El asesinado Rafik Hariri, quien fuera primer ministro de Líbano durante dos mandatos, dejó un controvertido legado económico, y su muerte pone un gran signo de interrogación sobre el futuro financiero de este atribulado país.
Líbano, que desde el asesinato de Hariri el 14 de febrero vive una convulsión política, debe al exterior miles de millones de dólares y está embarcado en un enorme esfuerzo de reconstrucción posguerra, por lo que muchos libaneses temen que la confianza en el país disminuya y eso signifique el fin de la ayuda árabe y occidental.
Algunos economistas elogian la gestión de Hariri por su audacia sin precedentes, pero también lo critican por su gasto desenfrenado. Hariri fue primer ministro entre 1992 y 1998 y entre 2000 y 2004, y para muchos fue la pieza fundamental en la reconstrucción y modernización del país tras 15 años de guerra civil (1975-1990).
Las conexiones de Rafik Hariri fueron muy importantes para convencer a los financistas árabes. Su desaparición significa una nueva pérdida de confianza, señaló Nicholas Chammas, analista financiero de Beirut.
En la economía, las expectativas son fundamentales. ¿Cuáles son las expectativas ahora? Hay ambigüedad, hay altercados políticos, y el asesinato de una personalidad 15 años después del fin de la guerra civil es un pésimo mensaje para la comunidad internacional, dijo a IPS.
Este jueves, el presidente Emile Lahoud invitó al prosirio Omar Karami, quien renunció la semana pasada como primer ministro en medio de masivas protestas que exigían la retirada completa e inmediata de las tropas sirias del territorio nacional.
Pero el miércoles, la mayoría del parlamento respaldó a Karami después de multitudinarias manifestaciones en Beirut a favor de Siria, organizadas por el grupo fundamentalista islámico Hizbolá.
El principal legado de Hariri fue la reconstrucción de la antigua zona comercial del centro de Beirut, un barrio destruido por la guerra civil y las invasiones de Israel. La reconstrucción costó 30.000 millones de dólares.
La devastada economía de Líbano no tenía recursos para pagar esas obras, por lo tanto Hariri acudió a un complicado sistema bancario y a préstamos de inversionistas y gobiernos árabes.
Creo que porque Rafic era un contratista de construcción, fue influido por el modelo saudí durante el 'boom' petrolero, observó Yusuf Shibl, profesor de economía de la Universidad Americana en Beirut, en declaraciones a IPS.
Hariri, que acumuló una fortuna estimada en 2.000 millones de dólares, había estado a cargo de la construcción de numerosos palacios para miembros de la familia real saudí.
Muchos le critican que, durante este proceso, el primer ministro creó una deuda nacional multimillontaria, que se olvidó de los pobres y que su salida del gobierno en 2004, por diferencias con el presidente Emile Lahoud, dividió al sector político.
Otros arguyen que, aunque el costo de la reconstrucción se podría haber recortado, la filosofía general de Hariri fue sensata.
Sí, se puede argumentar que estaba más interesado en la infraestructura que en la gente que la usaría, pero el otro lado del argumento es que, a menos que Líbano invirtiera enormes cantidades de dinero en infraestructura, el sistema económico no podría haber arrancado en la senda correcta, señaló Hammas.
La pregunta que muchos se hacen ahora es hacia dónde va la economía nacional. El año pasado, el país registró un crecimiento sin precedentes de cinco por ciento. Líbano atrajo también un número récord de turistas extranjeros, aunque la mayoría de éstos eran árabes y no occidentales, como pretenden las autoridades.
El futuro gabinete tendrá que recortar el gasto y reducir el déficit presupuestal. Durante las administraciones de Hariri, el país registró un déficit que osciló entre 25 y 40 por ciento, según las tasas de interés.
Algunos economistas opinan que ahora Líbano debe reestructurar su modelo comercial y transformarse en un país orientado a las exportaciones, detener la emigración masiva de jóvenes, ayudar a la recuperación de la clase media y atraer más mujeres para que participen activamente en la economía.
Sólo 20 por ciento de las mujeres están empleadas, porque tradicionalmente, las mujeres se han dedicado a la atención del hogar.
Un tercio de la población emigró en los dos últimos decenios. Líbano tenía 3,5 millones de habitantes en julio de 2000, de los cuales 70 por ciento eran musulmanes y el resto cristianos.
Cifras gubernamentales muestran que, con un presupuesto anual de unos 5.000 millones de dólares, el déficit comercial de Líbano se sitúa en 7.700 millones de dólares.
Algunos expertos señalan que, si Siria realmente deja de controlar a Líbano, su arraigada mafia empresarial también desaparecerá, y gran parte del dinero que hoy va hacia Siria se podrá reinvertir en Líbano.
Los sirios sacan cada año entre 10.000 y 20.000 millones de dólares de Líbano. Son socios en todo. Si el gobierno desea construir rutas, debe tener un socio sirio. Si quiere construir un puerto, también necesita un socio sirio, dijo a IPS Jibran Tueini, editor del diario An-Nahar.
Los sirios han creado una red de lavado de dinero, empresas, comisiones de negocios, mafia, todo, agregó.
Otros confían en que el país superará este desafío como superó otros en el pasado. Líbano es una economía buena y viable, siempre que cuente con el marco político y legal adecuado, dijo Chammas. (