Envalentonados por la fructífera presión internacional para que Siria retire sus tropas de Líbano, neoconservadores de Estados Unidos urgen al presidente George W. Bush a aprovechar el momento y promover cambios de régimen en Damasco y Teherán.
Pero pese a su propio discurso misionario, Bush parece inclinado a esperar hasta que se asiente el polvo y, para frustración de los neoconservadores y otros unilateralistas, cuidar de no alejarse demasiado de sus aliados europeos, con los que trata de enmendar relaciones después de la crisis provocada por la invasión estadounidense de Iraq, en marzo de 2003.
La relativa precaución del gobierno refleja la influencia de los llamados realistas políticos, quienes temen que los últimos acontecimientos en Medio Oriente provoquen un nuevo ciclo de desestabilización o algo peor, en lugar de conducir a la democratización..
Los realistas prefieren la acción multilateral y dan prioridad al fortalecimiento de las alianzas tradicionales de Washington, en especial la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En cambio, los neoconservadores son hostiles a los procesos multilaterales en general y a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en particular. Sus postulados sobre política exterior rechazan el pragmatismo y formulan los conflictos en términos morales.
La mayoría son judíos de derecha, muy vinculados con el conservador partido Likud, gobernante en Israel. Son políticos, analistas y académicos belicistas, y abogan por que la política antiterrorista de Washington apunte contra todos los grupos y países que consideran amenazas para los intereses israelíes.
Los realistas advierten que, aun si los últimos acontecimientos representan en verdad el equivalente en Medio Oriente de la caída del muro de Berlín, como afirman los proponentes de la agenda democrática de Bush, la democratización conllevaría riesgos considerables, como el acceso al poder de grupos fundamentalistas de toda la región.
Pero la preocupación de Bush también refleja la nueva determinación de su gobierno de coordinar acciones más estrechamente con aliados tradicionales de Washington, en particular tras la gira del presidente por Europa, el mes pasado.
En las reuniones con Bush, los líderes europeos le dieron el siguiente mensaje: 'Si no trabaja con nosotros, no tendremos éxito, nuestras iniciativas fracasarán, y usted quedará aislado nuevamente', comentó Geoffrey Kemp, director de programas para Medio Oriente del Centro Nixon, un gabinete de expertos con sede en Washington.
Veo a una administración más cautelosa, trabajando junto a sus aliados más que nunca antes, agregó Kemp, quien integró el Consejo de Seguridad Nacional bajo la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989).
Como prueba de esa actitud, Kemp y otros especialistas destacan la decisión de Bush, tras la gira por Europa, de reexaminar la política de Washington hacia las actuales negociaciones sobre el programa nuclear iraní entre Alemania, Francia y Gran Bretaña (UE-3) e Irán.
Antes del viaje, incluso la secretaria de Estado (canciller) Condoleeza Rice, considerada la más atlanticista de los máximos asesores de Bush, había insistido en que Washington no estaba preparado para ofrecer incentivos económicos u otros a Irán, como parte de un posible paquete que incluiría el compromiso de Teherán de renunciar a la búsqueda de armas nucleares.
Pero ahora, Bush parece dispuesto a realizar algunas de las concesiones que los europeos esperaban, para disgusto de neoconservadores y otros halcones concentrados en la oficina del vicepresidente Dick Cheney y alrededor del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Estos halcones no creen que sea el momento de apaciguar o comprometer a adversarios, mucho menos en Teherán y Damasco.
Desde que comenzaron las manifestaciones antisirias en Beirut, tras el asesinato a mediados de febrero del ex primer ministro Rafiq Hariri, los neoconservadores se han encargado de reivindicar en sus medios de prensa sus predicciones de que las elecciones democráticas en Iraq repercutirían en toda la región, alentando a fuerzas democráticas a enfrentar a sus opresores.
¿Quiénes son los 'inocentones' ahora? ¿Los que soñaban con extender la democracia a los árabes o los que negaban que eso pudiera ocurrir, preguntó el columnista Max Boot en el diario Los Angeles Times.
A favor de su argumento, Boot citó las recientes elecciones en Iraq y Palestina, los comicios municipales en Arabia Saudita, los últimos hechos en Líbano y el inesperado anuncio del presidente egipcio Hosni Mubarak, a fines de febrero, de que permitirá elecciones presidenciales multipartidarias el próximo otoño boreal.
Nos encontramos en los albores de un momento glorioso y revolucionario en Medio Oriente, celebró otro connotado neoconservador, Charles Krauthammer, en una columna publicada el viernes en The Washington Post bajo el título El camino a Damasco.
Este momento tiene su origen en la invasión de Iraq, el derrocamiento de Saddam Hussein y las imágenes televisadas de ocho millones de iraquíes votando en elecciones libres, afirmó.
Krauthammer exhortó al gobierno a exigir una retirada completa de Siria de Líbano, y predijo que ese repliegue debilitará fatalmente al presidente sirio Bashar al Assad, quien es el sucesor de Saddam Hussein como el villano de la región.
Siria comenzó a retirarse de Líbano este lunes.