La ideología del derecho a la vida y la evidencia médica se enfrentan en el caso de Terri Schiavo, la estadounidense en estado vegetativo cuyo destino es objeto de una disputa judicial que involucra a familiares y a líderes políticos y religiosos.
Pero no se trata de una guerra entre bandos bien definidos. El asunto se complica por la intervención de médicos y religiosos que discrepan con las corrientes predominantes entre sus pares, tanto en lo que refiere al diagnóstico como a lo que se debería hacer.
A los ojos de gran parte del público, hay dos visiones del problema. Una:
Terri Schiavo no ha hecho nada para merecer la sentencia de muerte que se le ha dispuesto. Es una incapacitada culpable de nada más que de haberse casado con un hombre que no se ha tomado en serio sus votos de amarla y protegerla hasta que la muerte los separe.
O:
Médicos de elevada competencia y basados sobre la ciencia, utilizando criterios y mediciones reconocidos, han deducido, con un alto grado de certidumbre que Terri está en un estado vegetativo persistente. No tiene capacidad intelectual. No hay esperanza de recuperación. Los análisis neurológicos y cerebrales indican que la corteza cerebral de Terri es mayoritariamente líquida, debido al severo trauma anóxico sufrido hace 13 años.
La primera de estas declaraciones corresponde a James Dobson, jefe de Focus on the Family, una poderosa organización religiosa derechista bien conectada con dirigentes políticos del gobernante Partido Republicano.
La segunda pertenece al neurólogo Jay Wolfson, designado en 2003 por un tribunal del estado de Florida para que determinara la situación de la mujer en términos científicos.
Los detalles del caso, que ha desatado una tormenta de controversias entre la derecha religiosa y las organizaciones más representativas de la profesión médica, son bien conocidos por toda la ciudadanía.
Terri Schiavo, residente en el estado de Florida hoy de 41 años, colapsó por una falla cardiaca en febrero de 1990. Desde entonces, es mantenida viva por medio de tubos insertados quirúrgicamente por los que se le administra alimento y líquidos.
Durante cuatro años, recibió terapia intensiva, si bien permaneció invariablemente en lo que se define, en términos médicos, como estado vegetativo persistente.
Desde mayo de 1998, Michael Schiavo, su marido y tutor legal, reclama ante la justicia del estado de Florida el retiro de los tubos para que se le permita morir, y asegura que su esposa ha manifestado ese deseo antes de caer enferma.
Pero sus padres presentaron pelea ante los tribunales por mantenerla viva.
Los tribunales del estado fallaron en varias ocasiones, la primera de ellas en febrero de 2000, que Terri Schiavo sufría estado vegetativo persistente y que correspondía retirar la alimentación por tubos.
El tubo fue removido por primera vez el 24 de abril de 2001, pero reinsertado por una nueva orden judicial dos días después. Terri Schiavo volvió a pasar por el mismo procedimiento en octubre de 2003.
Pero la legislatura de Florida, a instancias del gobernador Jeb Bush —hermano del presidente estadounidense George W. Bush—, aprobó en 2003 ley especial que ordenó mantener los tubos en el cuerpo de la paciente. Esa norma también fue declarada inconstitucional por la justicia.
La Derecha Cristiana es uno de los grupos que han apoyado persistentemente a Bush, junto con los nacionalistas más tradicionales y el ala neoconservadora.
Expertos creen que cuestiones de carácter moral —como el aborto y el matrimonio entre homosexuales— influyeron más en el resultado de las últimas elecciones que asuntos como la guerra en Iraq o el déficit fiscal.
El 24 de enero último, la propia Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos se negó a atender las apelaciones de los padres de Terri Schiavo, asumiendo que las sentencias iniciales eran correctas.
El 18 de marzo, el tubo que alimentaba a la enferma fue retirado de su estómago por tercera vez. Sus padres continúan luchando ante los tribunales para que le sea reinsertado.
