ESTADOS UNIDOS: La privatización de la inteligencia

A una hora de automóvil de la frontera con México, al pie de las montañas Huachuca, se encuentra una base militar estadounidense con una larga tradición de acciones encubiertas.

En las décadas de 1870 y 1880, fue el epicentro de las guerras contra los indígenas norteamericanos. Allí fue recluido Gerónimo, el último cacique apache que se resistió al dominio de Washington, cuando se entregó en 1986.

En los últimos años, fue el lugar donde se entrenaron muchos de los interrogadores que trabajaron para el gobierno estadounidense en la base naval estadounidense de Guantánamo, enclave en territorio cubano, y en la hoy infame prisión iraquí de Abu Ghraib, cerca de Bagdad.

Apenas 237 interrogadores se graduaron en 2003 del Centro de Inteligencia del Ejército de Estados Unidos, cuya sede está en Fort Huachuca, en el estado de Arizona. Con la guerra contra el terrorismo declarada por el presidente George W. Bush, el plan del Pentágono es cuadruplicarlos hasta 1.000 por año para 2006.

La cantidad de soldados entrenados en tareas de inteligencia básicas se elevará así a 7.000, un incremento astronómico.

El plan supera la actual capacidad de Fort Huachuca. Pero, para alegría de Bush, existen empresas privadas como Anteon, que multiplicó sus dimensiones por 10 en el último decenio. La compañía se ha convertido en una de las proveedoras básicas de entrenamiento de inteligencia y simuladores de escenarios de guerra en vídeo.

Una de las oficinas de Anteon se encuentra dentro de Fort Huachuca. Otra se ubica a una milla de distancia, en un edificio recién pintado de rosado en la calle principal del pueblo, entre la arrendadora de automóviles Enterprise Rent-A-Car, con la que comparte el estacionamiento, y el restaurante mexicano Filiberto's.

La contratación de empresas privadas por parte del Estado para la fabricación de armas y equipamiento bélico tiene siglos de antigüedad, pero la privatización de la instrucción de inteligencia está en rápida expansión, iniciada hace menos de cuatro años.

Hasta 50 por ciento de los 40.000 millones de dólares que suma el presupuesto de las 15 agencias de inteligencia estadounidenses termina en manos de contratistas privados, según cálculos de la revista izquierdista Mother Jones.

Anteon fue fundada en 1976. Pero sus ganancias comenzaron a aumentar 20 años después, cuando el ex banquero de inversiones Frederick Iseman compró la compañía por apenas 48 millones de dólares.

Hoy, las ganancias anuales de Anteon superan los mil millones de dólares y sus acciones treparon desde sus 18 dólares iniciales hace tres años a 36 en la actualidad.

Iseman asegura que no sabía nada sobre contratos militares antes de comprar la empresa. Antes, se dedicaba a invertir en cuestiones tan disímiles como jugo de naranja y manejo de residuos. Pero pronto se dio cuenta, recordó, de que debía hacer los contactos adecuados.

Así, reclutó a un grupo de altos oficiales militares retirados, como el ex secretario (ministro) de Defensa William Perry o el ex jefe de la Junta del Estado Mayor Conjunto del gobierno de Bill Clinton, Hugh Shelton.

”Somos un sistema integrador de tecnología en información”, dijo Mark Meudt, portavoz de la empresa. ”Alrededor de 90 por ciento de nuestro trabajo es para el gobierno federal. El resto es para otros gobiernos, o para compañías contratadas por el gobierno federal”, explicó.

Meudt se rehusó a comentar cualquiera de los contratos que cumple en Fort Huachuca, pero calculó que un quinto del trabajo de la empresa se refiere a simulaciones en vídeo para entrenamiento militar.

Uno de los principales contratos se refiere a una amplia gama de cursos de Entrenamiento Inicial en la escuela en Fort Huachuca, desde las nociones básicas al más especializado Entrenamiento Individual Avanzado, y asignaturas como entrenamiento en contrainteligencia, interrogatorios, señales e inteligencia electrónica.

Tradicionalmente, estos cursos eran impartidos por los batallones 305 y 309 de la 111 Brigada de Inteligencia (un tercer batallón, el 344, brinda entrenamiento similar en Texas).

En la actualidad, el diseño de los programas de estudios hasta los exámenes finales se realizan dentro de la base militar, pero gran parte de la tarea está a cargo de instructores del sector privado.

Las clases se desarrollan en un edificio en forma de H con tejas rojas llamado Nicholson Hall, en el cuadrante noroccidental de Fort Huachuca, en honor a un oficial de inteligencia muerto por agentes soviéticos en Alemania oriental en 1985.

Los estudiantes deben pasar debajo de una cinta azul de acero ubicada sobre la entrada principal, blasonada con la frase: ”Por esta puerta pasan los líderes de la Inteligencia Militar.” El también denominado Edificio Número 81.505 tiene sus ventanas pintadas de verde claro para evitar que los visitantes echen un vistazo al interior.

”Los instructores presentan fuentes humanas de inteligencia en varios escenarios, en diversos ambientes, en ejercicios prácticos, situacionales y de campo”, indica una descripción de las tareas en el sitio web de Isis, una de las firmas subcontratadas por Anteon.

Un contratista privado para entrenamiento de inteligencia, por ejemplo, diseño una simulación bélica para poner a prueba la inteligencia de los estudiantes en el ficticio país de Kazar, una ex provincia de la República Federal de Eslavia, asolada por fuerzas paramilitares gordianas y eskandianas.

La miríada de contratos de inteligencia son, por lo general, vagos sobre el trabajo encargado. De hecho, muchos de esos convenios parecen referirse a servicios con ninguna relación con los reales.

Gran cantidad de los contratos firmados en Fort Huachuca son oficialmente por la provisión de ”tecnología de la información”, pero, en realidad, tienen el objetivo de canalizar tareas de inteligencia, específicamente la contratación de interrogadores civiles para trabajar en Afganistán, Iraq y la base de Guantánamo.

Al menos uno fue administrado por personal apostado en el Edificio Número 22.208 de Fort Huachuca, una instalación vieja, donde también se encuentran el Directorio de Contrataciones. Esta agencia civil firmó un contrato por el suministro de tecnología con la compañía Premier Technology.

Poco después de la firma del contrato, Premier fue adquirida por otra compañía del estado de Virginia llamada CACI, que utilizó el convenio original para contratar interrogadores privados con destino a la cárcel iraquí de Abu Ghraib, donde recrudecieron las denuncias por violaciones de derechos humanos.

Un esquema similar utilizó la aeronáutica Lockheed Martin, que compró la pequeña empresa Affiliated Computer Services. Esa firma tenía un contrato con Fort Huachuca para el suministro de tecnología que canalizó el reclutamiento de interrogadores privados enviados a Guantánamo.

Uno de los funcionarios adiestrados en Fort Huachuca, Stephen Stephanowicz, se especializó en análisis de fotografías satelitales. Hoy, está acusado ante la justicia de supuesta humillación, tortura y abuso de prisioneros detenidos por autoridades estadounidenses.

”En Abu Ghraib quedó claro que involucrar contratistas privados en operaciones delicadas de inteligencia puede conducir al desastre”, dijo James Bamford, cuyos libros son material de estudio en cursos superiores de inteligencia militar.

”El potencial de desastre aumenta cuando no solo hay en el terreno agentes procedentes del sector privado, sino que también lo son sus supervisores y quienes los controlan desde los cuarteles”, advirtió Bamford

(*) Pratap Chatterjee es el jefe de edición de Corpwatch (http://www.corpwatch.org).

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