SOMALIA: Cómo revertir 13 años de anarquía

La abrumadora tarea que tienen por delante las nuevas autoridades de Somalia quedó en evidencia una vez más con una serie de actos de violencia, mientras prosiguen los esfuerzos para trasladar la sede del gobierno provisional de Nairobi, capital de Kenya, a Mogadiscio.

Tres personas murieron y siete resultaron heridas el jueves por la aparente explosión de una bomba frente al edificio que fue sede de la cancillería.

Esto ocurrió tras una serie de protestas relacionadas con la composición de una fuerza de la Unión Africana (UA, antigua Organización de Unidad Africana) encargada de ofrecer seguridad al gobierno somalí, y tras el asesinato el día 9 en Mogadiscio de una periodista de la cadena británica British Broadcasting Corporation, Kate Peyton.

La periodista se encontraba en la capital de Somalia informando sobre la situación de ese país del Cuerno de Africa después del reestablecimiento de un gobierno central.

Somalia cayó en el caos en 1991, cuando fue derrocado el presidente Mohammed Siad Barre, que había tomado el poder en 1969, y comenzó un conflicto civil entre señores de la guerra que provocó una de las crisis humanitarias más graves de los años 90.

Desde entonces y hasta el año pasado, cuando se formó un nuevo gobierno en Kenya, el país permaneció sin autoridades centrales mientras las milicias tribales se disputaban el territorio, con duros combates por el control de ciudades, caminos y puertos.

En 1991 y 1992, la hambruna mató a 300.000 personas en ese país de 10 millones de habitantes.

Una fuerza de mantenimiento de la paz de la Organización de Naciones Unidas (ONU) fue enviada a Somalia en 1993 para controlar la violencia y asistir a la población, pero abandonó el país al año siguiente, con un saldo desastroso.

En 2000 se creó un gobierno de transición encabezado por Abshir Farah, pero su mandato expiró en agosto de este año sin que hubiera un entendimiento para sucederlo.

El nuevo gobierno, formado el año pasado en Kenya luego de dos años de negociaciones, se enfrenta al desafío de restaurar el orden de una sociedad anárquica.

”No permaneceremos callados mientras nuestros ciudadanos son rehenes del extremismo político. Trataremos de negociar para lograr la paz, y si esto fracasa, nuestras fuerzas de seguridad deben tomar todas las medidas necesarias, reduciendo al mínimo el número de posibles víctimas”, declaró a IPS Yusuf Baribari, jefe del servicio de prensa del presidente Abdullahi Yusuf Ahmed.

El mandatario pidió a la Unión Africana más de 15.000 soldados para asegurar el traslado de su gobierno de Nairobi a Mogadiscio. Según el primer ministro somalí, Alí Mohammed Ghedi, el gobierno estará reinstalado antes de fin de mes.

Pero una delegación de la Unión Africana que llegó el lunes a Mogadiscio para evaluar la forma de despliegue de la misión de paz fue recibida con protestas, aparentemente por la oferta de Etiopía de aportar soldados a esa fuerza.

Las relaciones entre Somalia y Etiopía siempre han sido tensas y llegaron a la guerra a fines de la década de 1970 por el control de la región de Ogaden, una parte de Etiopía que Somalia reclamaba e invadió en julio de 1977.

Posteriormente, Etiopía alentó la guerra civil en Somalia al respaldar al rebelde Movimiento Nacional Somalí.

La perspectiva de que soldados no musulmanes sean invitados a integrar la misión también generó preocupación en Somalia. Según el Grupo Internacional de Crisis (ICG), un gabinete de expertos con sede en Bruselas, las protestas pueden transformarse en una nueva ola de violencia.

”Las protestas y amenazas deben tomarse en serio, porque representan el sentir del pueblo de Somalia”, advirtió Matt Bryden, director del Proyecto Cuerno de Africa del ICG.

”El gobierno debe evitar esto analizando si debe contar con una misión internacional, y en tal caso, qué países formarían la fuerza, porque ésa es la raíz del problema. Esto debe discutirse primero con el parlamento y el gabinete, para lograr un consenso”, dijo Bryden a IPS.

Sin embargo, incluso integrantes del gobierno parencen divididos sobre la conveniencia de confiar su seguridad a una fuerza multinacional. Según informes, el ministro de Vivienda exhortó a los somalíes a combatir a cualquier soldado extranjero que ponga pie en el territorio nacional.

La amarga experiencia de la fuerza multinacional desplegada entre 1993 y 1995 también genera incertidumbre en cuanto a una misión de la Unión Africana.

Las conversaciones sobre la restauración del gobierno somalí se celebraron bajo los auspicios de la Autoridad Intergubernamental de Desarrollo, que agrupa a Kenia, Etiopía, Eritrea, Djibouti, Uganda, Somalia y Sudán.

Además de la elección de Abdullahi Yusuf Ahmed como presidente, las negociaciones resultaron en la creación de un parlamento en agosto de 2004 y la designación de un gabinete el mes pasado.

Dos regiones de Somalia, la nororiental Puntland y la noroccidental Somalilandia, se negaron a participar en las conversaciones de Kenia.

Somalilandia se reparó del resto de Somalia en 1991, y Puntland se declaró autónoma. (

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