AGRICULTURA-CUBA: Campesinos descubren los silos

Gilberto González Pérez llegó a pensar que los silos ”son lo mejor del mundo”. Presidente de una cooperativa campesina del oriente cubano, nunca hasta ahora había visto que alguien ”guardara frijoles y no perdiera ni un grano”.

”Esa fue la experiencia de mi hermano y como esa hay otras por aquí. Los silos metálicos son más cómodos que los tanques que usábamos hasta ahora, pero también más seguros si se usan bien. Así aumenta la economía”, dice a IPS.

La instalación masiva de silos metálicos podría ahorrar a Cuba varios millones de dólares anuales en pérdidas de granos arruinados por la mala conservación, indican estudios.

Los silos cilíndricos de zinc galvanizado, especialmente concebidos para almacenar granos, son toda una novedad en Cuba. Garantizan la conservación hermética, pueden guardar diferentes especies a la vez y tienen una boquilla inferior que facilita la extracción.

Diagnósticos especializados indican que la inversión realizada por un campesino cubano en la compra de silos se compensa en la primera cosecha. Si este envase se cuida bien puede usarse durante más de 20 años.

Las familias pierden así menos granos que destinan a su propio consumo, a vender en los mercados agropecuarios o a usar como semilla. Todas las variantes se convierten en ganancia.

Los talleres para la fabricación de los silos en Holguín se fueron instalando en las mismas comunidades. ”Pensábamos capacitar a 1.100 productores en el uso del silo y capacitamos a más de 3.000”, dijo a IPS la agrónoma Néncida Permuy, de la Estación Territorial de Investigaciones Agropecuarias de la provincia.

”Con los recortes (de zinc) se hacen platos de pesas, cubos, jarros, tanques de mochila de fumigación. Estamos buscando mecanismos de comercialización de estos productos para hacer sostenible la producción de los silos”, dijo el cooperativista.

La cooperativa de González está en Velasco, una zona montañosa de la provincia de Holguín, a más de 700 kilómetros de La Habana, históricamente conocida como el granero de Cuba.

Allí, como en otras regiones de esta isla del Caribe, el sector privado campesino podía perder desde 20 por ciento a mucho más de las cosechas de granos por el ataque de roedores, insectos y diversos tipos de hongos.

Granos básicos como el maíz, el frijol, el arroz y el sorgo pueden almacenarse largos períodos y convertirse en un elemento clave para la seguridad alimentaria de una población. Pero su conservación depende de los más diversos factores.

Las pérdidas pueden producirse por una recogida temprana o tardía, por un secado ineficiente y por otros elementos como la temperatura, la humedad, la disponibilidad de oxígeno y la manipulación del envase.

Estudios realizados en América Central estiman que hasta 70 por ciento de los granos que se malogran en esta etapa lo hacen por el ataque de unas cien especies de insectos, 20 de ellas consideradas plagas de importancia económica.

Fuentes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estiman que las pérdidas globales durante el período posterior a la cosecha de granos, cereales y leguminosas podrían alimentar a más de 130 millones de personas.

La vía de solución para las grandes empresas puede estar en los frigoríficos. Mientras, para los pequeños productores son más apropiados los silos metálicos, una tecnología que empezó a introducir la FAO en América Central en 1980 y que apenas ahora llega a Cuba.

Los granos almacenados deben fumigarse con una pastilla de fosfatina (fosfuro de aluminio y carbonato amónico) o con alternativas naturales como polvo o ramas picadas de albahaca, ajo, apio, eucalipto, pimienta y sasafrás.

Permuy trabaja desde 2003 en este proyecto de implantación de silos de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, con apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude).

”La introducción de una nueva tecnología siempre lleva su proceso, pero la aceptación de los silos ha sido muy rápida. Una vez que una familia los compraba, la vecina se enteraba de las ventajas”, cuenta Permuy.

Aunque todavía se detectan deficiencias en el uso que le dan las familias de Velasco que han adquirido los silos, el proyecto pasó a una nueva fase de extensión a otras provincias del país productoras de granos.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas, Cuba gasta más de 1.500 millones de dólares en la importación de alimentos para una población de 11,2 millones de personas. En 2002, las compras de frijoles superaron los 42 millones de dólares.

Un análisis de la sustentabilidad financiera del programa poscosecha efectuado por la ANAP y Cosude, indica que con la extensión del silo, el país podría ahorrar más de 3,3 millones de dólares anuales sólo en el caso del frijol.

Menores pérdidas, ampliación de las áreas de cultivo, aumento de los rendimientos por mejores semillas y más riego pueden contribuir a la autosuficiencia nacional en estos renglones básicos, asegura el estudio.

Arturo Fernández, cooperativista de 62 años, exhibe sus silos con orgullo. Compró de los más grandes y caros y los tiene en un lugar privilegiado de la parte trasera de su casa, muy cerca de la mesa donde brinda café bien fuerte a cualquier visita.

”Es una felicidad. Los tanques que usábamos antes eran malos para echar y malos para sacar. Ahora todo es más fácil y hasta la mujer puede extraer los granos cuando los necesita, no tiene que esperar por la fuerza del hombre para hacerlo”, afirma.

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