La coalición chiita triunfante en las elecciones de Iraq, apadrinada por el gran ayatolá Alí Sistani, se prepara para formar un nuevo gobierno con respaldo kurdo e inspirado en el régimen islámico de Irán, aunque no totalmente clerical.
La Alianza Iraquí Unificada (AIU), liderada por Sayyed Abdel Aziz Al Hakim, jefe del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, obtuvo 48,1 por ciento de los 8,5 millones de votos emitidos el 30 de enero, informó el domingo la Comisión Electoral.
Al Hakim, ex jefe de las milicias chiitas Brigadas Badr, vivió durante casi 20 años exiliado en Irán y regresó a su país luego de que el régimen de Saddam Hussein fuera depuesto por la invasión estadounidense-británica de 2003.
Por muchos años, la mayor parte del financiamiento del Consejo Supremo procedió del gobierno iraní, y por eso este triunfo supone un cambio radical en las relaciones entre Bagdad y Teherán.
Irán ayudó a toda la nación iraquí por dos decenios, dijo días atrás Al Hakim a la agencia de noticias United Press.
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Considerando los vínculos históricos, culturales y religiosos entre los dos países, el vínculo entre Irán e Iraq se basará en la amistad, el respeto mutuo y el principio de no interferencia, añadió.
Al Hakim reconoce a Irán como fuente de legislación, aunque descarta la creación de un gobierno clerical como el de Teherán.
No tendremos ni un estado totalmente islámico ni uno totalmente secular, sino algo intermedio, señaló.
Los resultados divulgados el domingo indican que la coalición chiita carece de mayoría parlamentaria necesaria para impulsar por sí sola determinadas iniciativas.
Por tanto, deberá buscar algún acuerdo con los partidos kurdos, que obtuvieron el segundo lugar, con 26 por ciento de los votos, o con la lista del primer ministro interino Iyyad Allawi, respaldado por Estados Unidos, que obtuvo 14 por ciento.
Sin embargo, Al Hakim ha expresado su inclinación a formar una coalición sólo con los kurdos, que demandan la autonomía de la zona norte del país, rica en petróleo.
El periodista kurdo Shaun Da'oud, de la septentrional ciudad de Kirkuk, sostiene que la colaboración de Allawi con la ocupación estadounidense es lo que ha llevado a los chiitas a preferir la propuesta autonómica kurda.
Una coalición entre los chiitas y los kurdos sería buena porque no nos golpeamos unos con otros. Los chiitas están en el sur, y los kurdos en el norte. Los sunitas están justo entre nosotros, y por eso nunca nos pelearemos, afirmó.
La historia de las diferencias entre sunitas y chiitas tiene 14 siglos, pero actualmente se apoya en razones políticas más que en motivos religiosos.
Tras la muerte de Mahoma, el máximo profeta del Islam, los musulmanes se dividieron entre los seguidores del califa Abu Bakr y los de Alí ibn Abi Talib, yerno de Mahoma. La división se formalizó con la muerte en el año 661 del imán Alí, y su reemplazo por su rival Muawiya.
Quienes reivindicaban los derechos al poder religioso y político de los descendientes de Alí fueron conocidos como chiitas, en contraposición a los sunitas, que admitían la tradición y el derecho a la libre sucesión, no hereditaria.
La mayoría de los iraquíes son chiitas (62 por ciento), la población hegemónica en el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (35 por ciento), el grupo islámico dominante en el mundo árabe y también en el régimen del hoy prisionero ex presidente Saddam Hussein.
En cuanto a la composición étnica de la población iraquí, los árabes constituyen las tres cuartas partes, mientras los kurdos, la mayoría de los cuales profesan el Islam sunita, suman 20 por ciento. Esta comunidad es mayoritaria en el norte, pese a la campaña de limpieza étnica implementada en el área por el gobierno de Saddam Hussein.
El primer ministro Allawi, un chiita de familia adinerada y tendencia laica, se trasladó días atrás al norte de Iraq para dar una conferencia de prensa conjunta con el líder kurdo Masoud Barzani, en la que ambos rechazaron la creación de un gobierno conformado por una sola etnia o rama religiosa.
Algunos observadores ven en esta actitud un intento de Allawi de permanecer en el poder apelando al respaldo de algunos grupos kurdos y sunitas que boicotearon las elecciones. Pero la contabilización de los votos no le fue favorable.
Mientras kurdos y chiitas consolidaban frentes unidos, muchos partidos sunitas boicotearon las elecciones. Así, su representación electoral quedó muy reducida. El actual gobierno y las fuerzas de ocupación atribuyen la mayoría de los atentados terroristas que hoy asolan Iraq a extremistas sunitas.
El principal objetivo de los sunitas es evitar que se constituya un gobierno respaldado por Irán, sostuvo Majid al-Samarai, columnista del diario Ez Zamman, de Bagdad, y ex presentador de televisión.
A su juicio, mantener a Allawi en el poder es la única vía de garantizar la estabilidad, aunque reconoce que no es la salida más popular.
Hay una suerte de acuerdo en el actual gobierno en procura de una solución moderada. Habrá un gobierno secular, que procurará ser respetado por todos los iraquíes y evitar un conflicto con Estados Unidos, señaló.
Majid Al Samarai, como la mayoría de los sunitas, cree que el principal objetivo del próximo gobierno debe ser expulsar a los 150.000 soldados estadounidenses que ocupan el territorio.
La resistencia a la ocupación está viva, pero se podrá disminuir la violencia si el gobierno propone un plan para que Estados Unidos abandone Iraq. Este debe ser uno de los planes del próximo gobierno. La población sunita en general no acepta al ocupante. Tiene que haber un plan para se vaya, sostuvo.
En este aspecto, muchos sunitas ven con cierto agrado a Al Hakim, quien durante la campaña subrayó la necesidad de diseñar un plan de repliegue gradual de las tropas estadounidenses.
Ninguna persona digna quiere ver a tropas extranjeras en su país, y la población iraquí no es una excepción. Esperamos que, con la formación lo antes posible de las fuerzas de seguridad locales, las tropas extranjeras dejen el país, dijo Al Hakim.