LIBROS: Los verdaderos salvajes en Kenia

En los anales de la propaganda bélica de Gran Bretaña se destaca la difamación del movimiento independentista keniata Mau Mau.

La imagen feroz de los Mau Mau, que según el escritor estadounidense Robert Ruark mostraban ”el salvajismo impulsivo más grande que los pueblos civilizados hayamos visto en dos siglos”, aún perdura en muchos círculos..

Así lo señala el historiador británico David Anderson, de la Universidad de Oxford, en su último libro ”Histories of the Hanged: The Dirty War in Kenya and the End of Empire” (”Historias de los colgados: La guerra sucia en Kenia y el fin del imperio”).

Anderson descubrió nuevas evidencias de la brutal represión británica a la rebelión Mau Mau a inicios de los años 50, de la que fueron víctimas también civiles de la etnia kikuyu, mayoritaria en Kenia, desplazada de sus tierras por los blancos.

Pocos saben que sólo 32 colonos británicos murieron durante el conflicto de siete años, mientras que 20.000 rebeldes fueron asesinados, 150.000 civiles acusados de simpatizar con el levantamiento fueron enviados a campos de trabajos forzados, y otros 1.000 terminaron en la horca.

”Lo más impactante es que la represión en Kenia fue mucho más severa que en Malasia, Palestina o Chipre. Kenia fue excepcional, y eso merece una atención muy especial”, dijo Anderson a IPS.

El nuevo libro tiene el objetivo de ”revisar nuestra noción de un país, de un pueblo y de una revolución”, señaló.

Los orígenes del Mau Mau aún no están claros. Algunos dicen que el movimiento tomó su nombre de una cadena de montañas que bordean el occidental valle keniata de Rift, y otros afirman que se trata de un clamor de guerra kikuyu.

Lo cierto es que lo que comenzó como una pequeña revuelta contra el imperio se transformó rápidamente en una guerra abierta en octubre de 1952, cuando el gobierno colonial británico en Kenia declaró estado de emergencia y solicitó tropas extra a Londres para aplastar a los rebeldes.

Uno de los primeros detenidos fue el líder político Jomo Kenyatta, quien en la década siguiente se convertiría en el primer presidente del país. Fue erróneamente acusado de liderar el movimiento insurgente y condenado a siete años de prisión y trabajos forzados.

Algunas tácticas empleadas entonces por los británicos pueden ser muy familiares para nosotros hoy.

Entre 1952 y 1960 se promulgaron leyes antiterroristas que suspendieron libertades civiles esenciales, permitieron a la administración colonial confiscar propiedades privadas, y ampliaron la aplicación de la pena de muerte como castigo a varios delitos.

”La manipulación de la ley y el hundimiento de los derechos humanos tiene un muy claro paralelo con la actual guerra contra el terrorismo” que lidera el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, afirmó Anderson.

”Los británicos se resistieron a calificar de guerra la rebelión en Kenia, e insistieron en que se trataba sólo de disturbios civiles, ya que de otra manera debían atenerse a las leyes internacionales sobre conflictos bélicos”, añadió.

Uno de los materiales más impactantes del libro es el registro de los llamados ”juicios Mau Mau”, que enviaron a 1.090 keniatas a la horca entre 1952 y 1959.

Esta cifra no tiene precedentes en la historia del colonialismo británico, llena de masacres en el resto de África y Medio Oriente. Lo más paradójico es que ésta se produjo justo cuando el Parlamento en Londres debatía la supresión del ahorcamiento como medio de ejecución.

Anderson explicó que encontró estos datos en un archivo de Nairobi allá por los años 80.

”Cuando descubrí estos documentos y vi cuántos detalles tenían, me puse nervioso y ansioso por recolectarlos todos cuanto antes, y comencé a pensar en las consecuencias políticas que podría tener su divulgación”, señaló.

Los documentos contienen ”detalles meticulosos y voluminosos”, con transcripciones de declaraciones de testigos, confesiones e historias personales tanto de los acusados como de soldados británicos que los detuvieron.

Ninguna autoridad británica, ni militar ni civil, fue jamás investigada por las atrocidades cometidas durante la guerra contra los Mau Mau.

”Yo he dicho que el gobierno británico al menos debería admitir lo que pasó y pedir una disculpa”, señaló.

”El argumento de que los Mau Mau cometieron atrocidades no tiene fundamento. El gobierno de Gran Bretaña prefiere argüir que transfirió la responsabilidad por lo sucedido al gobierno keniata que asumió en 1963, y por eso ya no es de su incumbencia”, indicó el historiador.

Anderson destacó que la Comisión de Derechos Humanos de Kenia inició una campaña para investigar las atrocidades cometidas por Gran Bretaña en los años 50, pero alertó que tendrá grandes obstáculos.

”La idea de exigir reparaciones por las víctimas de las atrocidades británicas contra los Mau Mau sólo se podrá concretar sobre la base de los criterios internacionales de justicia”, sostuvo.

”Pero esto también debe aplicarse a las víctimas de los ataques Mau Mau, dado que miles de keniatas sufrieron en manos de los rebeldes, de la misma forma que hoy muchos iraquíes son objeto de ataques de los insurgentes”, subrayó.(

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