DARFUR: Sanciones a Sudán dividen a la Unión Europea

La Unión Europea (UE) no logra acordar sanciones contra Sudán para poner fin a la masacre en la región de Darfur, como pretenden Alemania, Austria, Holanda, Irlanda y Suecia con la oposición de España, Italia y Polonia.

La matanza continúa porque Jartum y los rebeldes de Darfur no están dispuestos a alcanzar una solución política y porque la comunidad internacional carece de determinación para imponerla, dijo a IPS la viceministra de Relaciones Exteriores alemana Kerstin Müller.

Alemania pretende que la Unión Europea (UE) sancione a los bandos en pugna, tanto congelando sus bienes en los países del bloque como restringiendo sus viajes. Pero Müller advirtió que no hay consenso al respecto.

Mientras algunos apoyan la imposición de sanciones y otros las rechazan, los dos países más poderosos de la UE —Francia y Gran Bretaña— sólo las aceptarían si son aprobadas por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

”Impedir a algunos políticos sudaneses que viajen a la UE sería un bello gesto, pero la única herramienta eficaz es un embargo petrolero”, dijo a IPS el experto en asuntos africanos Ulrich Delius, de la no gubernamental Sociedad de Pueblos Amenazados.

El gobierno sudanés no tomará en serio las demandas de la comunidad internacional si no se enfrenta con una amenaza poderosa, explicó.

Mientras los políticos cavilan en torno de posibles sanciones —o no—, organizaciones humanitarias reclaman la constitución de una fuerza militar robusta para detener la violencia.

”El mundo cree que nosotros mantenemos a la gente viva y que por eso nadie más debe tomar acciones políticas y de seguridad”, dijo el mes pasado el encargado en la ONU de coordinar las misiones de asistencia de emergencia, Jan Egeland.

”Esto es un error, y por eso estamos bastante cansados de ser una especie de sustituto de la acción política y de seguridad”, advirtió Egeland.

La cantidad de afectados por el conflicto crece cada día, mientras muchos integrantes de organizaciones de asistencia son secuestrados y asesinado, lo que las llevó a retirarse de Sudán, agregó el funcionario internacional.

El representante especial de la ONU para Sudán dijo en Berlín la semana pasada que las negociaciones de paz deven desvincularse de la situación de seguridad, pues, de lo contrario, el diálogo quedará paralizado por la violencia.

Una misión de la Unión Africana (UA) intenta controlar un acuerdo de cese del fuego con no más de 1.800 soldados, el equivalente a la décima parte de los policías de Berlín para patrullar un territorio tan grande como Francia.

”Debería haber una tercera fuerza robusta, que opere como amortiguador”, lo que implicaría la incorporación de al menos 8.000 soldados, según Pronk. ”Eso significa que, si la UA no lo hace este mes, otros países tendrán que poner su gente donde ponen sus palabras.”

El funcionario se refería a los países europeos y a Estados Unidos, que no suelen acallar sus críticas hacia el régimen islámico de Sudán.

Pero Müller acotó que la iniciativa de Pronk no es factible. ”Para mí es difícilmente imaginable decirle a la UA que no pueden hacerlo, si ellos mismos se refieren a su misión en Darfur como a una prueba piloto que demuestre que pueden resolver sus propios conflictos”, explicó.

Lotte Leicht, directora de la oficina en Bruselas de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, sostuvo en Berlín que la UA había fracasado en su misión de proteger al pueblo de Darfur y que, por lo tanto, debería aceptar la ayuda europea.

”Nunca vi que 25 cancilleres estén casi de rodillas, rogando a la UA que acepte la ayuda de la UE”, dijo Leicht.

Más de 50.000 personas murieron desde el inicio de la crisis en Darfur, a comienzos de 2003. La violencia arrastró a más de 1,5 millones de personas a los campamentos de refugiados. Al menos otros 200.000 huyeron al vecino Chad.

Los problemas de Darfur comenzaron en los años 70 como una disputa entre nómadas árabes y agricultores indígenas negros.

La tensión se transformó en una guerra civil en 2003, cuando guerrilleros negros respondieron con violencia al hostigamiento de las milicias Janjaweed (hombres a caballo) al parecer apoyadas por el gobierno.

Liberia, un país de tres millones de habitantes, es el mayor contribuyente a las misiones de paz de la ONU, con unos 15.000 soldados.

La semana pasada, Annan informó al Consejo de Seguridad del foro mundial que una misión de paz de 10.000 soldados prevista para ser enviada a Sudán tendría un costo de cerca de 1.000 millones de dólares en el primer año de operación.

Pero esta fuerza estaba originalmente destinada a vigilar el respeto de un acuerdo de cese al fuego en el sur sudanés, y no a controlar la situación en Darfur.

El Consejo de Seguridad se resiste a sancionar al gobierno sudanés y a calificar la crisis de ”genocidio”, sobre todo debido a que algunos de sus miembros, como Argelia, China, Pakistán y Rusia, tienen intereses económicos, políticos y militares en Jartum.

Sudán produce unos 250.000 barriles de petróleo por día, gran parte de los cuales son vendidos a China.

Además, Beijing y Moscú son los principales proveedores de armas del gobierno sudanés.

Delius consideró que la oposición de China y Rusia impiden la implementación de sanciones contra Sudán, pues ambos tienen poder de veto sobre las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

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