El desempleo mundial cayó levemente de 185,2 millones de personas que figuraban sin ocupación en 2003 a 184,7 millones en 2004, lo que representa una disminución de 6,3 a 6,1 por ciento.
América Latina y el Caribe es la única región donde la caída del desempleo fue significativa, con una reducción de 9,3 a 8,6 por ciento.
El informe sobre las tendencias mundiales del empleo, distribuido este lunes por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), consignó también que el número global de personas ocupadas aumentó casi 50 millones, al pasar de 2.750 millones en 2003 a unos 2.800 millones en 2004.
Aunque a simple vista las cifras parecen positivas, en realidad resultan desalentadoras, dijo Marva Corley, especialista de la OIT.
Uno de los motivos de esa decepción es que el crecimiento de las economías en 2004 no demostró efectos intensos suficientes para la creación de puestos de trabajo.
En comparación con el robusto aumento del producto interno bruto (PIB) de cinco por ciento el año pasado, la tasa mundial más alta en casi 30 años, el incremento del empleo en ese período, de 1,7 por ciento, fue débil, reconoció Corley.
Los opacos resultados se reflejaron también en el estancamiento de la población en edad de trabajar que se encuentra en el mercado laboral. Ese segmento permaneció en 2004 en 61,8 por ciento del total, sin cambios respecto al año anterior.
Aunque el empleo creció, la diferencia es insuficiente. Por ejemplo, en muchas regiones donde la expansión de la economía fue considerable, el desempleo permaneció prácticamente inalterado, insistió la especialista de la OIT.
Otra razón de desaliento fue la comprobación de que el desempleo continúa siendo un desafío universal. En la mayoría de los países en desarrollo, el empleo y el desempleo son una vara descarnada para medir el sustento y el grado de bienestar de las poblaciones, observó Corley.
Del resultado de esa operación, la OIT deduce que los pobres no se pueden permitir el desempleo. Para explicarlo, recuerda que de los 2.800 millones de trabajadores que hay en el mundo, la mitad vive con menos de dos dólares diarios por persona.
En consecuencia, el objetivo central de las políticas no debe ser únicamente crear más puestos de trabajo, sino mejores ocupaciones. De esa manera se ofrecerá a los pobres la oportunidad de salir por sí mismos de la pobreza, afirma el estudio presentado este lunes simultáneamente en Budapest y Ginebra.
Corley pronosticó que el crecimiento de las economías de los países ricos, en términos de producto bruto, se detendrá en 2005, lo cual tendrá efectos en el empleo de las naciones en desarrollo.
A causa de que en 2004 no se observaron grandes cambios en el crecimiento del empleo en los países pobres, con excepción de América Latina y el Caribe, no esperamos que las regiones en desarrollo tengan un comportamiento mejor en 2005, dijo.
En cuanto a los países industrializados, las perspectivas del empleo este año son aún más estáticas, completó.
El comportamiento del desempleo en América Latina y el Caribe, con un descenso de 9,3 a 8,6 por ciento, se atribuye principalmente a las recuperaciones en curso de algunas de las mayores economías de la región, como Brasil, Venezuela y Argentina, mencionó la experta.
En esos países se anotó igualmente un aumento de la demanda interna, agregó.
En consecuencia, a pesar de la detención en la tasa de crecimiento de los países ricos prevista para 2005, si América Latina logra mantener su demanda interna, los resultados del empleo en 2005 deberían ser brillantes, aventuró Corley.
En los países industrializados, incluida la Unión Europea ampliada a 25 miembros, hubo una tímida caída del desempleo, de 7,4 a 7,2 por ciento. En Asia sudoriental y Pacífico, el índice disminuyó de 6,5 a 6,4 por ciento. Asia oriental mantuvo una tasa sin cambios de 3,3 por ciento, mientras que en Medio Oriente y Africa del norte la desocupación se estabilizó también en un elevado 11,7 por ciento.
En África subsahariana, a pesar de un aumento del PIB de 4,4 por ciento, el desempleo subió ligeramente, de 10 a 10,1 por ciento.
En términos globales, el desempleo afectó en 2004 a 109,7 millones de trabajadores hombres y a 75,1 millones de trabajadoras mujeres. El año anterior esas cifras habían ascendido a 110 millones para los hombres y 75,2 millones para las mujeres.
La OIT propone a los gobiernos que respondan a una serie de desafíos laborales en el mundo para ayudar a expandir la ocupación y a mejorar las condiciones de trabajo.
Uno de esos desafíos es la ayuda en los procesos de recuperación y reconstrucción de las comunidades afectadas por el terremoto y el maremoto del 26 de diciembre en el océano Índico. De esa manera se asegurará una rápida revigorización de los mercados económicos y laborales de las áreas golpeadas, aseguró la funcionaria.
Los fenómenos devastadores dejaron sin sustento a 400.000 trabajadores de las regiones devastadas de Sri Lanka y a otros 600.000 en Indonesia, dijo la OIT.
Por otra parte, la agencia exhortó a afrontar el reto de las epidemias de sida, que sólo en 2005 causaron la muerte de 3,2 millones de personas en edad de trabajar, sin contar otros dos millones que en el mismo período abandonaron sus ocupaciones porque la enfermedad ya había minado sus fuerzas.
La OIT alienta a prestar atención al sector de la agricultura como forma de reducción de la pobreza en los países en desarrollo mediante la promoción de empleo y de crecimiento económico.