Entre los más acuciantes Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos por la ONU figura con papel determinante la nutrición, en un mundo donde 852 millones de personas no tienen que comer.
Esa importancia se comprueba en el primer objetivo que consagra esa primacía al proponer el abatimiento de la pobreza, pero también del hambre y por tanto de la desnutrición.
Más adelante, la nutrición aparece como sustento de la capacidad mental para alcanzar la educación primaria universal, o para alimentar mejor a las niñas, de modo que puedan asistir a la escuela y prepararse vivir en equidad de género.
Las ocho Metas de Desarrollo del Milenio fueron adoptadas por la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en septiembre de 2000, con el propósito de reducir a la mitad, en 2015, la proporción de población que sufre hambre y pobreza extrema, entre otros objetivos referidos a salud, ambiente, educación y equidad de género.
La nutrición es vital para el logro de otros objetivos, como la reducción de la mortalidad infantil, la mejora de la salud maternal y el combate al sida, la malaria y otras enfermedades.
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Pero, con todas esas responsabilidades a cuestas, la lucha contra el hambre y por la nutrición defraudará las expectativas depositadas por los arquitectos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Mientras los progresos para el logro de las metas de pobreza se encuentran bien encaminados, y con probabilidad se alcanzarán esas aspiraciones, el panorama en hambre y nutrición es diferente, dijo a IPS el secretario del Comité Permanente sobre Nutrición de la ONU, Roger Shrimpton.
Las metas de reducción de hambre y desnutrición fijadas para 2015 por la ONU no se plasmarán si no hacemos algo respecto a la forma en que encaramos el desarrollo, ratificó Shrimpton.
Ante esa perspectiva de fracaso, el experto de la ONU aconseja mantener las metas, pero buscar nuevas sendas para alcanzarlas. Hay que invertir más en programas de alimentación y de nutrición, dijo.
Muchos textos de economía demuestran que Europa obtuvo gran parte de su desarrollo económico, por lo menos la mitad, gracias a los progresos en la alimentación y nutrición de sus ciudadanos, apuntó. Un niño que asiste a la escuela con hambre o anémico, no funciona, agregó.
Estudios realizados en Gran Bretaña comprueban que también allí el peso de los recién nacidos tiene consecuencias en el rendimiento escolar y sus efectos se prolongan hasta los 26 años de edad.
Pero la secretaría especializada de la ONU estima que es hora de dejar de lado esos temas y de entrar en acción. Debemos tratar de hacer más visible la dimensión humana del hambre y la desnutrición, sostuvo Shrimpton.
La mayoría de la gente desconoce que de los 10 millones de niños que mueren cada año, la mitad se deben a un crecimiento inadecuado que les impidió luchar contra las enfermedades.
Suman cerca de 400.000 las niñas y niños que perecen cada mes sólo porque han sido mal alimentados, insistió el funcionario.
Shrimpton argumentó que si el Estado quiere mejorar el panorama del hambre y la desnutrición, tiene que intervenir de manera directa.
Pero no a través del ingreso. Es una creencia falsa pensar que si se eleva el ingreso se va a alterar la pobreza y la gente va a gastar automáticamente más en comida o en alimentos sanos, opinó.
El comité especializado de la ONU interpreta que las políticas adecuadas deben apuntar a la prevención del hambre y la desnutrición. De esa manera se incrementa la tasa de crecimiento económico, sentenció Shrimpton.
Vale decir, se necesita un paradigma de desarrollo diferente, insistió.. Sin embargo, el paradigma que más predomina en este momento es el pensamiento neoliberal de que el mercado va a resolver todo, criticó el experto.
Shrimpton habló con IPS antes de partir hacia Brasilia, para asistir entre el 14 y el 18 de marzo, a la reunión anual del Comité Permanente sobre Nutrición de la ONU.
Las sesiones, que serán abiertas por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se ocuparán de las experiencias adquiridas en los intentos por fortalecer los componentes de alimentación y nutrición de los planes de desarrollo nacionales.
En particular, se discutirán los estudios realizados sobre las situaciones en Angola, Bolivia, Brasil y Mozambique. Veremos de qué forma se pueden mejorar los planes de desarrollo nacionales y las estrategias de reducción de la pobreza, anticipó Shrimpton.
En forma paralela a la reunión del comité de la ONU, se efectuará una sesión donde varios centenares de brasileños evaluarán la situación en su país y tratarán de formular recomendaciones al gobierno para fortalecer sus programas, que incluyen el famoso Programa Hambre Cero del presidente Lula, dijo el funcionario.
En consecuencia, la reunión es también una honesta tentativa del gobierno brasileño por analizar lo que ha sido considerado como uno de los mejores programas en el mundo para enfrentar el hambre, estimó Shrimpton.