El lunes 21 de marzo, los legisladores del gobernante Partido Republicano lograron la aprobación en el Congreso de una ley que da a los tribunales federales jurisdicción sobre este único caso.
En un enconado debate, representantes y senadores republicanos acusaron a Michael Schiavo de indiferencia ante el sufrimiento de su esposa y de actuar motivado sólo por el dinero.
El presidente Bush interrumpió sus vacaciones de Pascua en Texas para viajar a Washington y promulgar la ley. Al día siguiente, los abogados de los padres de Terri Schiavo acudieron a un juez federal en Florida para exigir la reinserción de los tubos en el cuerpo de la enferma.
El juez se rehusó, y los abogados subieron un escalón: se presentaron ante un tribunal de apelaciones. En una sentencia aprobada este miércoles por dos votos a uno, la corte dictaminó que los padres de Terri Schiavo no lograron mostrar argumentos sustanciales de ninguno de sus reclamos.
El caso desató un profundo debate médico, religioso y ético.
En primer lugar, ¿qué es el estado vegetativo persistente? La Asociación Médica de Estados Unidos (AMA) lo define como condición clínica de completa inconsciencia de uno mismo y del ambiente, acompañada por ciclos de sueño y vigilia con preservación parcial o completa de las funciones autónomas hipotalámicas y del tronco cerebral.
Se trata, agrega la asociación, de un estado irreversible.
La cuestión médica clave es que, según la AMA, el estado vegetativo persistente se basa sobre probabilidades, no sobre absolutos, como todo diagnóstico clínico.
Si bien parece que Terri Schiavo presenta todos o la mayoría de los síntomas, de acuerdo con la definición de la AMA, existe desacuerdo entre los médicos aun respecto de hechos básicos que configuran el diagnóstico.
En cuanto a la comunidad religiosa —fundamentalmente la cristiana, pero también la judía y la musulmana—, está dividida en lo que debería hacerse.
Los defensores a ultranza del derecho a la vida creen que dejar morir a la enferma es un error moral. Terri Schiavo debe ser mantenida con vida, sin importar su condición o el pronóstico médico.
La mayoría sostendrían esa tesis aun en el caso de que la enferma hubiera firmado antes de caer enferma un documento en que manifestara su deseo de no recibir tratamiento.
Muchos defensores del derecho a la vida, incluidos los padres de Terri Schiavo, aseguran que retirar sus fuentes de alimento e hidratación le ocasionaría extremo dolor.
Pero según los datos disponibles, no es algo para nada horrible, dijo a IPS Linda Emanuel, médica y fundadora de Proyecto de Educación para Médicos en Cuidado en la Etapa Final de la Vida.
De hecho, dejar de administrar alimento y agua a pacientes terminales es algo común. Ellos pierden, por lo general, el deseo de ingerir, y a menudo el alimento y el agua los hace sentir peor, no mejor. Una persona seriamente enferma no los tolera bien, explicó Emanuel.
Todos haríamos bien en retirarnos de al lado de la cama de una mujer atrapada en algún sitio entre la vida y la muerte, consideró el reverendo Welton Gaddy, presidente de la Alianza Interreligiosa.
Debemos rezar por la paz de Terri Schiavo y de su familia, y echar una mirada atenta sobre los políticos dispuestos a manipular aun el dolor personal para ganar ventajas, agregó el religioso.
Emanuel añadió que el problema de la eutanasia no estaba en cuestión en este caso. Esto es diferente a un suicidio asistido por un médico. Es importante mantener clara la distinción, advirtió.
Retirar elementos que mantienen la vida con el fin de permitir que la muerte siga su curso natural no es lo mismo que intervenir activamente con el fin de causar la muerte de alguien que, de otro modo, seguiría vivo, afirmó la médica.
Los padres de Terri Schiavo anunciaron que presentarán una nueva apelación ante la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. Los médicos creen que la mujer podrá sobrevivir entre una y dos semanas sin agua ni alimentos.