PALESTINA-ISRAEL: Abbas y Sharon espalda con espalda

Luego de acordar una tregua en la cumbre de Sharm El-Sheikh esta semana, el presidente palestino Mahmoud Abbas y el primer ministro israelí Ariel Sharon debieron afrontar un panorama menos alentador al regresar a sus países.

Abbas fue saludado menos de 48 horas después de su regreso con 50 cohetes de mortero disparados por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) contra asentamientos judíos en Gaza, un abierto desafío a su compromiso con el cese del fuego.

Sharon debió atender los crecientes llamados, ahora pronunciados por su canciller Silvam Shalom, a un referendum para poner a consideración de la ciudadanía su plan de retirada de Gaza, una consulta a la que se opone con firmeza.

Nadie resultó herido por el ataque de Hamas, realizado el jueves en respuesta a la muerte de un palestino a manos de soldados israelíes el miércoles cerca de un asentamiento judío.

El mismo día, un grupo de palestinos se abrieron paso en la principal cárcel de Gaza, sacaron de allí a tres presos y los fusilaron, en lo que pareció un ajuste de cuentas entre clanes feudales.

Si los cohetes disparados por Hamas fueron una flagrante violación del compromiso manifestado por Abbas con el fin de la violencia, la operación en la cárcel fue un golpe directo a su compromiso de imponer la ley y el orden en Cisjordania y Gaza.

Su respuesta inmediata fue la destitución de tres altos funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina a cargo de la seguridad. La señal fue clara: Abbas no toleraría la violencia, sea tanto contra los israelíes como entre palestinos.

También dejaba en evidencia su disposición a desalojar a los jefes de la seguridad palestina y a designar a funcionarios que le guarden lealtad. Los tres destituidos habían sido designados por su antecesor, el fallecido presidente y líder histórico palestino Yasser Arafat.

Abbas citó a una reunión de emergencia del comité central del gobernante partido Fatah para considerar para considerar los ataques de Hamas.

El órgano emitió una dura declaración según la cual las fuerzas del orden actuarían ante estas ”graves violaciones de seguridad, los intentos de socavar la capacidad de disuasión de la Autoridad Nacional Palestina y sus compromisos internacionales”.

El líder palestino se reunirá con dirigentes de Hamas en Gaza este sábado con el fin de presionarlos para que pongan fin a los ataques con mortero, y advertirles que no admitirá ninguna violación de la tregua acordada con Sharon.

Hasta ahora, Abbas se ha negado a usar la fuerza para frenar a las organizaciones armadas de la resistencia palestina, como le exigen Israel y Estados Unidos.

Advertido del peligro de una revuelta civil, prefiere, más bien, emplear el diálogo para disuadir a los combatientes.

Pero si organizaciones como Hamas continúan desafiando sus exhortaciones, podría reconsiderar esa reticencia. Algunos de sus jefes de seguridad lo han aconsejado en ese sentido, en especial en Gaza, bastión de aquel partido islámico.

El gobierno de Israel anunció que no respondería a los ataques con acciones militares, pues procura así darle tiempo a Abbas para que actúe.. Pero algunos ministros advirtieron que la paciencia es limitada. ”Si los palestinos no saben cómo hacerles frente, nosotros lo haremos”, dijo el ministro de Defensa, Shaul Mofaz.

Por ahora, Sharon debe estar más preocupado por sus disputas con miembros de su partido, el conservador Likud.

Su canciller, Silvan Shalom, no fue invitado a la cumbre en Sharm el-Sheikh, y anunció pocas horas después que encabezaría una campaña por un referéndum para considerar el plan de Sharon de evacuar los 21 asentamientos judíos en Gaza este año.

El presidente de la Knesset (parlamento) y otrora firme aliado de Sharon, Reuven Rivlin, se unió al llamado. Pero el primer ministro reaccionó con firmeza: ”No habrá referéndum”, aseguró.

Los principales impulsores del referéndum se ubican a la derecha del espectro político y se oponen a la retirada. Los líderes de los asentamientos se comprometieron a aceptar el resultado de una eventual consulta, sea cual fuere.

Pero Sharon no les cree. ”Seguirán incitando (la agresión) aun después de un referéndum”, dijo. El gobernante cree que se trata de una maniobra para retrasar la retirada de Gaza y, en última instancia, desalojarlo del poder.

Más que aliviar las tensiones en Israel, una consulta popular las agravaría, según el primer ministro. ”La incitación se intensificaría y podríamos alcanzar uno de los periodos más tensos” de la historia del país, afirmó.

Sharon obtuvo una pequeña victoria política a comienzos de esta semana, cuando un comité parlamentario aprobó, por una pequeña mayoría, un proyecto de ley que ofrece compensaciones a los colonos judíos en territorio palestino que acepten la evacuación.

Al menos un tercio de los legisladores del propio Likud se oponen a los planes del jefe de gobierno y amenazan con votar contra normas importantes, como la ley de presupuesto, si éste no accede a un referéndum. (

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