló.
Sin duda, Iraq es el peor lugar de trabajo posible para los periodistas. La insurgencia iraquí ha matado a 23 periodistas, y ese país sigue siendo el lugar más peligroso del mundo para la práctica periodística, dice el informe.
La mayoría de los periodistas que murieron en Iraq fueron abatidos por insurgentes, mientras al menos tres, pero posiblemente más, fueron muertos por las fuerzas (de ocupación) de Estados Unidos, sostiene el documento.
El resto de los 78 periodistas muertos en 2004 perecieron en países de Asia, 27 en Medio Oriente y el Magreb, 15 en América, siete en Europa y dos en África, según el informe.
La vergonzosa conexión entre todos los casos es la falta de investigación y procesamiento de los asesinos, destacó el IPI.
Un caso paradigmático es Filipinas, donde murieron 56 periodistas desde la independencia en 1986, incluidos 12 en 2004, y absolutamente nadie ha sido juzgado por esos asesinatos.
Bangladesh es otro país donde las autoridades parecen inconscientes de la necesidad de hacer cumplir la ley, señala el informe.
En América, cuatro periodistas murieron en México donde la corrupción y el narcotráfico han vuelto casi imposible la investigación periodística, y en Haití la indiferencia gubernamental ha oscurecido la verdad. No ha habido arrestos por los asesinatos de dos periodistas haitianos en 2000 y 2001.
El IPI apuntó a Europa oriental como otra región de impunidad. En Rusia, con tres asesinatos de periodistas en 2004, hay toda una historia de intentos fracasados por investigar asesinatos de periodistas, dice el informe, y agrega que Belarús y Ucrania son otros ejemplos claros de impunidad.
Johann Fritz, director del IPI, observó al lanzar en informe que en muchos casos las investigaciones de los asesinatos de periodistas son obstaculizadas por la falta de entrevista a testigos, la falta de seguimiento, la pérdida de pruebas, encubrimientos, corrupción, parcialidad judicial, inercia o apatía lisa y llana.
En otras ocasiones, los gobiernos no desean que se conozcan los perpetradores o los motivos del asesinato, sostuvo.
Esto une a autoridades y asesinos en una causa común: silenciar a los periodistas e impedir que información embarazosa o incómoda llegue al dominio público, agregó.
En momentos en que muchos países reclaman democracia, sus autoridades deberían apreciar el daño causado por la impunidad y asegurar que los que cometen la forma más extrema de censura sean castigados, exhortó Fritz.