Cuatro grandes corporaciones controlan la mayor parte del mercado mundial de agua embotellada y constituyen una amenaza para las empresas públicas que suministran el líquido, según un informe del no gubernamental Instituto Polaris, de Canadá.
El negocio moviliza unos 50.000 millones de dólares por año, y las firmas que predominan en él son Nestlé, PepsiCo, Coca-Cola y Danone, de acuerdo con ese estudio, titulado Dentro de la botella.
Esas compañías cosechan enormes beneficios a partir de agua que obtienen gratis o a muy bajo costo de grifos públicos, dijo a Tierramérica Tony Clarke, autor del estudio.
Alrededor de 20 por ciento de los estadounidenses y 17,5 de los canadienses consumen sólo agua embotellada, según Clarke. De acuerdo con fuentes de la industria, las ventas mundiales del sector aumentaron 40 por ciento de 2000 a 2003, cuando el consumo por persona llegó a 90 litros en Estados Unidos y a 51 litros en América Latina.
El mercadeo de las compañías embotelladoras aprovecha los temores sobre la seguridad del consumo de agua de grifos públicos, argumenta Clarke, quien sugiere que el agua embotellada también está relacionada con problemas de salud.
En 2004, medio millón de litros de la marca Dasani, que es agua de grifo filtrada, tratada y embotellada por Coca-Cola, debieron ser retiradas del mercado británico porque presentaban altos niveles de bromatos cancerígenos, afirmó Clarke.
Puede haber casos similares de contaminación, pero nadie examina el agua embotellada con la frecuencia que sería necesaria, apuntó.
Stephen Kay, portavoz de la Asociación Internacional del Agua Embotellada, aseguró a Tierramérica que el producto de los miembros de ese grupo de empresas cumple las normas de la estadounidense Administración de Alimentos y Medicamentos, y que es inspeccionado por las autoridades correspondientes de cada país y, anualmente, por especialistas independientes.
No tratamos de desalentar el consumo de agua de grifo, pero la gente prefiere la embotellada por comodidad y por sus beneficios en materia de seguridad y salud, sostuvo.
Además, el agua embotellada es más saludable que las gaseosas azucaradas, y eso puede ayudar a resolver el problema de obesidad de América Latina, arguyó Kay.
Las empresas que deberían estar nerviosas por el rápido crecimiento de la industria del agua embotellada son las que producen refrescos, añadió..
Pero Coca-Cola y Pepsi no están nerviosas, porque son dos de las cuatro firmas predominantes en el mercado del agua embotellada.
Coca-Cola pronostica que ese producto será el más vendido de los suyos en pocos años, destacó Clarke.
Danone, con sede en Francia, produce las marcas Evian, Volvic, Aqua y Crystal Springs, entre otras.
La portavoz de la filial canadiense de Nestlé, Catherine O'Brien, dijo a Tierramérica que ningún empleado de la compañía estaba disponible para referirse al asunto antes del cierre de este reportaje. Representantes de Coca-Cola y PepsiCo no devolvieron las llamadas.
La preocupación real entre los activistas parece ser es el cambio cultural que representa concebir el agua como una mercancía por la cual se deba pagar mucho dinero, sostuvo Clarke.
Hay un enorme interés corporativo en la venta de agua, y el producto embotellado juega un papel fundamental en el condicionamiento de la gente hacia la privatización de las instalaciones públicas de agua, sostuvo.
La oposición pública a esa privatización en América del Norte es fuerte, según Wenonah Hauter, directora de la campaña Agua Para Todos de la ONG estadounidense Public Citizen.
Menos de 15 por ciento de las instalaciones de agua de Estados Unidos están en manos privadas, y la mayoría de éstas provee servicios de saneamiento, no de agua potable, dijo Hauter a Tierramérica.
Hauter cree que el sector de agua embotellada también perjudica al servicio público, pues desvía fondos y atención de la necesidad de mejorarlo.
En lugar de insistir sobre la necesidad de agua de grifo más sana, la gente gasta su dinero en la embotellada, dijo.
Si los usuarios tienen preocupaciones legítimas sobre el servicio local de agua corriente, es mucho más barato y supone menos despilfarro instalar un filtro de agua en la cañería de la vivienda, sostuvo la activista.
Las decenas de miles de millones de bidones de agua embotellada han creado un gran problema de desperdicios plásticos. Aunque los recipientes se pueden reciclar, sólo una fracción de los que se utilizan en Estados Unidos pasa por ese proceso. El resto termina en rellenos sanitarios.
En el mundo en desarrollo esas botellas están por todas partes, incluso esparcidas en el paisaje y en el océano, pero en todo el mundo la industria invierte enormes sumas de dinero para oponerse a cualquier sistema que permita a los usuarios vender sus envases de plástico usados, dijo Hauter.
Pero Kay sostiene que los sistemas de depósito son caros y cargan al vendedor minorista con la tarea de almacenar todas esas botellas vacías. Los programas de reciclaje son mejores y más sencillos para los consumidores, adujo.
En cuanto a las localidades y países que carecen de esos programas, es su deber implementar el reciclaje en beneficio del ambiente y para (satisfacer) la demanda de material reciclable, agregó.
Siento que todos estos grupos que se preocupan por la salud y el ambiente deberían aceptar lo que hacemos en la industria para suministrar agua segura y de calidad, con el manejo ambiental como prioridad, concluyó.
* El autor es colaborador de Tierramérica. Publicado originalmente el 5 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.