DERECHOS HUMANOS-EEUU: Desaparecido aparece en Guantánamo

Un empresario yemenita sospechoso de vínculos con ”terroristas” estuvo ”desaparecido” más de un año y medio antes de aparecer en la base naval de Guantánamo, enclave estadounidense en Cuba.

”Abdul Salam Ali al-Hila fue, de hecho, secuestrado en las calles de El Cairo y entonces 'desapareció' bajo custodia de Estados Unidos”, dijo a IPS el investigador John Sifton, de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).

”Cualesquiera sea la acusación en su contra, debió haber tenido la oportunidad de apelar su detención”, agregó. Sin embargo, dijo Sifton, no se formuló ningún cargo contra el empresario en ninguno de los cuatro países donde estuvo arrestado.

El Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos, bajo cuya custodia está el empresario yemenita, se rehusó a comentar el caso.

”Hasta que este hombre pudo enviar una carta desde Guantánamo al exterior, era uno de los 'prisioneros fantasma'”, indicó Sifton.

”Uno de los aspectos más preocupantes de su caso es que fue arrestado en un lugar civil, sin acusación ni acceso a asesoría jurídica, sin reconocimiento de ningún derecho, y luego se lo trasladó a la base aérea de Bagram, en Afganistán”, informó el investigador.

”Durante un año y medio, no hubo registro sobre él en ninguna parte”, dijo.

Un informe de HRW contiene detalles de cómo Al Hila, un coronel de la inteligencia yemenita y empresario involucrado en la asistencia a árabes islamistas en los años 90, fue arrestado por autoridades egipcias durante una estancia de negocios en El Cairo en septiembre de 2002.

Diez días después, fue conducido a Baku, capital de Azerbaiyán, luego a la base de Bagram y, finalmente, en algún momento de 2004, a las instalaciones de detención en Guantánamo.

Mientras estuvo en El Cairo, antes de su detención, Al-Hila estuvo en contacto diario con sus familiares en Yemen. Después de desaparecer en septiembre de 2002, su esposa y tres hijos no supieron nada sobre él hasta un año y medio después.

Los detalles sobre su paradero no se conocieron hasta que pudo remitir clandestinamente una carta desde Bagram, publicada por autoridades yemenitas en abril de 2004.

Al-Hila llegó a El Cairo en un vuelo de la aerolínea EgyptAir el 19 de septiembre de 2002. Allí se registró en un hotel de cinco estrellas. Desapareció una semana después.

HRW sospecha que fue llevado primero a Baku y luego a Afganistán, donde permaneció 16 meses hasta que se lo envió a Guantánamo.

La organización con sede en Nueva York sostuvo que, además de su actividad como empresario, Al-Hila trabajó como oficial de inteligencia de Yemen.

En ese carácter, que estuvo a cargo del traslado de gran cantidad de árabes islamistas de ese país a otros, incluidos algunos de Europa oriental, en procura de asilo.

Al-Hila tuvo un estrecho vínculo con el presidente yemenita Alí Abdullah Saleh, así como con gran cantidad de oficiales de inteligencia del múndo árabe y de Occidente.

Pero el viaje a El Cairo tenía motivaciones puramente comerciales. Había sido invitado por el jefe de la oficina en la capital egipcia de la organización empresarial Contratistas Árabes para dirimir un diferendo en torno de una comisión.

Al-Hila usó tanto su teléfono celular como aparatos de línea para comunicarse con su familia desde El Cairo. El 24 de septiembre, no respondió las llamadas. Funcionarios yemenitas pidieron entonces ayuda a las autoridades egipcias para localizarlo.

El 31 de octubre, el propio gabinete de Yemen emitió un comunicado en que requerían informes al gobierno de Hosni Mubarak.

La primera respuesta egipcia estuvo a cargo de una ”fuente oficial” citada por la estatal Agencia de Noticias de Medio Oriente (MENA), según la cual Al-Hila se había trasladado voluntariamente a Baku el 28 de septiembre a bordo de un avión estadounidense.

La ”fuente” negó cualquier involucramiento de las autoridades egipcias en la desaparición del empresario. La familia no recibió información específica de los gobiernos egipcio y yemenita.

En noviembre de 2002, el canciller yemenita Abu Bakr al-Qurbi les aseguró que funcionarios egipcios le habían mostrado la tarjeta de embarque que todos los pasajeros deben llenar con sus datos al abandonar el aeropuerto de El Cairo.

Pero el 14 de abril de 2004, el propio Al-Qurbi anunció que la embajada de Yemen en Pakistán había recibido una carta de Al-Hila, enviada clandestinamente desde la base de Bagram y con fecha 12 de enero.

La breve carta, en que Al-Hila imploraba por ayuda al gobierno yemenita, indicaba que el empresario había sido ”secuestrado en El Cairo por la inteligencia egipcia” y luego ”detenido por la CIA (Agencia Central de Inteligencia estadounidense) en Afganistán por 16 meses”.

”Fui encarcelado en Afganistán por los estadounidenses, después de ser arrestado en la República Árabe de Egipto durante un breve viaje de negocios. La CIA conspiró con la Mukhabarat (central de inteligencia) egipcia, fabricando acusaciones falsas y amenazas contra mí, para justificar mi secuestro en Egipto y mi reclusión en esta prisión afgana”, escribió el empresario yemenita.

”Le urjo a solicitar mi liberación inmediata y mi traslado a casa”, concluía la carta.

En julio de 2004, la familia de Al-Hila recibió la primera carta desde Kabul, a través de la Cruz Roja, con fecha 26 de marzo. Dos meses después, recibió otra desde Guantánamo, fechada el 19 de julio. Y en diciembre, llegaron dos más, del 15 y el 30 de octubre.

”Me trasladaron a una nueva prisión, de Afganistán a Cuba, Guantánamo”, dice el antepenúltimo de esos mensajes. El resto fue tachado por el censor.

Sifton dijo a IPS que algunas ”personas individuales” dentro del Pentágono ”realmente quisieron ayudar” en la investigación de HRW, pero todos ellos uniformados. ”Los jerarcas civiles apenas pretendieron realizar un control de daños” ante un posible escándalo, agregó.

”El gobierno de George W. Bush continúa creyendo que puede detener a cualquiera en cualquier rincón del mundo sin ningún control, sólo pronunciando la palabra terror. Todos estos casos sugieren que Estados Unidos no está comprometido con los principios legales. Darle la espalda a la ley no es el modo de frenar el terrorismo”, advirtió. (

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